Hay hitos en la relación humanos-aves que han determinado la forma en que hoy ciertas especies amplían su presencia en el mundo o, por el contrario, se han reducido hasta casi desaparecer. También, diversos anales consignan sucesos de ese vínculo que, al paso del tiempo, se transforman en anécdotas que fundamentan insólitos pasajes de la historia.
Para quienes observamos aves, estos relatos son un aliciente para nuestra afición; para quien los lee o escucha, pueden representar la ocasión de interesarse por la ornitología, y para quien los escribe o cuenta tal vez signifique la oportunidad de contagiar a su audiencia de la admiración por estos seres.
I. El zanate mexicano
Siendo joven, aquel noble azteca se sintió cautivado por el iridiscente plumaje de una escandalosa ave que, a diferencia de la mayoría, no parecía intimidarse ante la presencia humana. Su tamaño era notable y su llamado se escuchaba a la distancia, sobre las frondas de las selvas bajas y los palmares costeros, donde principalmente habitaba.
Algo en su poderosa silueta y denso pico le conferían un aspecto temible, y sin ser un depredador del aire, a veces cazaba pequeños reptiles y pajarillos que se interponían en su camino. Su mirada encendida y su iris ambarino causaban la admiración de aquel joven que, al paso del tiempo, se convertiría en el octavo y último gobernante de Tenochtitlán antes de la llegada de los españoles.
Ahuízotl (Ahuitzotl) fue un tlatoani guerrero que bajo su mandato expandió hasta la actual Guatemala los dominios de Tenochtitlán. No obstante, también negociaba con los pueblos sometidos, abriendo rutas comerciales hacia las comunidades costeras, tanto del Golfo como del Pacífico.
Derivado de una de esas negociaciones le llevaron hasta sus aposentos a un zanate cautivo. Recordó entonces cuando siendo joven conoció a ese tipo de ave durante una travesía hacia la costa de lo que hoy es Veracruz, y rememoró, observando a aquel ejemplar, lo mucho que le había impresionado su canto, su figura, su negrura iridiscente y sus ojos refulgentes.
Fray Bernardino de Sahagún relató en el octavo libro de su monumental Historia general de las cosas de la Nueva España que, debido a su fascinación por las aves, Ahuízotl decidió traer más ejemplares de zanates de los litorales del Golfo (Cuextla y Totonacapan) para liberarlos después en Tlatelolco y Tenochtitlán, instruyendo a su servidumbre para que los alimentaran y protegieran, prohibiendo además su captura y caza.
Para cuando Ahuízotl murió, hacia el año 1502, los zanates ya se habían expandido por todo lo que es hoy el Valle de México. Más de 500 años después, la presencia del zanate (Quiscalus mexicanus) se extiende de costa a costa; hacia el norte llega hasta los estados norteamericanos de Oregón, Idaho y Dakota del Sur, y hacia Centroamérica llega hasta Colombia y Ecuador.
Por su carácter generalista (ingiere alimentos de distintos tipos) y su comportamiento oportunista y temerario es extraordinariamente adaptable a los entornos urbanos, por lo que el zanate mexicano ha prosperado en prácticamente todos los climas, considerándose una plaga y una especie invasora.
En sentido contrario, otra especie de zanate, el quiscal del Lerma (Quiscalus palustris), se extinguió a mediados del siglo XX a causa de la acción antropogénica. La elevada contaminación del Río Lerma y de los humedales de donde nace este afluente (Almoloya del Río, Estado de México) ocasionó la desaparición de esta especie endémica, de hábitos semiacuáticos.
II. Shakespeare y las aves
En Nueva York, a finales del siglo XIX, un empresario y admirador de la obra de Shakespeare proyectó, como homenaje para este gran escritor, introducir en tierras americanas cada una de las especies de aves que el dramaturgo inglés mencionaba en sus textos.
Tras varios intentos fallidos de liberación de ejemplares de alondras y tordos cantores, entre otros, Eugene Schieffelin decidió que el Central Park de Nueva York sería un hábitat adecuado para que el estornino pinto (Sturnus vulgaris) emprendiera el vuelo en América. Tom Phillips narra de manera extraordinaria, en su libro Humanos del año 2019, este desastre:
Lo que Schieffelin hizo una fría mañana de principios de la primavera de 1890 ha acabado por propagar enfermedades, destruir cosechas por valor de cientos de millones de dólares cada año e incluso acabar con la vida de sesenta y dos personas en un accidente de aviación. Unos daños considerables, para tratarse de alguien que solo pretendía manifestar lo profundo de su admiración por Shakespeare (Phillips, 2017).
Paradójicamente, y según el mismo Phillips, existe una sola referencia a los estorninos en toda la obra shakespeariana (Enrique IV, primera parte, acto I, escena III). En tanto, hoy, los científicos la consideran la séptima especie que más daño está causando a los ecosistemas en Latinoamérica.
Como ave introducida, no nativa, compite por recursos (alimento, espacio, etc.) con otras especies, desplazándolas y acelerando el declive de sus poblaciones. El estornino es fuertemente gregario, lo que incluso lo hace resistente a la presión de los depredadores, por lo que sus parvadas no dejan de crecer. En algunos lugares son considerados plaga porque también arrasan con los sembradíos destinados al consumo humano. Son además muy adaptables y resistentes al clima, por lo que no deben migrar, rompiendo también con ello el equilibrio entre la generación y demanda de recursos naturales.
