1
Los disturbios ocurridos a mediados de agosto en el norte del país causaron no sólo una grave preocupación en el semblante gubernamental sino, mostrando de nuevo la careta deformada de la “crítica” establecida que pasaba de cuestionadora simulando a la perfección sus intereses ocultos, también los acomodados opositores —revestidos de solemnes comentadores de la política— plantearon su oráculo pesaroso: a partir de una severa aseveración —y no es éste un coincidente juego de palabras— del periodista Ricardo Alemán, adujeron, con profunda indignación, que López Obrador está detrás de toda esta conflagración por convenir a sus objetivos narcos, acusación respaldada de inmediato, aunque con evidentes signos de ambigüedad crítica, hasta por comentadores patrocinados por el Estado en la televisión pública. Por ejemplo, el lunes 15 de agosto, en Primer Plano de Canal Once, María Amparo Casar —con seriedad digna de un drama hondamente consternado— dijo que México vive (a pesar de o precisamente por las mañaneras) un “vacío de información” como no había sucedido en sexenios del pasado, de ahí las atrabiliarias desolaciones por la violencia suscitada en el país, lo que motivó al académico José Antonio Crespo, en ese mismo programa de Canal Once, a insinuar, tendenciosamente, la casualidad de los incendios justo a los Oxxos, esos mismos centros de conveniencia, ¡vaya coincidencia!, a los que se ha referido López Obrador en sus conferencias matutinas con acentuaciones oprobiosas al empresariado que los sostienen por sus abusos capitalistas.
Crespo y Casar no ceden en sus ofensivas contra el morenista desde sus privilegiados sitios en la tribuna pública.
(¡A tal punto de confrontación vana contra la administración morenista se han aproximado los periodistas considerados “líderes de opinión” que el Sistema Público de Radiodifusión del Estado ha estrenado un programa televisivo diario intitulado Mañanera 360, en Canal Catorce —conducido por Azul Alzaga y Jorge Armando Rocha—, para ratificar y comentar, sin infodemias ni elucubraciones tendenciosas, los dichos durante las conferencias matutinas del presidente de la República!)
Pero no nada más son ellos (Casar y Crespo, que parecen darle un sentido oracular muy propio a los planteamientos vertidos en las mañaneras; es decir, creen oír lo que intuyen estar escuchando). Con la excepción de Lorenzo Meyer, cuyo discurso —desde siempre— es balanceado en su disquisición crítica, los otros panelistas parecieran ser parte de, o estar entregados a, la oposición estructurada en la industria mediática desde el mismo momento en que le fuera recortada la multimillonaria bolsa económica con la que, anteriormente, era controlado su servicio informativo. En ese mismo programa Primer Plano, por ejemplo, Leonardo Curzio, al ser enterado de la nueva secretaria de Educación Pública, mostró su enfado y su desacuerdo al elegir el presidente morenista a su gente tal como Curzio hubiera elegido a su gente de haber sido el mandatario, tal como de manera involuntaria él mismo lo acota acaso sin percatarse del yerro de lo mismo que denunciaba.
Tras el anuncio que el presidente López Obrador hizo en su conferencia matutina del 15 de agosto respecto a la designación de la maestra Leticia Ramírez —anterior directora de Atención Ciudadana de la Presidencia de la República— como nueva titular de la Secretaría de Educación Pública, posterior a la salida de la también profesora Delfina Gómez para contender, ésta, por la gubernatura del Estado de México, ese mismo día, ya en la noche, en el programa de Canal Once Primer Plano, Leonardo Curzio caviló sobre dicho nombramiento: “Si hubiera nombrado a Enrique Semo como secretario de Educación o a Luciano Concheiro, pues son gente del presidente y tienen credenciales para serlo; pero, en este caso, va y recluta entre quienes lo ayudan… entre su oficina: este señor [Eduardo] Villegas que me ayuda, se va de embajador a Rusia… ¡esta señora que me atendía las llamadas, se va de secretaria de Educación! No digo que nombre a María Amparo Casar o a Carlos Elizondo, es un decir, ¿pero por qué no nombra a muchos de la 4T que lo han acompañado y tienen competencia técnica y un proyecto político?”
Curzio afirmó, de pasada, que el mandatario mexicano se halla decepcionado de varios funcionarios y que solamente “confía en los militares y en quienes están cerca” de él.
¿Por qué no habrá designado López Obrador, ¡caray!, a Enrique Semo para complacer a su denodado opositor Curzio?
