HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
La música visibiliza, incluye y aumenta la autoestima, sostiene Andrés Otokani, maestro de música y director general de la Asociación Civil Armonía e Inclusión, que desde 2019 genera oportunidades equitativas en aspectos culturales para personas con alguna discapacidad en San Juan del Río, lo que le valió el Premio Estatal de la Juventud 2022 a las Actividades Artísticas de forma grupal.
La asociación civil impulsa a la primera banda de rock en México que se integra por jóvenes con discapacidad intelectual, Rock DI. La banda ya tocó en diferentes foros, como Vive Latino, donde se presentó en dos ediciones, y en junio de 2023 realizará una gira por Escocia, donde también se promueve el desarrollo musical de las personas con discapacidad.
Otokani Álvarez García, músico de formación, encuentra en la música la oportunidad de desarrollar todos los potenciales de las personas sin importar su condición motriz o intelectual, aunque admite que todavía falta que los promotores culturales reconozcan estas capacidades.
“La gente todavía no logra identificar el potencial que existe en la discapacidad, pensamos que sólo pueden hacer ciertas actividades y el arte no lo vemos como una herramienta para ellos, pero la música es un puente y genera beneficios inmediatos. Los padres de estos chicos, cuando los empezaron a llevar, no esperaban nada, ahora son felices, son profesionales y reciben un sueldo por tocar”.
Cerrando brechas
Cuando Andrés Otokani empezó a dar clases de música en un centro de atención múltiple en San Juan del Río notó una gran brecha musical entre las personas sin discapacidad frente al resto de la gente, porque no se creían que podían ser artistas y eso les negaba oportunidades.
Entonces, con apoyo de familiares, inició el proyecto Armonía con Sol que se transformó en Armonía e Inclusión para profesionalizar los talentos musicales de las personas con discapacidad.
El objetivo de Armonía e Inclusión es ayudar a las personas a convertirse en artistas, ganar confianza, mejorar su autoestima y mejorar sus emociones y su aprendizaje, porque se busca que a través de las artes se beneficie a las personas con discapacidad.
“Por eso ganamos el premio, como actividades grupales y artísticas. Pero el proyecto tiene algunas ramas de emprendimientos culturales, la asociación civil es el eje matriz y de ahí se desprenden emprendimientos culturales, como la banda Rock DI que es la primera banda de rock en México con discapacidad intelectual. En Vive Latino participamos en 2020 y 2022, y hemos colaborado con artistas de otros países en el tema de arte y discapacidad”.
Se estima que con la banda de Rock DI se impactó al menos a cien personas, sobre todo desde hace dos años, cuando ganó fondos económicos del Reino Unido, a través del British Council, un instituto público que promueve las actividades educativas y consiguieron colaborar con Escocia, donde tendrán una gira en junio de 2023.
La asociación civil queretana participa con Paragon Music, otra organización escocesa que tiene un mismo enfoque con la música y la inclusión, por lo que participarán en una resistencia artística y una gira que los llevará por cuatro ciudades de Escocia. A esas actividades acudirán cinco músicos con discapacidad intelectual y tres facilitadores que los apoyan en la ejecución musical.
“El Reino Unido, en el tema de los artistas con discapacidad, está a años luz frente a México, hay una cultura diferente en cómo apoyan y profesionalizan el arte en las personas con discapacidad. En México vamos empezando, la gente que contrata a Rock DI ya entiende en que es una banda con diversidad, que no es convencional, al principio fue difícil para la gente entender que es una banda diferente porque tenemos ciertos requerimientos, como que a veces viaje su mamá con una chica con Down porque la tiene que asistir, que los procesos de instalación son más tardados, ahora Rock DI tiene más auge”.
La música mejora y une a las personas
Cuando una persona con discapacidad ingresa a los proyectos musicales de la asociación se presentan cambios inmediatos. Mejoran la autoestima, se siente una verdadera inclusión y cuando se enfrentan a un escenario, se vuelven más seguros además que aprenden a trabajar en equipo.
“La música ayuda a estos chicos y no vemos las barreras, sino que las eliminamos de manera creativa. Por ejemplo, muchas veces pensamos que una persona con parálisis cerebral, que no puede mover mucho su cuerpo no va a poder ser músico, pero a través de dispositivos tecnológicos como Ipad, sintetizadores, baterías eléctricas hemos logrado que puedan hacer música, que puedan expresarse y todos podemos ser creadores de arte”.
Para Andrés Otokani esto demuestra que es urgente cambiar la mirada hacia la discapacidad, porque el arte permite generar una conciencia diferente a partir de permitirles la creación y que expresen cómo es y cómo se siente la discapacidad o cómo viven los retos del mundo.
Aunque hay facilitadores que ayudan en la ejecución de los temas, las personas con discapacidad son quienes componen y escriben las letras, porque el arte se genera a partir de sus vivencias y su necesidad de dejar de ser invisibles para el resto de las personas.
“Tenemos una banda que se llama Los Rockstar, una orquesta que se integra por unos 15 jóvenes con discapacidad intelectual motriz y visual y ellos hablan sobre el cambio climático y se dirigen a niños y jóvenes”.
Por lo contrario, las letras de las canciones de Rock DI se enfocan a los derechos, al amor, el miedo, dejar de ser invisibles y parte de una necesidad de sus emociones, frente a una auto exploración de cómo se relacionan con el mundo. Los Rockstar se integra por personas de 16 a 30 años y Rock DI de los 17 a los 24 años.
En este proceso creativo no sólo ganan las personas con discapacidad, porque “todos los que colaboramos nos llenamos de satisfacción. Yo me siento como en la película La escuela del rock, de Jack Black, que era un músico medio frustrado y encuentra unos alumnos grandiosos musicalmente y él empieza a avanzar en su proceso cultural, a aprender. Un poco lo que me pasó a mí, recién acababa de terminar una banda de rock y me encuentro con los muchachos y empezamos a generar música, en una colaboración cultural bien chida para todos”.
El proyecto sorprendió a todos. La primera vez que los padres de familia empezaron a llevar a sus hijas e hijos a la asociación “no esperaban nada”, pero ahora, como músicos, reciben un sueldo, se sienten felices y “no llegaron con la intención de que pudieran ser artistas, sino que hicieran algo, ahora conocen gente por eso, viajan por eso, son profesionales por eso y es un proceso que nos ayuda a todos porque nos permite incluir a todos porque la música nos incluye, nos une, nos hace visibles”.
