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La agenda pública de la 4T, reducir los problemas nacionales a un “talk show” de ocurrencias y dislates – Jorge Díaz Ávila

La discusión, el análisis y la necesaria participación de los ciudadanos y los agentes políticos y sociales en la reflexión pública de los grandes problemas que nos afectan a todos y que se erigen en preocupaciones vitales se han ido transformando bajo el actual gobierno federal en un show televisivo que, puntual y cotidianamente, fija e informa lo que, a su parecer, es la agenda pública de los mexicanos.

            Según Alzate y Romo (2017), la agenda pública implica un proceso a través del cual determinados asuntos o problemas públicos se posicionan, adquieren un interés general y son trasladados al nivel de la decisión gubernamental mediante distintas estrategias y políticas públicas para su atención.

            En este sentido, el presidente Andrés López ha buscado, a través de una estrategia de comunicación denominada “la mañanera”, canalizar la atención y discusión pública hacia los temas que son de su interés personal (y de su organización política). Esto no tendría nada de peculiar o atípico dado que cada gobierno, como parte de su ejercicio, decide cuáles temas abordar y cuáles otros evitar, conforme a sus compromisos de campaña, prioridades políticas y recursos con los que cuenta, entre muchos otros factores (valores, principios, ideología).

La comprensión de los procesos de formación de agenda y sus implicaciones políticas y sociales remiten necesariamente al estudio de la naturaleza de los mecanismos de intermediación política, es decir, de la caracterización de sus instituciones en tanto sistema de normas e incentivos que rige la acción colectiva, dirime conflictos distributivos y procesa, en general, las demandas sociales (Casar y Maldonado, 2008).

Andrés Manuel López Obrador en la mañanera

            Lo insólito de esta estrategia de integración de la agenda pública y su cotidiana difusión es que, obviando y evitando abordar los asuntos que más afectan a la ciudadanía ―inseguridad, narcotráfico, inflación, salud― o haciéndolo desde una actitud relajada, insulsa, trivial y displicente para restarle importancia a la tendencia (generalmente negativa) que dichos temas muestran en el manejo que de estos ha hecho su gestión, el presidente se centra en denostar, atacar y evidenciar a quienes ―sin importar su posición― se atreven a contradecirlo, convirtiendo a las mañaneras en un cadalso mediático para los opositores, los críticos, los escépticos y los reflexivos, encaminando su gestión hacia un ejercicio autocrático, demagógico y despótico.

(…) con frecuencia inusitada, el presidente de México ha utilizado su posición de poder para descalificar en las conferencias “mañaneras” a medios, periodistas y líderes de opinión. Se ha dicho que ejerce su “derecho de réplica”, que se trata de un “diálogo circular” o del ejercicio del “derecho a la información”. Todos estos argumentos son falaces. El presidente, cuando habla desde Palacio Nacional, lo hace con toda la investidura presidencial, y se olvida que, por su condición de autoridad, no ejerce la libertad de expresión, sino que cumple con su deber de informar (Luna y López-Ayllón, 2020).

La mañanera, un talk show demagógico

El 3 de diciembre de 2018, tan sólo dos días después de asumir el cargo de presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador ofreció su primera conferencia de prensa matutina en el Salón Guillermo Prieto de Palacio Nacional.

            Luego de más de tres años y medio, mantiene este ejercicio como un acto característico de su gestión a través del cual define la agenda de su gobierno. Su estilo, informal y ocurrente ―inusual en un primer mandatario― busca ganar la simpatía de la ciudadanía y cuestionar y atacar a los “enemigos” de su proyecto político, la Cuarta Transformación.

            Es decir, de lunes a viernes, en punto de las 7 de la mañana, el presidente conforma y anuncia la agenda pública y, al mismo tiempo, define y conceptualiza ―desde la óptica de su administración― los grandes problemas nacionales hacia los cuales enfoca la actuación de su gobierno. Casar y Maldonado (2008) señalan que, aunque analíticamente distintos, estos procesos (la formación de agenda y sus implicaciones políticas y sociales) se presentan en realidad en forma simultánea e interdependiente. La forma en la que se define un problema es un factor clave en su inserción en la agenda y viceversa.

