REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
“Vivimos una esclavitud moderna” sostienen choferes de Qrobús que se animan a revelar sus condiciones laborales, las cuales empeoraron en los últimos años. Trabajan jornadas de hasta 17 horas y muchos son comisionistas. Duermen entre cuatro o cinco horas por día, comen a bordo de los autobuses y todo el tiempo escuchan las quejas de la gente sobre la falta de unidades o el mal servicio.
Llegaron atraídos por los anuncios que Qrobús distribuye en otros estados, convencidos de que en Querétaro encontrarán la seguridad y la estabilidad laboral que anhelan, porque, según dicen, “cuando la riqueza se acaba en casa, hay que buscarla afuera”, pero la realidad es muy diferente a lo que les ofrecieron.
El sueldo base para los asalariados es de 600 pesos al día, pero reciben bonos de puntualidad, de uniforme y otros apoyos que pueden llegar hasta mil pesos por día si es que no les tocan descuentos. Para los comisionistas es diferente, porque ganan 1 peso con 50 centavos por pasajero, que pueden representar, en un buen día, entre 700 pesos u 800 pesos.
Muchos de ellos sufren estrés, “descompensaciones”, cansancio, hipertensión o diabetes, por la mala alimentación y el sedentarismo de manejar hasta 17 horas para cubrir la falta de choferes y la carencia de unidades, ya que varias de ellas están descompuestas o sin piezas porque como no hay refacciones “a veces desvalijan un camión para arreglar otro”.
De acuerdo con datos del Observatorio Ciudadano de Movilidad, en 2009 circulaban mil 450 camiones que realizaban 650 mil viajes diarios para una población de más de un millón 200 mil personas en el área metropolitana, pero ahora, con alrededor de un millón 600 mil habitantes, se tienen 550 autobuses en circulación que realizan 250 mil viajes diarios en vialidades cada vez más llenas de vehículos.
Los faltantes afectan el pago de comisiones
Álvaro trabaja en Qrobús desde antes de la pandemia y ahora cubre 16 horas bajo comisión. Aunque las comisiones son atractivas, el problema son los descuentos, porque “cuando hacemos recaudo, la persona que nos da el papelito y nos mete los faltantes nos dice: vas a liquidar cuatro mil 800, pero nada más traes cuatro mil y te llaman a aclaración, ahí dejas lo que traes, a lo mejor te bajan 50 pesos y a veces tu comisión es de 150 pesos por todo un día en lugar de los 750 o de 800 pesos”.
Antes de la pandemia era común que existieran faltantes semanales, pero ahora son casi todos los días, por hasta 300, 600 pesos o más y los dejan con ganancias de 300 o 400 pesos. “Nos hacen trabajar 16 horas, a algunos hasta 18 horas, con temperaturas de 40 grados dentro de la unidad, sientes cómo te hierven los pies y solo llegas a base y regresas, hay días que no te levantas del asiento para apurarte y a la empresa le vale, porque llegan a decirte, por ejemplo, que tienes que hacer una hora de Cerrito Colorado a Boulevard de las Américas”.
Esto obliga a muchos choferes a comer dentro de la unidad y durante el trayecto, porque de otra forma no cumplen con el tiempo de la corrida. Las instalaciones de Qrobús tampoco son dignas para descansar.
“Hay partes que están más o menos, hay baños móviles o debes espérate a ir a la gasolinera, porque los que están en las oficinas, son para los empleados de las oficinas que traen llaves. Los dormitorios tienen hasta chinches y los camiones, casi todos, traen chimenes, plastas de mugre, no se lavan por dentro, eso no es bueno para la gente ni para nosotros”.
Álvaro y otros choferes limpian el asiento del conductor cuando toman la unidad, sobre todo para no ensuciar su ropa, pero eso no es suficiente porque les cambian el camión y así no pueden cuidarlos.
