Autoría de 5:13 pm #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito

Todo cabe en una posibilidad – Víctor Roura

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En la primera semana de junio, durante un programa de debate político en la televisión pública —donde estas series ideológicas se van pareciendo cada vez más a los instaurados en las emisoras privadas… ¡hasta en los nombres: Tercer Grado o Primer Plano!—, Paoli Bolio dejó entrever que si se comenta con ruidoso rumor la conexión de López Obrador con el narcotráfico es que era posible, entonces, que dicha relación fuera probable.

Francisco José Paoli Bolio

      Algo así como si el río suena es porque indudablemente agua ha de llevar, con lo cual —no sé si sabiéndolo a pierna suelta o sólo para corroborar el dicho— aceptaba el desmesurado lugar común del supuesto como veracidad confirmada en lugar de indagar por cuenta propia la núbil información.

      Es decir, el periodismo del “todo es posible” hasta que se demuestre lo contrario; pero lo grave del asunto es que, periodísticamente, los investigadores de la información no investigan, sólo opinan con lo que tienen a la mano, que no es mucho, porque con la ligereza paoliboliana entonces todo es posible en la paz, como argüía Díaz Ordaz dispensándose a sí mismo por haber hecho lo que hizo el 2 de octubre, pues si todo es posible, como categoriza Paoli Bolio, también es posible que López-Dóriga no haya recibido jamás soborno alguno, tal como es posible que Marilyn Monroe no supiera nunca amar, como es posible que García Luna no acometiera jamás ninguna urdimbre televisiva para exhibir sus grandiosos operativos policiacos, pero también es posible, cómo no —en esas posibilidades posibles, porque en una diminuta posibilidad caben todas las posibilidades del mundo—, que en México no haya existido nunca ninguna guerra contra el narcotráfico, ni tampoco jamás una sola charreada sindical, como tampoco es posible que alguna vez Paoli Bolio se haya sentado a platicar con Granados Chapa sobre las posibilidades de una buena prensa, porque en la posibilidad caben mil ilusas veracidades como mil una infamias.

Miguel Ángel Granados Chapa

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Es posible que yo haya escuchado mal cuando Venustiano Reyes López, entonces líder general de los músicos —después de darle un puñetazo a la mesa central de su oficina—, me decía que me dejara de pendejadas escriturales —acababa yo de publicar sobre sus corruptelas señalando hechos y testigos que revelaban su poderío sindical— y que pasara a decirle allí mismo dónde quería mi nueva residencia, en qué colonia de la Ciudad de México, y que al siguiente día pasara yo personalmente por las llaves para empezar a habitarla.

      Es posible que haya yo escuchado mal a Venus Rey, pues lo más probable es que me estuviera diciendo muy otra cosa. Como que me felicitara por haberlo cuestionado tanto, por eso, luego de haberme negado a su obsequio de la casa, recuerdo que me exigió:

      —Le suplico que me haga preguntas difíciles.

      Pero es posible que hayan acontecido otras cosas, pues este mundo es posible vivirlo sin corrupciones. Es posible incluso que las posibilidades sufran una metamorfosis para convertirse en certezas. No en vano la definición de “posible” es imponente: “Que puede ser o suceder, o que se puede realizar”. Porque por algo es posible. Y si la diputación estadounidense, aunque fuera uno solo de la congregación, dice que López Obrador está relacionado con el crimen organizado, entonces cabe la posibilidad de que así sea, según la aseveración paoliboliana porque, sencillamente, el comentarista de la política, para comenzar, no cree en el presidente mexicano y, para finalizar, por lo tanto todo lo que se dice en torno del obradorismo siempre es posible… ¡porque en la política todo es posible, más aún si los opinólogos dependen, para sus ingeniosas cavilaciones, de los supuestos externos a falta de una investigación propia!

      Todo es posible hasta en la posibilidad más austera.

“Pero es posible que hayan acontecido otras cosas, pues este mundo es posible vivirlo sin corrupciones. Es posible incluso que las posibilidades sufran una metamorfosis para convertirse en certezas”.

