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Con piel de tilapia, investigadora de la UAQ salva de la amputación el pie de Alí

REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

FOTOS: ENRIQUE CONTLA/LALUPA.MX

La piel de tilapia salvó de una amputación a Alí Adalí. El joven de 35 años tuvo complicaciones con el pie diabético y los médicos coincidían en que la única opción para mantenerlo con vida era amputarlo para evitar más infecciones. La insistencia de su madre, Graciela, por encontrar otra solución y la experiencia de la maestra Alicia Barajas Pozos, le dieron una segunda oportunidad, al tratarse del primer caso clínico en Querétaro en el que se usa la piel de este pez para tratar el pie diabético.

Investigadores de Brasil tienen años de desarrollo en esta técnica para tratar quemaduras, gracias al alto contenido de colágeno de la piel de tilapia, muy parecido al que produce la piel humana, además de sus ácidos grasos y su capacidad para retener la humedad. Para este caso, la maestra de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) trabajó con la química Alicia Fonseca, quien tiene un banco de tilapia en Oaxaca, donde se cuida a detalle su desarrollo para el uso médico de la piel.

Hasta ahora, los resultados exitosos del tratamiento en el primer pie diabético con injerto de piel de tilapia, le dan esperanza a Alí, a su familia y podrían ser una opción para cientos de personas con problemas similares y con riesgo de amputación en Querétaro.

La primera vez que la piel de tilapia salva un pie diabético en Querétaro.

La investigadora Alicia Barajas es maestra en Heridas, Estomas y Quemaduras y sabía que la tilapia se usaba en la piel que ya estaba lista para recibir injertos. Sin embargo, los injertos llegan a tener precios de hasta tres mil 500 pesos por tamaños de 5 por 5 centímetros, cuando la herida de Alí tenía una superficie de 27 centímetros de largo y 17 centímetros de ancho.

El costo de realizar injertos en su cuerpo era muy alto, sobre todo porque muchos pacientes diabéticos “a veces no tienen ni para el pasaje” y los tratamientos son largos. A partir de su propia formación como investigadora, la maestra Alicia se preguntó si la piel de tilapia podría utilizarse también  en una herida limpia en personas diabéticas controladas.

Cuando Alicia, a petición de Graciela, revisó el pie de Alí, encontró una “tunelización de 4 centímetros” en uno de sus dedos. “Alí se sometió a una cirugía que se le complicó, porque se suponía que llevaba una cicatrización normal, pero se convirtió en una herida crónica que empezó a infectar los tejidos. Ya se hablaba de una amputación, pero su mamá buscó todo lo que se podía hacer, se le hicieron dos lavados quirúrgicos en el Hospital General bajo anestesia, en quirófano”.

13 de junio, antes del tratamiento

14 de junio

23 de junio

27 de junio

La maestra le solicitó permiso a Graciela para probar con la piel de tilapia en lugar de realizar un injerto común. “Me dijo que sí, aunque estaba muy inquieta, le daba pena preguntarle al doctor. Le aclaré que era la primera vez que se haría en Querétaro, que era parte de una investigación sobre el uso de piel de tilapia en México, porque en otros países lo han hecho en quemados, pero esto se parecía a una quemada, limpia, con bordes adheridos y le expliqué que lo haría con mis alumnos de la maestría y me dijo: adelante”.

Las ventajas de la piel de tilapia

Alicia Barajas recurrió a la química Alicia Fonseca, quien cuenta con un banco de tilapia y una cámara de seguridad de flujo laminar, para asegurarse de la calidad de la piel.  La tilapia requiere un proceso especial para asegurarse de que no habrá exceso de humedad y que cumple con todas las características para adherirse bien a la piel humana

Con 35 años de servicio en la enfermería, Barajas sostiene que la piel de este pez es muy parecida a la piel del ser humano, sobre todo en lo que se refiere al colágeno, incluso, es capaz de quitar el dolor en cuanto se coloca en las personas con heridas o con el pie diabético, como sucedió con Alí.

13 de agosto

“No solamente he colocado esta piel en quemaduras o en el pie diabético, la he colocado en pacientes de 70 años para arriba, donde la piel es muy ligera y tienen una herida traumática, retiramos la piel afectada y colocamos la tilapia. Tengo una paciente de 79 años que se golpeó con una silla y tenía una ampolla, quité la piel lastimada, coloqué una tilapia con mucho éxito, a ella se le quitó el dolor, ese es uno de los grandes beneficios de este tipo de piel”.

El dolor de Alí también disminuyó, tras recibir la piel de tilapia finalmente logró dormir y disminuir los analgésicos. A diferencia de otros injertos, la piel de tilapia tiene un costo de dos mil 700 pesos y puede usarse en varias ocasiones, porque una vez que logra su efecto, se seca y se cae sola. “Quiere decir que hay que colocar nuevamente piel en esa zona, pero alcanza la piel”.