Las fallas mecánicas también les significan pérdidas ya que muchas veces los camiones se quedan en el camino y los mecánicos no tienen la herramienta, refacciones ni un salario justo, así que “lógicamente tampoco pueden hacer mucho, tienen como 80 carros de los nuevos en cada patio, de los nuevos, no los componen porque no tienen refacciones”.
Muchas de las unidades chinas ya no alcanzan a subir algunos tramos y otros camiones se calientan y hay que bajar al pasaje, porque “están para la chatarra, no solo se amuela el carro, también el trabajador y todos estamos en riesgo”. El mal estado de las unidades también provoca accidentes porque los frenos fallan o los problemas mecánicos impiden reaccionar de manera adecuada.
A veces los choferes solo pueden dormir cuatro horas y algunos recurren a los dormitorios de la empresa, porque a las 4 o 4:30 deben estar en el patio para tomar sus unidades, sobre todo aquellos conductores que recién llegan a Querétaro, además que ir y regresar a sus casas les representan hasta 180 pesos por día.
Muchos de los choferes llegan del Estado de México, Hidalgo, Oaxaca, Guerrero o Veracruz a los que atrae la empresa a través de diversos anuncios, pero “mucha gente así como viene, se va, porque los faltantes que te meten no convienen, como todos los que entran están a comisión, no te conviene y de las tarjetas no te dan comisión, si todos se suben con tarjeta no ganas nada, aunque a la larga si no traes dinero es menos asaltos”.
El sueño de la seguridad
Víctor es uno de los choferes que llegó a Querétaro después de conducir durante años en el transporte público del Estado de México. “Había asaltos, inseguridad, extorsión, muchos empezaron a venir a Querétaro y nos decían que ahí estaba bien, que no había asaltos ni robos y así fue como llegué, por muchos compañeros que vinieron de Ciudad Nezahualcóyotl, de Texcoco, Chalco, Chimalhuacán, Tlalnepantla, muchos desde 2017”.
A los 15 días de presentar su solicitud ya formaba parte de Qrobús, pero nunca recibió capacitación. Eso es algo que sí cambió para bien ADO, que les enseñó a manejar a la defensiva. “A los tres meses me sentía como en otro mundo, trabajaba muy a gusto, allá por 2018. Los tiempos de traslado eran accesibles, teníamos tiempo para comer algo, para desayunar, para bajar del camión, ir al baño y el tráfico no era fuerte, sino de 10, 15 minutos, se avanzaba”.
Cuando se empezó con el pago en efectivo empezaron a presentarse los faltantes. “Yo hacía dos mil pesos al día, pero me decían que me faltaban 300, pero yo no tenía ese dinero y alegaban que el sistema decía que sí y tenías que pagarlo o no te dejaban trabajar al otro día o te lo descontaban, a veces en la nómina te descontaban 600 pesos de un día y te decían que eso se resolvería en la semana, así empezaron los problemas y ya mucha gente empezó a no querer a trabajar aquí”.
Víctor debe empezar a laborar a las 6:27 de la mañana, pero le exigen estar al menos 40 minutos antes en la base para revisar llantas, niveles de aceite y pasar por gas.
“Me paro desde las 4:30 de la mañana, me echo un café, me echo un baño y como no tengo coche debo caminar 10 minutos hacia el trabajo. Ahí ya me han asaltado, tengo que hablarle a un taxi para que me lleve al patio y me cobra 50 pesos y otros 50 de regreso, ya son 100 diarios, pero estoy a las 5:30 en el patio, pido mi hoja de corrida y empiezo a las 6:27 para terminar a las 10:35 de la noche”.
Su recorrido no cambia desde hace años, pero si antes hacía una hora diez minutos de su salida al destino marcado, ahora le exigen hacer el mismo camino en 55 minutos. “Después de las 10 de la mañana o a las 3 de la tarde ya vas a exceso de velocidad, el camión ya no va lleno y ya no levantas pasaje y la gente reclama porque ya no caben”.