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Todo cabe en lo posible sabiéndolo acomodar: primero fue la gallina para poder incubar el huevo, ya que la gallina provino del empollamiento celestial posibilitado por la radiación de las esferas cósmicas. Tan todo es posible que la feroz oposición crítica nunca antes vista en sexenio alguno pasado podría —así, en modo condicional, debido a la aún no comprobada raíz de lo aseverado— ser producida por una antipatía orgánica hacia un ser determinado reproduciendo, acaso de manera involuntaria, un acto impensado, o inesperado, de discriminación social. Porque, que se tenga memoria, no había ocurrido tal muestra de contrariedad en percances políticos ni en los tiempos verdaderamente envueltos en desolación ideológica, ya en el priismo, ya en el panismo, administraciones que tenían, al fin, comprada y abaratada a la industria de la información, a la cual se le permitía, ¡faltaba más!, ocasionales zambullidas de cuestionamiento político —mordacidad inofensiva, ambigüedad discursiva, mofas caricaturescas, parodias humorísticas—nomás para que no se diga que no había respeto a la libertad expresiva: ¡ja ja ja, en el periodo foxista hasta la pareja presidencial, ja ja ja, se permitía aparecer en los escenarios de la comicidad inyectándose insulinas de escarnio dúctil, ja ja ja! En cambio, con López Obrador hay un inusitado fervor rencoroso que hace posible incluso lo imposible en primer lugar, y acaso básicamente, porque el morenismo no dispensa con bondad económica a los medios y, en segundo lugar, porque la prensa ha develado, acaso involuntariamente, sus carencias y su rigor informativos… basada, acaso principalmente, en la reafirmación de la posibilidad como punta de lanza de la información apresurada, indocumentada, en tiempo real, en tiempos de periodismo azaroso, en la era de la numerosa confluencia de influencers dispuesta a la millonaria campanita de los seguidores digitales, a la etapa de la contingencia informativa, en los tiempos de la posibilidad opinióloga, donde todo es posible cuando es anulada la indagación.

“… en la era de la numerosa confluencia de influencers dispuesta a la millonaria campanita de los seguidores digitales, a la etapa de la contingencia informativa, en los tiempos de la posibilidad opinióloga, donde todo es posible cuando es anulada la indagación”.

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Es posible que un día la corrupción pueda ser abolida, como la aparición, algún día, de diputados plagados de honda honestidad, además de defensores innegables del idioma, no mal hablados, insultadores a granel tal como hoy yacen, cómodamente, en la Cámara en la espera de abrir la boca para soltar el siguiente andamiaje de alharaca subutilizada.

      Como todo es posible en esta vida, lo mismo López Obrador es un irrefrenable dictador como Peña Nieto un carismático demócrata, como Felipe Calderón un ensoñador ciudadano pacifista, como Vicente Fox un involuntario empresario humorista exvendedor de refrescos de cola, como Salinas de Gortari un político preocupado por el bienestar del pueblo. Como todo puede ser posible, el mismo Paoli Bolio en un futuro tal vez, quizás, probablemente, pueda presidir Morena para, desde adentro, restablecer las bases codiciosas de este partido político que ahora es —según varios opinólogos— igual, ¡ay!, a todos los otros grandes combos que ansían el poder económico del país para poder regar sus macetas con agua federal.

“Como todo es posible en esta vida, lo mismo López Obrador es un irrefrenable dictador como Peña Nieto un carismático demócrata, como Felipe Calderón un ensoñador ciudadano pacifista…”.

      Como, según la teoría paoliboliana, todo es posible, entonces si se dice con cierta insistencia que precisamente Paoli Bolio ya ha cruzado la peligrosa raya que separa a la derecha de la izquierda he de poner en duda, cauto, su filiación posiblemente progresista, aunque simpatizara con el panismo, porque la posibilidad amplía tanto la fluctuación reflexiva que deja espacios, o huecos, para anidar —sobre todo si no se indagan las cuestiones de las cuales se habla— los supuestos, o los rumores, que —casi— siempre colindan con los diretes, no con las certezas, porque es más fácil, en los asuntos de la política (y en los de la cultura, y en los del vecindario, y en los de los deportes, y en los de las pretensiones amorosas, y en prácticamente cualquier tema a dirimir), suponer que confirmar, siempre será más fácil referirse a la utopía —por inexistente— que a la sociedad de masas —por su inextricable rugosidad presencial. En la posibilidad reinan los privilegios, sobran las florituras pero también los espasmos y las aprensiones, porque en lo posible cabe incluso el adjetivo imposible de adherirse en pensamientos volátiles.