La maestra de la UAQ reconoce que, en México, igual que en otros países, todavía no se autoriza el uso de la piel de tilapia, a pesar de que demostró su éxito en distintos estudios para tratar las quemaduras. Barajas insistió que esta es la primera vez que se coloca un injerto así en Querétaro y por eso, con la colaboración de su colega en Oaxaca, publicará los resultados en una revista científica.

Una segunda oportunidad

Alí Adalí tenía programada una operación para tratar sus várices. Diabético desde hace años, reconoce que no se cuidaba pese a la insistencia de su mamá, la enfermera Graciela. Como armador, en una empresa de ruedas y rodajas en la que labora desde hace 12 años, hacía trabajo manual, aunque también acudía a entregar material, “o sea, hacía de todo”.

Antes de la cirugía, se le acabó la suela del zapato de seguridad que usaba, pero dejó la compra para después, “ya cuando vi, tenía una úlcera. Era chiquita y me tardó en cerrar como dos semanas, pero no vi que tenía otra en los dedos y ahí empezó todo esto”.

A veces le dolía la herida, pero al tener problemas de circulación, pensaba que eso provocaba la molestia y ya tenía la operación programada. Después de la cirugía de safenectomía para eliminar las várices, su mamá empezó a notar ciertos cambios, además que su pie olía mal, “pero él no me dejaba revisar” y confió en las limpiezas que le hacían, hasta que el problema avanzó.

Cuando regresaron a la revisión y Alí presentó fiebre, Graciela escuchó la recomendación médica de amputar el pie. “Yo no quería. Me dijeron, ¿qué prefiere un hijo incompleto vivo o un hijo completo muerto? Y yo en mi arrogancia, porque no dije ‘primero dios’, dije: quiero un hijo completo y vivo y me aguanté, me decidí a estar fuerte para él”.

“Le dije al doctor: yo venía a que lo lavaran, no a que lo amputaran”. La intervención a otras personas que se encontraban entre la vida y la muerte, el exceso de trabajo y la decisión de Graciela de evitar la amputación, impidieron que se interviniera a su hijo y ella recurrió a todo lo que conocía, hasta que recordó a la maestra Barajas, una excompañera del hospital.

La tilapia como opción

En busca de una solución, Graciela y Alí pusieron toda su fe a la opción que les ofreció Alicia, aunque suponían que usar la piel de tilapia sería muy costoso, porque “si el uso de colágeno cuesta como 50 mil pesos”, estimaban que esta piel, mucho más grande, costaría alrededor de 70 mil pesos, pero buscaron cómo prepararse para ese gasto. Se sorprendieron cuando se enteraron de que solo serían dos mil 500 pesos para cubrir una herida grande.

Empezaron los primeros injertos y en sólo 7 días se notaba una mejoría importante. El dolor disminuyó, la piel se empezó a recuperar. “Al principio, con la primera curación en el hospital, yo les dije: si me tienen que cortar el pie pues córtenlo, ya me quiero ir. Me dijeron que no podían cortar nada más porque sí, que tenían que ver cómo avanzaba y hasta dónde cortar, pero me dolía mucho y ahora que, gracias a dios, no me cortaron nada, me siento contento y pienso: si me lo hubieran cortado cómo me sentiría”, confiesa con voz entrecortada.

5 de agosto, en la UAQ

Alí Dalí no se imagina ahora sin un pie, sin una pierna. Hoy ve sus dedos como un milagro, como resultado de la insistencia de su mamá, de la intervención de doctores y enfermeros y de la iniciativa de la maestra Alicia. Ya quiere regresar a trabajar, aunque todavía no puede hacerlo.

Graciela se aguanta las lágrimas. Aprendió a ser fuerte para enfrentar lo que vivían su hijo y toda su familia. Sabe que esto todavía no termina, pero está decidida a que saldrán adelante.

Alí reconoce el esfuerzo de su mamá, ahora tiene un compromiso con cuidarse a sí mismo “y mucho”. Cambió sus hábitos alimenticios y agradece cada paso que puede dar. En los análisis más recientes bajaron sus niveles de glucosa a niveles que nunca antes tuvo y están convencidos vivieron esto por algo y para algo.

31 de agosto

“Si su caso sirve para investigación o para ayudar a muchas otras personas pues que sirva, a lo mejor para eso pasó esto, espero que sí y ahora sabe que se tiene que cuidar, porque no hay de otra, está bien, se ve bien”, insiste Graciela.  

La maestra Alicia Barajas subraya que la prevención y la atención inmediata de las heridas y el pie diabético pueden salvar a cientos de personas de las amputaciones que hoy se realizan en el país, pero para eso se necesita invertir en instalaciones, equipamiento y en capacitación al personal médico.

Su propia experiencia en la atención de heridas, le permite afirmar que evitar las amputaciones eleva la calidad de vida al evitar cambios radicales en las personas, además que les da una segunda oportunidad, que es lo que más necesitan quienes pasan por estas situaciones, sobre todo, si se tiene cerca una opción económica como la piel de tilapia. 

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Last modified: 23 septiembre, 2022
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