Ayer, 21 de junio del 2022, entró en vigor la ley estadounidense de Prevención del Trabajo Forzado Uigur, que el pasado 23 de diciembre fuera aprobada por una mayoría aplastante de legisladores republicanos y demócratas. Como lo señala la exposición de motivos del nuevo instrumento legal, este fue elaborado con la finalidad de evitar que entren al mercado de la Unión Americana aquellos productos que son fabricados con trabajo forzado, en cualquier parte del mundo, pero principalmente los que provienen de la región autónoma uigur de Xinjiang o Sinkiang, ubicada al pie de la cumbre de Tian Shan, en el extremo noroeste de China. Esta etnia, que también se encuentra asentada en territorios de Kazajistán y Kirguistán, practica el islam como religión y por tal motivo ha sido violentada en sus derechos humanos durante mucho tiempo por el gobierno de la República Popular de China que, según Washington, desde 2017 ha arrestado arbitrariamente a alrededor de un millón ochocientos mil personas de este y otros grupos minoritarios.
La Ley Uigur, como se le llama ya en todo el mundo, es en sí misma un mecanismo importante para procurar el respeto a los derechos humanos por los gobiernos de todo el orbe, pues lamentablemente el trabajo forzado sucede en muchas otras partes de la geografía global. Sin embargo, el hecho de que los vecinos le hayan dedicado expresamente la ley a esta etnia conlleva un contundente mensaje para Pekín pues, por coincidencia, la región uigur cuenta con yacimientos de materiales valiosos para muchos de los sectores tecnológicos actuales, como el cobalto y el litio. En particular, el oro blanco se usa en la fabricación de las baterías que energizan a todo tipo de aparatos electrónicos, médicos y, por supuesto, a los vehículos eléctricos (EVs), motivo por el que la empresa Tesla construyó recientemente en Shanghái su Gigafábrica 3 de baterías de iones de litio y EVs.
Aunque sin duda Tesla Motors saldrá perjudicada de alguna forma con la entrada en vigor de la Ley Uigur, en realidad la compañía de Elon Musk no es el objetivo de la Casa Blanca, sino los fabricantes chinos de baterías de iones de litio y EVs, como el gigante BYD. En los días por venir será interesante ver cómo implementarán los Estados Unidos de América la Ley Uigur en sus aduanas, estrategia que ya fue presentada ante el Congreso de ese país hace tan sólo unos días por el subsecretario para Estrategia, Política y Planes del Departamento de Seguridad Nacional, lo que revela la motivación netamente política de la medida.
La disminución en la oferta de los productos afectados con la Ley Uigur ha sido estimada por las autoridades estadounidenses, y probablemente en el corto plazo la demanda pueda ser satisfecha con la producción nacional o de sus socios y aliados. Pero en el mediano y largo plazos una medida como la que acaba de detonarse siempre puede derivar hacia derroteros insospechados. En esos escenarios imprevistos es donde podrían surgir mayores complicaciones para muchos sectores económicos de Occidente, y es precisamente para estos casos extremos para los que nuestro vecino del norte requiere que México se comporte como un socio confiable, fuerte económica y tecnológicamente.
Conforme las semanas transcurran, habrá que estar atentos a las señales que surjan y den idea de si la Ley Uigur funciona como fue planeada por la administración de Biden, o emanan problemas de abastecimiento que obliguen a la economía más poderosa del mundo a recular. Para México también traerá cambios la Ley Uigur pues, por una parte, de nueva cuenta se abrirán oportunidades para que la economía mexicana se inserte en las cadenas estadounidenses de proveeduría que se verán afectadas pero, por la otra, urgirá revisar si en nuestro territorio estamos libres del trabajo forzado, o si eventualmente los productos de algunas regiones de México también podrían ser pasadas por la criba de la legislación estadounidense. Lamentablemente el renacionalizado litio mexicano no podrá ser de utilidad en esta coyuntura debido a su pobre pureza y a que se carece de la tecnología para su extracción y procesamiento.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.