¡Seguramente lo hizo sólo para continuar contraponiéndose a los pundonorosos criterios sociales de estos críticos que se consideran a sí mismos la vanguardia insoslayable de la opinión política, siempre tan atentos a lo que ellos consideran sus desvaríos (del morenista, no de ellos mismos)!
2
Mientras la nueva titular de la SEP, Leticia Ramírez, continuaba presente en sus funciones como directora de Atención Ciudadana, el pasado 17 de agosto durante su conferencia matutina el presidente López Obrador abordó el ya referido comentario de Leonardo Curzio.
El titular del Ejecutivo federal señaló:
—Fíjense lo que escribió un periodista de estos famosos que, además, es considerado experto. La educación no es sinónimo de cultura. Es un comentarista y doctor en Geografía e Historia. Fíjense, independientemente de si es cierto o no, vean, analicen y reflexionen sobre el modito… ¡ese es el problema del conservadurismo! Son muy racistas, clasistas y discriminan. ¡Se sienten superiores! Después de que lo escuchemos, debería de ofrecer disculpas… Esto que escucharán es la mentalidad que prevalecía: ¡los servidores públicos tenían que ser fifís y sabiondos! ¡Cómo iban a llegar los campesinos, obreros, comerciantes e indígenas a cargos de representación popular! ¡Ellos no podían ser representantes populares, tenían que ser los sabiondos!
El mandatario remató atizando más su reflexión acerca de que tales ataques de intelectuales y analistas provienen, justamente, de medios públicos, como Canal Once.
—¡Hablan de que hay censura y somos autoritarios! Canal Once es el canal del Instituto Politécnico Nacional y, en la organización de la administración pública, depende de la SEP, así que el señor Leonardo Curzio ya la libró: ¡no se le va a tocar! ¡No se toca a nadie! ¡Hay libertades…!
Tras escuchar el audio —transmitido en Canal Once— frente a los reporteros asistentes a tal diálogo con la prensa, López Obrador refrendó su confianza en Leticia Ramírez abrazándola mientras los fotógrafos capturaban el momento.
Por la noche, en su noticiario acostumbrado, Ciro Gómez Leyva, al final de su emisión, se mofó del morenista diciendo que este país no puede gobernarse a partir de ciertos moditos, en clara alusión al señalamiento de López Obrador sobre el clasismo evidenciado de Curzio sobrepuesto a su enfado por la designación de Leticia Ramírez como nueva secretaria de Educación Pública.
3
En el programa El martes del Jaguar, transmitido por el Sistema de Televisión y Radio de Campeche conducido por la gobernadora de dicha entidad, Layda Sansores, el periodista Jenaro Villamil expresó lo siguiente acerca del contexto de medios hegemónicos en México: “En el viejo régimen de medios de comunicación del neoliberalismo, donde las entrevistas tienen precio… las menciones tienen precio… los golpes tienen precio y el micrófono tiene precio… ¡se está violando flagrantemente la ley!… Antes eran lo que, de manera muy pedante, llamaban el star system o el sistema de las estrellas… y yo creo que las estrellas se han ido apagando, por eso están furiosos, molestos y golpean cada vez más. La pregunta es: ¿quién pompó?, ¿quién está pagando esos golpes? Esta generación de comunicadores y comunicadoras se acostumbraron a ese modelo, recibían hasta dos millones de pesos mensuales como salario… ¡en cualquier país del mundo es un insulto!”