            Para los estudiosos de la ciencia política, este proceso es una “caja negra” (Easton, 1983), que articula demandas con la formación de políticas para atenderlas, (así como) su implementación y la retroalimentación de la sociedad.

“Su estilo, informal y ocurrente ―inusual en un primer mandatario― busca ganar la simpatía de la ciudadanía y cuestionar y atacar a los “enemigos” de su proyecto político, la Cuarta Transformación”.

            Cabe aquí hacer la diferenciación entre agenda sistémica y agenda institucional (ver al final tabla 1), porque mientras una se ocupa de establecer los temas que la ciudadanía considera prioritario atender desde su percepción de la realidad y sus circunstancias particulares, la segunda es el subconjunto de asuntos que se presentan públicamente, para su consideración, a las instituciones del gobierno representativo (Cobb y Elder, 1972).

            En este contexto, los problemas que la agenda pública institucional fija, lejos de ser exógenos y previamente constituidos, son un conjunto de ideas, valores y percepciones empaquetados y presentados como susceptibles de atención gubernamental (Casar y Maldonado, 2008).

            De manera evidente, algunas veces coinciden ambas agendas. No obstante, la manera de abordarlas es distinta ya que, como anteriormente se dijo, los temas que más importan a la comunidad son minimizados o tratados de manera superflua, vaga, ambigua e intrascendente, mientras que los asuntos que son del interés gubernamental se destacan, promueven, ponderan y difunden, persistente y enfáticamente.

            En esta correlación, entre lo que la gente necesita que el gobierno resuelva y lo que el propio gobierno aborda y atiende, cada vez se ensancha más la brecha entre la realidad nacional y el inexistente país que Andrés López anuncia en sus “mañaneras”:

…la falla de López Obrador ha sido tratar de ajustar los problemas públicos a sus propuestas de solución, en vez de intentar que las soluciones gubernamentales realmente respondan a los problemas. El caso más claro ha sido el uso de transferencias monetarias para atender problemas tan diversos como los niveles de pobreza, las desigualdades generadas por edad o género, o el desempleo de jóvenes y agricultores (Dussauge, 2021).

            La divergencia entre la agenda sistémica que la sociedad demanda y la agenda institucional que el gobierno acomete es manifiestamente perceptible porque, aun cuando se trata de los mismos problemas, la óptica de origen, consecuencias y atención difiere sustancialmente.

            Si bien algunos de los grandes temas que Andrés López planteó en su campaña los mantuvo una vez asumiendo el cargo, la perspectiva cambió de la de un agente social demandante de atención al de un gobierno carente de recursos para resolverlos.

Los objetivos que definieron la agenda y propuesta electoral del hoy presidente López Obrador son LOS problemas de México: pobreza, corrupción, desigualdad e insuficiente crecimiento. Se pueden discutir las estrategias para derrotar esos males, pero nadie puede disputar su trascendencia en la realidad nacional. El verdadero dilema reside en otra parte: se trata de problemas estructurales y sistémicos que tienen que ser comprendidos en esa dimensión porque, de lo contrario, el presidente –y el país– estarán persiguiendo no más que otra quimera. Otra de las muchas que se acumulan cada mañanera (Rubio, 2020).

Conclusiones

Según apuntan Casar y Maldonado (Op. Cit.), una preocupación central de los estudiosos de las ciencias políticas es la captura del gobierno ―desde dentro― por subsistemas (…) que pueden ejercer monopolios sobre ciertas políticas públicas en detrimento de la representación plural de los intereses sociales (p. 6), porque dicho fenómeno deteriora la democracia.

            En este sentido, recientemente, no un crítico o adversario ideológico sino un miembro del grupo en el poder, expresidente de la Cámara de Diputados durante el actual gobierno de Andrés López y reconocido y experimentado político, Porfirio Muñoz Ledo, acusó al presidente de mantener un contubernio con el narco y de que desde hace dos o tres años México dejó la transición democrática y está iniciando una “reversión autoritaria” con “un nuevo rey de la selva”: el crimen organizado (Gamboa, 2022).

