Autoría de 1:17 pm #Opinión, Niels Rosas Valdez - Procesos del Poder

“Partygate” y el futuro incierto – Niels Rosas Valdez

Un muy debilitado Boris Johnson fue el resultado del voto de censura en Westminster, sede del Poder Legislativo del Reino Unido (RU). Lo anterior marca un nuevo escenario más ríspido e incierto para la política británica. ¿Por qué se originó esta votación y qué impactos podría tener para el archipiélago anglosajón?

Como muchos otros países de Europa, RU sigue un sistema parlamentario en su gobierno. Esto significa que la relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo no sólo es más equilibrada, sino que el sistema mismo desempeña dinámicas diferentes en muchos sentidos respecto a las de los gobiernos presidencialistas, que abundan particularmente en América.

Una de estas dinámicas se aprecia con el voto de censura. Desde luego que en sistemas presidencialistas esta actividad también puede realizarse, pero es mucho menos practicada que en gobiernos parlamentarios. La razón de ello es simple: en entornos presidencialistas la mayor parte del poder se concentra en el mandatario, en contraste con los órdenes parlamentarios, en los que el poder se comparte con los miembros del parlamento, que vienen del apoyo popular, por lo que se puede ejercer un mayor grado de influencia en los legisladores.

De esta manera en los sistemas presidencialistas, si bien se puede emplear el voto de censura, rara vez se efectúa, y es aún más difícil que se concrete, puesto que requiere también del apoyo de legisladores del partido del presidente. En cambio, como el poder en los sistemas parlamentarios es más equilibrado, los legisladores tienen más libertad para que genuinamente ejerzan su voluntad, que bien podría ser respaldar o no el retiro de su mandatario, siendo este incluso el mismo primer ministro y líder de su partido político.

Eso fue lo que sucedió en RU hace un par de días. La razón de este voto de censura fue por el resultado de una investigación de meses en la que se concluyó que en medio del más estricto confinamiento en el archipiélago anglosajón, en el marco de la serie de restricciones que el gobierno británico había establecido para detener el esparcimiento del virus SARS-CoV-2, el primer ministro se reunió con un puño de sus más cercanos colaboradores en varios recintos gubernamentales para hacer fiestas, incluso en el emblemático número 10 de Downing Street, sede de las oficinas del Poder Ejecutivo.

El escándalo “Partygate”, como se le conoce a esta crisis del gobierno de Johnson en alusión al cisma que Richard Nixon sufrió durante su administración presidencial a principios de la década de los 70, cambió la opinión del público británico hacia el liderazgo del primer ministro, lo que permitió a los legisladores del Partido Laborista motivar a sus rivales conservadores a considerar el voto de censura. A pesar de ello, con un 59 % de respaldo, el líder Tory sobrevivió al cardiaco intento de remoción.

No obstante, aun con este respiro de Johnson, por cómo se desenvolvió la votación su gobierno y la política británica en general han quedado desestabilizados. En torno al primer efecto, el primer ministro ya no cuenta con el mismo músculo político con el que arrasó en las elecciones generales de 2019, y con lo sucedido, en cambio, los legisladores de su partido han incrementado su influencia en las decisiones que desde ahora pueda tomar el mandatario, por lo que ya no habría tanta libertad en las elecciones y operación del líder conservador.

En este mismo esquema es natural que con el decremento del poder de Johnson se comience a considerar la posibilidad de un cambio de líder en el gobierno, no sólo para las siguientes elecciones generales, sino por si no lograse sobrevivir un subsecuente voto de censura. Esto justo nos lleva a preguntarnos quién podría suceder al actual primer ministro británico, puesto que muchos de sus allegados que ocupan cargos elevados en el gobierno en turno también han sido afectados por el “Partygate”. Y, por si fuera poco, no se ve un cúmulo de liderazgos o de liderazgo alternativo en el Partido Conservador, lo que aumenta la preocupación de los tories sobre la extensión de su gobierno en los siguientes años.

Esto nos lleva a ese segundo efecto mencionado con anterioridad. La carencia del o de los liderazgos del Partido Conservador puede llevar nuevamente al Partido Laborista a la mira del público británico. Hay que recordar que en su momento los laboristas buscaban evitar que se concretara el Brexit y se mostraban en contra del sistema de puntos que David Cameron estableció hacia extranjeros que quisieran aplicar por una visa de trabajo en RU.

Es cierto que todavía falta mucho tiempo para las elecciones generales, que son las que podrían trasladar el gobierno de un partido a otro. Sin embargo, el hecho de que el terreno de los conservadores se encuentre pantanoso desde ahora es una inmejorable oportunidad para que los laboristas recuperen protagonismo y logren regresar al número 10 de Downing Street, desde donde Johnson, en vez de liderar al país, hizo reuniones y fiestas mientras muchos británicos ni siquiera pudieron hacer funerales para despedirse de los suyos.

Niels Rosas Valdez

Escritor, historiador e internacionalista

@NielsRosasV (Twitter)

niels.rosas@gmail.com

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Last modified: 8 junio, 2022
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