Ayer se registró un ataque a Polonia con un misil cuya procedencia aún es investigada. No obstante, hay sospecha de que el proyectil fue lanzado por órdenes de Rusia. ¿Qué impacto puede traer este suceso?
La guerra entre Rusia y Ucrania se ha robado los reflectores del globo por varias razones, entre ellas, la posibilidad de que escale de tal manera que estalle una guerra mucho más catastrófica, en la que más agentes se vean involucrados, lo que podría derivar en una tercera guerra mundial. Para evitarla, Occidente se ha mantenido al margen de una intervención más directa, sin que ello signifique un alejamiento de la asistencia económica, diplomática y militar que ha provisto a Kiev.
Es fácil para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) asistir a Ucrania, a pesar de que este país no es miembro de la alianza militar occidental, sobre todo porque necesita garantizar la seguridad de otros países europeos aledaños que, en cambio, sí son parte de ella. Sin embargo, como se mencionó arriba, un involucramiento directo en la guerra podría desencadenar una reacción severa por parte de Rusia de proporciones inimaginables, puesto que un enfrentamiento nuclear estaría sobre la mesa, por descabellado que parezca.
En este contexto, el ataque de ayer enciende las alertas en la OTAN, pues Polonia es Estado miembro de la organización. Todavía no se sabe con certeza de dónde fue lanzado el misil, pero de momento no se descarta que fuera desde Rusia, o bien, bajo órdenes rusas.
Durante el G20 en Bali, Indonesia, varios líderes pertenecientes a la alianza militar occidental han emitido declaraciones en torno al caso de Polonia, como el presidente estadounidense Joe Biden, quien, con la información con la que contó por el momento, señalaba como improbable que el misil haya sido disparado desde territorio ruso.
No obstante, las investigaciones siguen su curso y resulta complicado descartar alguna posibilidad. Pero si fuese el caso de que el ataque haya sido perpetrado por órdenes de Rusia, la OTAN se vería comprometida a reaccionar, y probablemente no sería de forma cautelosa, sino con toda la fuerza disponible para exigir la rendición de cuentas de Moscú. Sin duda es preocupante, puesto que la asistencia militar que Occidente ha entregado a Ucrania para defenderse contra las tropas rusas ha sido sólida, a tal grado de que le ha significado varias victorias en el campo de batalla.
Considerando esto, la OTAN se vislumbra como una entidad muy poderosa que podría entonces hacerle frente fácilmente a Rusia. Eso significaría que, de llegar a esa situación, el Kremlin se encontraría rebasado, por lo que podría recurrir a otros medios más delicados para continuar con una guerra, pues su líder está empecinado en ganar. De manera que la situación podría ser mucho más delicada de lo que es hoy, ya que el riesgo de una derrota contundente no es algo con lo que Vladimir Putin pueda lidiar de manera sencilla. Como consecuencia, la amenaza de una guerra nuclear cobraría más fuerza.
En todo momento, como lo ha señalado la Unión Europea, ha prevalecido la diplomacia como respuesta a la guerra, y eso es algo que el liberalismo en el que se basa esta organización no soslayará en ningún momento. Esperemos que esa sea la vía para resolver la guerra de Rusia y Ucrania que ha puesto en jaque la estabilidad de la comunidad internacional que se había conseguido desde hacía mucho tiempo.