El estornino pinto es un ave extraña y bella. Originaria de Europa, consiguió adaptarse y poco más de ciento treinta años después de su introducción en América se ha convertido en una de las mayores catástrofes ecológicas de la historia. Los 60 ejemplares liberados en Central Park consiguieron reproducirse hasta alcanzar millones.
Finalmente, los estorninos no tienen la culpa…
III. El Pajarero de Alcatraz
La canaricultura es la crianza –en cautiverio– de canarios domésticos (Serinus canaria domestica). Estos pájaros populares y de gran aceptación en el mundo son atractivos por su bello canto y su aspecto alegre y vivaz. Su plumaje de diversas tonalidades, que van del blanco al naranja, también es atrayente. Actualmente, son las aves domésticas más abundantes del mundo, y si bien son criadas como animales de compañía y mascotas, no deja de ser cruel confinar su existencia a una jaula.
En las sociedades modernas sólo se enjaula y encierra aquello que representa peligro. Tal como le ocurrió a Robert Franklin Stroud, un estadounidense que, acusado de variados delitos –homicidio, asalto, tráfico de estupefacientes, etc.– fue condenado varias veces a la pena de muerte, misma que logró evadir por asombrosas circunstancias y por su afición a las aves.
Cuenta la historia que cuando purgaba una de sus primeras condenas en la prisión de Hays, en EE. UU., Robert Stroud halló tres gorriones heridos a los que brindó auxilio, alimento y resguardo. Una vez recuperados los liberó, y percatándose de su buena mano para cuidar aves le pidió a su madre que le consiguiera algunos canarios.
Recluido en la penitenciaría de Leavenworth, Kansas, comenzó a criar canarios con el propósito de venderlos y ayudar económicamente a su madre.
Las autoridades le permitieron tal ejercicio como muestra de que los reos podían desarrollar actividades productivas. Así, Franklin Stroud aprendió mucho sobre la canaricultura, llegando a escribir un par de obras sobre las enfermedades de los canarios (Diseases of Canaries y Stroud’s Digest on the Diseases of Birds).
El parteaguas en la vida de Stroud radica en que, tras su contacto con las aves, enfocó su existencia a aprender, no sólo sobre la vida de los pájaros, sino que estudió derecho, idiomas y otras materias. Como incipiente abogado defendió su causa. También, escribió una autobiografía (Bobbie) y una crítica al sistema penitenciario de los Estados Unidos (Looking Outward).
Si bien se le conoce como el “Pajarero de Alcatraz”, fue muy poco el tiempo que estuvo en esa prisión. La vida de Stroud fue una incesante cadena de delitos y desgracias que le obligaron a pasar 54 de los 73 años que vivió recluido, frecuentemente aislado y bajo la constante amenaza de la pena capital.
¿Qué encontró en las aves aquel hombre violento y sin escrúpulos que lo llevó a protegerlas, criarlas y estudiarlas? ¿Es posible que en las aves haya encontrado la motivación para buscar otros objetivos en su vida?
IV. Los gorriones y la hambruna china
El humilde gorrión (no tiene plumaje vistoso ni canto llamativo), dada su extrema adaptabilidad, es considerado el ave paseriforme más ampliamente distribuida en el planeta. Aunado a ello, su elevada tolerancia a la presencia y acción humanas le han permitido ser un habitante permanente de prácticamente todas las ciudades del mundo.
Originario de África, se ha adaptado tanto a las personas que su hábitat actual son las ciudades y no los entornos naturales. También, se ha considerado una plaga, llegándose incluso a combatir como tal, con efectos adversos y catastróficos…
Libres de pronto del incordio de 1000 millones de depredadores que mantenían a raya su población, las langostas de China lo festejaron como si cada día fuera la celebración del Año Nuevo. A diferencia de los gorriones, que picoteaban granos sueltos aquí y allá, las langostas arrasaron con las cosechas de China en oleadas inmensas y voraces. En 1959, se hizo caso por fin a un experto de verdad (el ornitólogo Cheng Tso-hsin, que había tratado de advertir a todo el mundo de que aquello era una pésima idea), y en la lista oficial de plagas que exterminar se sustituyó a los gorriones por las chinches.
Pero para entonces era demasiado tarde; no es posible reponer, así como así, un millón y medio de gorriones una vez que te los has cargado (Phillips, 2017).
Así relata Tom Phillips, en la obra referida líneas arriba, las consecuencias de la política emprendida contra las Cuatro Plagas (mosquitos, ratas, moscas y gorriones) por el régimen comunista de Mao Tse-tung.
Exterminar a los gorriones fue la principal causa de la hambruna que afectó a China de 1959 a 1962, misma que se agravó con fenómenos climáticos adversos cuyo desenlace fatal fue la muerte de alrededor de treinta millones de personas.
En estas historias, la intervención humana sobre la vida de las aves casi siempre se vuelve contra el propio hombre.