Porfirio Muñoz Ledo durante la toma de posesión de López Obrador

            En este caso, la captura del gobierno mexicano no procedería de dentro del propio gobierno ―subsistemas de gobierno, triángulos de hierro y redes de asuntos― (Heclo, 1978), sino desde un poder de facto que se ha infiltrado en y apoderado de prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional. Este tema, el narcotráfico y la delincuencia organizada, constituye uno de los que mayor expectativa generó entre los electores (agenda sistémica) y uno en el cual el gobierno ha tenido peores resultados (agenda institucional), como lo enfatizó Muñoz Ledo.

            A este grave deterioro de la democracia, se suma el persistente afán del presidente por abolir al Instituto Nacional Electoral como una estrategia para concentrar el poder en el gobierno y disminuir el poder ciudadano que, con órganos como el INE, ejercía un contrapeso al papel del Estado en procesos que, como las elecciones, son determinantes para la democracia y el futuro de México.

            Otra de sus propuestas de reforma estructural, la reforma eléctrica, que afortunadamente fue rechazada por el Poder Legislativo, se encaminaba en el mismo sentido de concentración del poder y de un ejercicio de este demagógico y autocrático.

            De manera sumaria, la administración de Andrés López no ha alcanzado ninguna de las metas que se planteó como candidato:

Así, mientras la narrativa presidencial que se construye desde las conferencias mañaneras y se amplifica en redes sociales busca convencernos de que todo está bajo control, que las cosas ya no son como antes, que hoy todo es mejor y que el futuro es promisorio, en la realidad cotidiana las cosas son distintas. Más allá del triunfalismo discursivo, hoy resulta claro que la Cuarta Transformación (4T) y su líder se han quedado sin respuestas ante las grandes cuestiones del país; sin la imaginación y los recursos necesarios para lograr sus promesas en beneficio de los mexicanos; sin un rumbo claro en tiempos por demás inciertos (Dussauge, 2021).

            Por ello, la conformación de la agenda pública de la 4T pareciera que se encauza ―a estas alturas del sexenio― ya no a resolver los grandes desafíos nacionales, sino a generar las condiciones que aseguren que el grupo de Andrés López se mantenga en el poder.

El presidente exhibiendo los supuestos ingresos de Carlos Loret de Mola

            En este contexto, la mañanera también se ha empleado para burlar la ley (durante la veda electoral, por ejemplo) cuando el presidente, pretextando informar a la sociedad de los logros de su gobierno, soslaya las normas democráticas del juego electoral o violenta los códigos de protección de datos personales al “evidenciar” a un comunicador, periodista, juez, político o personaje que él considera enemigo de su gobierno:

En concreto, respecto al tema del derecho, de la relación que ha mantenido el presidente y su administración con las normas jurídicas, con sus reglas y principios y sus operadores, en pocas palabras, es posible decir que ha sido un absoluto vodevil. Un ramillete de absurdos en el que, quizá, la principal nota característica en este aspecto sería la tergiversación y desnaturalización por parte del gobierno de ciertos mínimos que se creían establecidos entre el derecho y la política, guardando determinados límites en torno a la prudencia, la cordura y la racionalidad que, conforme transcurre el sexenio, se han perdido en aras de preferir una concepción particular de justicia que resulte adecuada para sus propios fines, es decir, que no necesariamente sea justa sino conveniente para el proyecto de la cuarta transformación. Dando a entender que el derecho como tal, en muchas ocasiones, es un obstáculo y, por ende, es mejor desentenderse del mismo (Garza, 2021).

            Con una agenda sistémica irresoluble (narcotráfico, inflación, inseguridad, etc.) y una agenda institucional atada y cuestionada por la crítica social y la oposición (reforma eléctrica, desaparición del INE, Tren Maya, etc.), la mañanera funge también como un instrumento que le reditúa buenas ganancias políticas al presidente:

El problema es que López Obrador sigue la tradición del viejo presidencialismo mexicano y también utiliza las Mañaneras para imponer su agenda a los medios, hacer propaganda oficial, denostar a sus críticos, hostigar a la prensa independiente (recientemente inauguró el segmento semanal “Quién es quién en las mentiras” para señalar a la “prensa más injusta, la más distante, la más lejana al pueblo”) y para apabullar las ideas que no coinciden con las suyas (Ramos, 2021).

