De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 6,179,890 personas viven actualmente con algún tipo de discapacidad (1), lo que representa una reducción de alrededor de un millón de personas respecto a los datos reportados en el 2014 (2). El dato más reciente indica que el 4.9 % de la población total del país vive con algún tipo de discapacidad, mientras que en 2014 lo hacían el 6 %. Sobre esta reducción porcentual, tiene un mayor efecto el crecimiento poblacional, pues en el año 2014 se calculó un total de 120 millones de habitantes, mientras que en el 2020 se contabilizaron más de 130 millones. De manera más específica, dentro de la clasificación actual sobre el tipo de discapacidad, se observa que la deficiencia para el movimiento es la de mayor incidencia (Fig. 1).
De las personas con deficiencia en el movimiento, una gran proporción es de aquellas que han sufrido una amputación en diferentes niveles, en una o ambas extremidades inferiores. Como recordatorio sobre la prevención, resulta importante mencionar que, en orden de incidencia, actualmente la principal causa de estas amputaciones son las enfermedades vasculares periféricas (en su mayoría por la presencia de diabetes mellitus), en segundo lugar las amputaciones traumáticas y en tercero las patologías como los osteosarcomas (tumor óseo) (3).
Para el proceso fisioterapéutico estos datos son importantes, ya que permiten al profesional establecer y desarrollar un tratamiento adecuado a cada paciente dentro de su rehabilitación. El fisioterapeuta dentro del equipo de rehabilitación que atenderá a estos pacientes será el encargado de evaluar las capacidades musculoesqueléticas del paciente, para prescribir y aplicar un tratamiento personalizado y adecuado a las necesidades funcionales y personales del paciente.
Para dicho propósito, el fisioterapeuta cuenta con herramientas específicas como el Modelo de Intervención en Fisioterapia (MIF) (4), o la Clasificación Internacional de la Función (CIF) (5), con las cuales trabajará en la valoración, preparación y adaptación del paciente para el correcto uso del dispositivo protésico que diseñe y manufacture el profesional de órtesis y prótesis (Fig. 2).
El trabajo del médico rehabilitador, el ortesista protesista y del fisioterapeuta durante la atención del paciente con amputación será indefectible, pues de ello depende el verdadero alcance funcional de la persona.
Originalmente se reconocen cuatro fases en las que se debe realizar una intervención fisioterapéutica con el paciente que ha sufrido una amputación de extremidad inferior (3,6-12).
1. Fase prequirúrgica. En algunos casos, es posible que la amputación sea programada, lo que permite que, tras una evaluación del médico rehabilitador y del fisioterapeuta, se desarrolle un entrenamiento general de la funcionalidad corporal, potencializando el tronco y las extremidades superiores que ayudarán al paciente.
2. Fase preprotésica. El fisioterapeuta desarrollará un tratamiento enfocado a la preparación morfofuncional del muñón, además de continuar con la potencialización general. Apoyará en el manejo del dolor, inestabilidad y aparición de dolor en el miembro fantasma. Para ello las técnicas enfocadas a la imagen, esquema y conciencia corporal serán indispensables.
3. Fase protésica. En esta etapa, el trabajo del fisioterapeuta se deberá enfocar en el entrenamiento del correcto manejo del dispositivo protésico durante las diferentes actividades básicas (sentarse-levantarse, control postural en bipedestación, cambio de posición, equilibrio y estabilidad, adaptación de la marcha, entre las más importantes).
4. Readaptación o integración. Esta, como la fase final, requiere necesariamente del trabajo conjunto del fisioterapeuta con el terapeuta ocupacional, y del equipo multidisciplinario completo. De manera precisa, el fisioterapeuta se encarga de entrenar al paciente en actividades de participación (personales, sociales y laborales), disminución de barreras arquitectónicas e incluso integración deportiva y cultural, esto de acuerdo con el potencial del paciente.
Sin duda, la rehabilitación integral de un paciente que ha sufrido una amputación requiere del trabajo conjunto de un equipo de profesionales en diferentes áreas, cada una en igualdad de importancia, ya que, de no existir esta sinergia, los resultados podrían conducir a un abandono de la prótesis (3) y en consecuencia de la recuperación funcional.
El fisioterapeuta que atienda a estos pacientes requiere de un entrenamiento especializado, así como una interacción constante y eficiente con los demás profesionales del equipo.
Referencias
1. INEGI. Discapacidad. https://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/discapacidad.aspx. 2021.
2. INEGI. La discapacidad en México 2014. https://www.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_estruc/702825094409.pdf
3. Eduardo Vázquez Vela Sánchez. Los amputados y su rehabilitación. Un reto para el estado. 2015. Academia Nacional de Medicina de México. 2015-2016. https://www.anmm.org.mx/publicaciones/ultimas_publicaciones/Rehabilitacion.pdf
4. Alejandro Orozco Acosta, Soraya Inés Chabur Almanza, Sandra Liliana Montes Guerrero, Marcy Jeaneth Murillo Sánchez, Diana Milena Rubiano Preciado R. MODELO DE INTERVENCIÓN FISIOTERAPÉUTICA EN DESÓRDENES MUSCULOESQUELÉTICOS. Universidad del Rosario. Facultad de Rehabilitación Desarrollo Humano.
5. Jimmy Jiménez Tordoya E. Guía metodológica para elaborar el diagnóstico fisioterapéutico según la Clasificación Internacional del Funcionamiento (CIF), de la discapacidad y de la salud. Gaceta Médica Boliviana. 2016; Vol. 39(1):46-52.
6. Imamphd B, Miller WC, Finlayson HC, Eng JJ, Jarus T. Lower limb prosthetic rehabilitation in Canada: A survey study. Physiotherapy Canada. 2019;Vol. 71(1):11–21.
7. Lorenzo Moreno C. FFMJ, AIA, MGJE, BGR. tratamiento protésico y funcional en amputados de miembro inferior. 2003; Vol. 6:7–21.
8. Ülger Ö, Yıldırım Şahan T, Çelik SE. A systematic literature review of physiotherapy and rehabilitation approaches to lower-limb amputation. Physiotherapy Theory and Practice. 2018; Vol. 34(11):821–34.
9. Geertzen J, van der Linde H, Rosenbrand K, Conradi M, Deckers J, Koning J, et al. Dutch evidence-based guidelines for amputation and prosthetics of the lower extremity: Rehabilitation process and prosthetics. Part 2. Prosthetics and Orthotics International. 2015; Vol. 39(5):361–71.
10. Ülger Ö, Yıldırım Şahan T, Çelik SE. A systematic literature review of physiotherapy and rehabilitation approaches to lower-limb amputation. Physiotherapy Theory and Practice. 2018; Vol. 34(11):821–34.
11. Deans SA, McFadyen AK, Rowe PJ. Physical activity and quality of life: A study of a lower-limb amputee population. Prosthetics and Orthotics International. 2008; Vol. 32(2):186–200.
12. Ephraim PL, Wegener ST, MacKenzie EJ, Dillingham TR, Pezzin LE. Phantom pain, residual limb pain, and back pain in amputees: Results of a national survey. Archives of Physical Medicine and Rehabilitation. 2005; Vol. 86(10):1910–9.
Los doctores Igor Salinas Sánchez y Raide Alfonso González Carbonell son profesores de la licenciatura en órtesis y prótesis en la ENES Juriquilla de la UNAM.
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