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En la cavilación paoliboliana un político como Felipe Calderón Hinojosa pudo no haber hecho lo que hizo, ni Luis Echeverría Álvarez haber respaldado el asesinato de Tlatelolco, ni Miguel Nazar Haro haber animado a la policía a humillar a la ciudadanía. Porque la posibilidad es liberadora a la vez que castigadora al no poseer afianzamientos comprobables: el presunto culpable siempre va a tener la posibilidad de ser absuelto si no se hallan pruebas que lo vinculen a la acusación de la que es objeto, de ahí la necesidad de la investigación. Por algo todos los programas televisivos de chismes basan su rating en la liberación de la posibilidad: si todo es posible, cualquiera puede ser culpable o inocente, pero mientras se verifica la circunstancia la posibilidad de la habladuría es infinita. Y no hay nada más caro (o ambicioso), para un acalorado debate, como la expansiva especulación que, según el diccionario, dice que es una “idea o pensamiento no fundamentado y formado sin atender a una base real”, si bien otra definición, quizás más arbitraria, dice que la especulación es un “pensamiento, meditación o reflexión en profundidad sobre alguna cosa”, subrayando la palabra profundidad dada la flexible denotación del término, no en vano se dice, por ejemplo, “especulemos sobre la filosofía o sobre el acto amoroso”, que es exactamente lo que hacen los teóricos de la política como Paoli Bolio: especulan sobre las inacabables posibilidades de las cosas en torno de los hombres públicos, por eso sin empacho se puede aseverar que si se habla de una vinculación del narco en las acciones de Morena es posible que así sea porque si el río suena es, efectivamente, debido a que agua lleva en su caudal, más aún si los que especulan carecen de indagaciones propias para afirmarlo o negarlo. No en vano la duda es un elemento esencial en la especulación filosófica.

“Por algo todos los programas televisivos de chismes basan su rating en la liberación de la posibilidad: si todo es posible, cualquiera puede ser culpable o inocente, pero mientras se verifica la circunstancia la posibilidad de la habladuría es infinita”.

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El miércoles 22 de junio, durante la mañanera de ese día, López Obrador se refirió a la intelectualidad entregada a los privilegios del poder en los sexenios pasados, afirmación absolutamente comprobable en los hechos y en los ambiguos dichos, mas de pronto sucumbió a una duda:

      —Recuerdo que cuando empieza Salinas su campaña todavía había trenes de pasajeros que salían de Buenavista, y entonces en el vagón principal del inicio de la campaña de Salinas ahí va Aguilar Camín. Y él le ayuda a cooptar a intelectuales, y empiezan a recibir canonjías del régimen y los apergolla a todos, Salinas. Yo creo que se escapó Carlos [Monsiváis] y algunos pocos, pero a todos. Y el enganchador era el gran historiador, la eminencia, Aguilar Camín…

Andrés Manuel López Obrador

      Ese “creo”, evidentemente, es una posibilidad, no una certeza, de manera que haya afirmaciones probables como negaciones dudosas. Por ejemplo, dado el discurso de su cancionero, uno podría pensar que el cubano Silvio Rodríguez es una persona abierta a los reflexivos debates propios y extraños, pero la realidad nos abofetea cuando nos exhibe a un cantor renuente a la vocería plural. Sin embargo, el mensaje, de haberlo, de un compositor se centra, sobre todo, en su repertorio musical, no en su demagogia cubana, argumento que lo exime, en este específico caso, de su personal comportamiento ciudadano, no así lo fuera si se hubiera dedicado, digamos, a la crítica social donde participara, supongamos, semanalmente en un programa televisivo como Tercer Grado o Primer Plano.

      Las cosas adquirirían otro tenor.