Al terminar el turno debe regresar al patio y de ahí pasa a recaudación. “Si llevo dos mil pesos, el papel que me dan me marca dos mil 400. Me piden ir al área de aclaración, según le mueven a la computadora y quizás te bajan 200 pesos o 150 y hay que pagar, volverse a formar, pagar el faltante, regresar a que te liberen y sales del patio al 15 para las 12 y te vas a tu casa a dormir lo que puedes”.
Las jornadas, dice, se hacen con hambre o mal comidos, sin descansar, sin ir al baño y en medio de reclamos de la gente. “Todo cambió mucho, pero también es porque las rutas antes tenían más unidades, por ejemplo, en la que me toca, había hasta 12 camiones. De esos 12 ya nada más hay cuatro, después de la pandemia dejaron cuatro y son esos mismos que siguen, para una población que crece y crece y como no hay camiones, pues nos recortan los tiempos”.
Los riesgos a la salud
Los choferes narran que es común que los manden a trabajar incluso si se sienten mal, porque les piden avisar dos o tres días antes de enfermarse o de pedir permiso y no hay motivo para que dejen a medias su jornada. “Tenemos a un compañero que hace tiempo necesitaba salir, él se quedaba en el patio, en la noche se sintió mal, en la mañana fue al baño y ahí le dio un paro cardiaco, eso es la muestra de lo que vivimos, no le dieron nada a la viuda”.
“Muchos queremos tirar la toalla por esto, porque no está bien tener estos riesgos, tenemos familia, nos prometieron otras condiciones de trabajo y no las cumplen”, insisten los choferes, que se resignan a que el sindicato que tienen no los va a defender porque no resuelven los abusos, “parecidos a la esclavitud, vivimos una esclavitud moderna”.
Ellos no entienden si “la empresa está esperando a que pase algo más grave, que un camión se estampe, porque los camiones, diario, se reportan por frenos, por pérdida de potencia, algunos están inservibles” y ya no quieren protestar, porque a quienes se atrevieron a hacerlo “los corrieron enseguida”.
Un día se hizo un paro y en la noche ya estaba el de recursos humanos, “que nunca está, dijo que pagarían el dinero que hacía falta, como que alguien les jaló las orejas y sí pagaron, hasta mil 200 pesos a algunos de lo que les habían quitado, pero solo esa vez”.
Sí tienen día de descanso, pero “el rol es así: se trabajan seis días con dos de descanso; nueve días y tres de descanso; doce días, cuatro de descanso y quince días también con cuatro de descanso, pero como ahorita no hay choferes, pues no se puede y los que llegan se van, por las corretizas y los faltantes, porque exigen dinero y de dónde lo sacas, algunos tienen faltantes de hasta 800 pesos en un día y no los sacas de ahí, uno tenía mil 400 pesos de faltante y mejor se fue de taxista”.
Entre los choferes pueden encontrarse personas de hasta 63 años, que también cumplen las jornadas de quienes son más jóvenes y a los tres días “ya todos estamos como zombies, porque la jornada es muy pesada. Hay días que no te bajas del camión para nada. Queremos que eso cambie, queremos trabajar como antes, no es por nosotros que esto no funciona es por la empresa que no quiere cambiar”.
Es verdad,en lo personal trabajé en ésa empresa, son muchas horas de trabajo, y cuándo llega el día de pagó, no cae nada en el banco, vas ala empresa te disen, qué tuviste muchos faltantes, pero las unidades son viejas se descomponen, y te cobran cómo si hubiera trabajado todo el día, trabajas al rededor de 17 horas, y cómo hay mucho tráfico nunca llegas ala hora indicada del recorrido, y no te dan tus bonos,son bien corruptos,
Todo es verdad y muchos abusos más de ADO hacia sus choferes.por eso no funciona en transporte y aparte sus jefes de personal no tienen un poco de criterio,y como el gobierno sol as pa todo esto que es contra la ley