Tiene razón Jenaro Villamil: los “críticos del sistema” siempre han cobrado muy alto por sus decires, o por prestarse a tales decires, que espabilan supuestamente con honda honorabilidad. A mí siempre me ha sorprendido la inmensa cantidad de dinero que ganan estos caballeros y estas damas por pertenecer a la élite de la opinión. Ya todos parecen incluso confundirse en sus inmodestas apariencias. Sergio Sarmiento y Leo Zuckermann en Televisa aseguran que el Estado ya fracasó en su guerra contra el crimen (que, aunque los señores del gabinete morenista no lo reconozcan, se tiene que aceptar, según este par de sesudos analistas de la política nacional, ¡que vivimos en iguales condiciones al calderonismo!), además de vivir, los mexicanos, bajo un régimen del terror. Y lo dicen con una solemnidad tan contundentemente severa que hay receptores que, en verdad, se lo creen a pie juntillas, objetivo nodal de estos pensadores: convencer a su posible público que estamos siendo gobernados por un político que no sabe de política… si se lo compara con ellos, por supuesto. Y tanto Sarmiento como Paoli Bolio o Zuckermann y María Amparo Casar y Carlos Marín o Loret de Mola y Raymundo Riva Palacio y Sergio Aguayo y Leonardo Curzio se entremezclan y se fusionan y se aplauden a sí mismos (son ya tan parecidos entre sí que se protegen y se consienten contra lo que creen, en su soberbia crítica por años irrefutada y dominante, una farsa dictatorial) que son parte ya de la distinguida entropía crítica que produce mensajes intermitentes tan desbalagados unos de otros o tan casualmente vacunados con el mismo perfil que al final, como una suerte de dictamen coincidente, vienen a prolongarse en uno solo: la antipatía que raya en la aversión que los críticos sienten por el mandatario morenista es tan visible en sus expresiones que ni cobrando lo que cobran (por lo menos en Canal Once cada trimestre, por sólo opinar de política, los airados críticos del sistema se embolsan más de 170,000 mil pesos) se les difuminará la ira, supongo. Porque los comentadores de la crítica política siempre han cobrado, y muy bien, por sus decires tan… tan… tan distanciados de los decires del vulgo que son irremplazables en sus caros puntos de vista.
4
Durante la conferencia matutina del 15 de agosto, el presidente López Obrador hizo mención de un tuit publicado por la periodista Dolia Estévez, que difundió una nota del diario Reforma en la cual dicho medio afirma que, en los recientes actos vandálicos ocurridos en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California se registraron 260 muertos. Ante ello, el mandatario morenista enfatizó: “Miren esto, ¡es falso! Por eso tenemos que estar informando cotidianamente, porque el hampa del periodismo sostiene la máxima de Goebbels de que una mentira que se repite muchas veces puede convertirse en verdad”.
El titular del Ejecutivo federal leyó el encabezado de la referida nota: “Cuatro días de terror: bloqueos, ataques y 260 muertos”. Posteriormente, López Obrador comparó a Reforma con la extinta publicación Alarma, cuyo énfasis en resaltar y dimensionar las muertes la hacía objeto de morbo consumista vendiendo millones de ejemplares al grado de convertirse, esta revista, en una prensa que no necesitaba de la publicidad oficial para poder subsistir, a diferencia de todos los otros medios de comunicación asentados bajo los dictados, o los estigmas, de la clase política.
Lo realmente curioso, y grave, de la situación periodística contemporánea es su renuencia a la cavilación por haberle dejado un sitio confortable, apresuradamente, al raciocinio airado, que no admire, o no soporta, ser replicada constantemente por la figura presidencial que antes daba su lugar, en aparente respeto, a los protagonismos de la prensa sin intervenir visiblemente en sus pareceres, mucho menos en sus opiniones… ¡poniéndose, el mandatario —tal como lo hace ahora el tabasqueño—, a su altura rebatiéndoles su libre albedrío!
¡Cómo se atreve!
La discreción era portadora de respeto. Total, si alguien se pasaba de la raya bastaba con expulsarlo, o expulsarla, del medio donde había soltado su impertinencia. Hay cientos de ejemplos demostrativos (ahí está Carmen Aristegui, para no ir más lejos, despedida y abucheada por veintenas de varios de sus colegas que ahora la acogen con indulgencia), porque la prensa y sus periodistas suelen no empatar mutuamente, por eso sorprende que ahora en estos precisos momentos diversos periodistas asombrosamente, independientemente del medio donde facturen, coincidan en sus opiniones identificados en la ira que les produce los dichos y las acciones del mandatario morenista (porque lo irradian en cada gestualidad suya, irreprimidos en su desmesurado encono), a tales efectos que uno de estos periodistas —hijo de Pedro Ferriz de Con—, en su incontrolada irascibilidad, ¡pergeñó el pasado 12 de agosto una encuesta donde preguntaba a la gente si estaría dispuesta a participar en un golpe de Estado contra el tabasqueño, de ese innombrado y reprochable tamaño es la dimensión de su encono mimetizándose en un militar despojado ya de su disfraz de periodista!
¡Vaya con los moditos irritados y mordientes —aunque a estos “críticos” elitistas del sistema les haya causado escozor incomprensible este término— de esta ola novedosa de opositores con vestidura de periodistas!
AQUÍ PUEDES TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/