Tercer Grado, programa de debate político

      Pues no es lo mismo enterarse de la cena de Joaquín Sabina con Felipe Calderón luego del concierto del cantautor español en el Auditorio Nacional, donde Sabina expuso a los cuatro vientos su desacuerdo con el entonces presidente panista —porque la fuerza de Sabina radica en sus canciones, no en su teoría política— que saber de la íntima reunión de varios intelectuales y periodistas con Carlos Salinas de Gortari, entre los que se encontraban —según la histórica fotografía tomada en 1987 por Pedro Valtierra— Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Héctor Aguilar Camín, Iván Restrepo, Miguel Ángel Granados Chapa, Benjamín Wong Castañeda, León García Soler, Margo Su y, sí, Carlos Monsiváis, cuya influencia, a diferencia de Sabina o de Tania Libertad (gustosa de cantarle en Bellas Artes a Calderón Hinojosa), radica justamente en su teoría política, no en sus gestos agraciados. Pero como la posibilidad es tan fragantemente (¿o flagrantemente?) azarosa, o disculpablemente abarcadora (¿o culpablemente abanicadora?), que hoy se puede decir una cosa y mañana otra muy distinta, lo mismo hoy puedes ser un ferviente neoliberal y mañana un compungido socialista, lo mismo hoy enamorarte de Griselda y mañana preferir vivir sola en una gris celda.

Reunión de Carlos Salinas de Gortari con intelectuales

      El sueño de lo posible es capaz de mantener vivos a los que supuestamente ya no están entre nosotros, como Juan Gabriel, quien probablemente se hizo el muerto para ya no pagar más impuestos, acaso protegido por la camaradería priista, de la que pudo librarse, al parecer, tal vez, Carlos Monsiváis, admirador irredento, aquí sí con certeza, de Juanga, a quien dio libre entrada en el Palacio de Bellas Artes para que expusiera, ¡ay!, todas sus bonitas canciones al férvido pueblo.

Carlos Monsiváis y Juan Gabriel

7

El mismo día en que, en un retroceso democrático, Estados Unidos cancela, después de medio siglo de haber reconocido el derecho femenino, la posibilidad del aborto en ese país, la periodista Anabel Hernández, entrevistada por Carmen Aristegui el viernes 24 de junio —probablemente influenciada, la primera, por la retórica paoliboliana—, declara que no hay mayor prueba de la vinculación del narco en el gobierno morenista que la [cordial] salutación de López Obrador… ¡a la madre del Chapo Guzmán!

      Carmen Aristegui dijo a Anabel Hernández:

      —Te han señalado y acusado fuertemente de que dices cosas tan fuertes como esto, pero que no muestras pruebas y que, entonces, ¿qué clase de autoridad tienes para decir lo que dices? Sobre todo, cuando vino el tema de lo que has planteado en el proceso electoral pasado. ¿Qué responderías, Anabel, cuando se te acribilla de esta manera en redes sociales?

      Y Anabel Hernández ratificó, sin querer, el subrayado de Aristegui en su respuesta donde la posibilidad ocupa un sitio prestigiado:

      —Es una excelente pregunta la que formulas porque me das la oportunidad para decir que lo que he señalado de la liberación de Ovidio, del saludo a la mamá, de la masacre de los LeBarón que participó el Cártel de Sinaloa, además tendría que añadir que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no sólo es tolerante, sino legitima y hace contratos con el crimen organizado…

Carmen Aristegui y Anabel Hernández

     Vaya si no lo posible es capaz de derruir y construir mitos en un segundo, ¡pues somos testigos cómo hasta las personas adiestradas en la investigación periodística pueden hundirse en la posibilidad sin mayores dificultades!

     Es decir, si la propia Anabel Hernández entrevista a un narcotraficante es probable que su relación con el hampa no esté nada más suscrita al interés informativo sino…

     Porque lo posible va más allá de lo creíble. O sea, esto es, déjeme decirle, es decir…

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Si en la injerencia de la posibilidad y en saber cómo tratarla —sopesarla, distribuirla, acometerla, expedirla, desplegarla— está fincada la elaboración de la crítica social en México, entonces su hechura no requiere de metodologías, ni de agudas técnicas de investigación, ni del estudio reflexivo de la historia, ni de un sentido pluralista de la sociología sino, sólo, de un arrebato político, de una férrea parcialidad informativa, de una aleatoria conjunción de oportunos conocimientos teóricos sobre la comunicación: todo es posible en los puentes —como bien han cantado Paul Simon y Art Garfunkel— donde debajo corren aguas turbulentas.

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA, PARA LALUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

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Last modified: 4 julio, 2022
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