AMLO en la refinería de Dos Bocas

La mañanera también ha contribuido a modificar la percepción de la gente en cuanto al manejo ―rupestre y folclórico― del lenguaje, como el politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez apunta:

(…) su vocabulario se convirtió en el vocabulario común. Nos hicimos de sus palabras, repetimos sus ocurrencias, empleamos el chicote de sus insultos, absorbimos el léxico de su epopeya. Ningún político ha tenido el éxito de López Obrador para colonizar nuestra expresión e insertarse en el seno de nuestra racionalidad… No es exageración decir que López Obrador está en boca de todos. Lo está porque se infiltró en nuestro idioma. Porque estamos hablando como si él fuera el autor del nuevo diccionario nacional… El vocabulario que López Obrador ha acuñado ha rehecho el mapa imaginario de México (Silva-Herzog, 2019).

            Adicionalmente, como Guillermo Cejudo destaca, el discurso en torno a las políticas públicas tiene efectos no únicamente retóricos, sino que sirve de argumento para fijar temas en la agenda pública y diseñar, implementar y evaluar determinadas políticas, así como para convencer a la población sobre su efectividad y resultados. (Cejudo, 2008).

            Agotado el tema de la agenda pública y su cumplimiento, la mañanera es la estrategia comunicativa predilecta del gobierno para persuadir a la sociedad de lo acertado de sus políticas, lo peligroso de la disensión y para identificar ―con nombres y apellidos― a los enemigos de la 4T: un talk show en el que se desestima la gravedad de los problemas nacionales y se ponderan las ocurrencias y dislates de un presidente cuya figura de primer mandatario se desdibuja cada vez más y se reconfigura en la de un líder carismático y pintoresco que sustenta sus mensajes no en evidencias y cifras, sino en bufonadas y sandeces.

Fuente: Elaboración propia con base en Casar y Maldonado (2008) y diversas fuentes hemerográficas.

Referencias

Alzate Zuluaga, Mary Luz, & Romo Morales, Gerardo (2017). La agenda pública en sus teorías y aproximaciones metodológicas. Una clasificación alternativa. Revista Enfoques: Ciencia Política y Administración Pública, XV (26), 13-35. [fecha de Consulta 9 de Junio de 2022]. ISSN: 0718-0241. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=96052974002.

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Cejudo, G. (2008). Discurso y políticas públicas: enfoque constructivista., de Gaceta UNAM. Sitio web: https://www.gaceta.unam.mx/covid-19-a-un-ano-del-paciente-cero-en-mexico/.

Dussauge, M. (2021). López Obrador: del sueño a la realidad. junio 6, 2022, de Nexos. Sitio web: https://www.nexos.com.mx/?p=56325.

Gamboa, V. (2022). Muñoz Ledo: “México tiene un narcogobierno”; ve contubernio AMLO-delincuencia. Junio 6 de 2022, de El Universal. Sitio web: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/munoz-ledo-mexico-tiene-un-narcogobierno-ve-contubernio-amlo-delincuencia

Garza, J. J. & Reyes, J. M. (2021). Las Mañaneras como vía para violar la Constitución. Análisis de los casos Sup-Rep-3/2021 y Sup-Rep-20/2021. En Ni tribunal ni electoral (325 – 353). México: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM – Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE.

López, S. (2020). ¿Tiene el presidente libertad de expresión? Junio 5 de 2022, de Milenio. Sitio web: https://www.milenio.com/opinion/sergio-lopez-ayllon/entresijos-del-derecho/tiene-el-presidente-libertad-de-expresion.

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Nájar, Alberto. (2019). Las “mañaneras” de AMLO: cómo son las tempraneras conferencias con las que López Obrador marca la agenda política de México. Junio 5 de 2022, de BBC. Sitio web: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47066862.

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Rubio, Luis. (2022). La agenda. 4 de junio de 2022, de México Evalúa. Sitio web: https://www.mexicoevalua.org/la-agenda/.

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Last modified: 19 julio, 2022
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