Desde el año 2014, la ONU, a iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y por la propuesta realizada desde 2002 por la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (UISS), designó el 5 de diciembre para celebrar el Día Mundial del Suelo, a fin de hacer conciencia sobre la importancia de este recurso y llamar la atención sobre su uso y conservación, así como señalar los riesgos y la pérdida que se tiene a nivel mundial de suelos saludables.
Se puede definir el suelo como un sistema natural tridimensional, abierto y que funciona como un biorreactor, puesto que en su interior ocurre una gran variedad de reacciones físicas, químicas y biológicas. Es además un recurso de gran importancia, ya que es la base para el crecimiento de las plantas, que son los principales productores primarios en los ecosistemas terrestres.
También es considerado en sí mismo un ecosistema complejo, con una gran diversidad, que comprende desde bacterias, virus y hongos, hasta vertebrados, abarcando mamíferos, como las tuzas. Tal diversidad permite establecer múltiples interacciones y constituye parte esencial de los ciclos biogeoquímicos de nuestro planeta.
El suelo también brinda una gran cantidad de servicios ecosistémicos, pues su fauna, en particular los artrópodos y otros invertebrados, juega un papel muy importante. Entre los múltiples servicios ecosistémicos en los que participa la fauna del suelo están: a) es una fuente primordial de alimento y fibras, esencial para sustentar la vida y permitir el bienestar de los organismos; b) es receptor y filtro del agua, lo que permite contar con agua de calidad tanto para consumo humano como para el mantenimiento de la vida acuática; c) es regulador de gases de efecto invernadero y regula el clima; d) es un importante reservorio de biodiversidad, lo que permite la variabilidad y adaptación de los seres vivos.
A pesar de la gran importancia que tiene el suelo, es uno de los ambientes que se encuentran en mayor riesgo y del cual aún conocemos muy poco. Se le considera la tercera frontera biótica, después de las simas oceánicas y el dosel de los bosques tropicales. Se ha estimado que cerca de un 25 % de todos los seres vivos de la Tierra habitan los suelos, sin embargo, se calcula que apenas conocemos 1 % de toda esta diversidad.
Los artrópodos, el grupo de animales más diverso y exitoso en el planeta (más de 80 % de todos los animales que se conocen son artrópodos), constituyen la mayor parte de la denominada meso y macrofauna del suelo (mesofauna son organismos que miden entre 0.1 y 10 mm; macrofauna son organismos de más de 10 mm de longitud), y se considera que representan más de 85 % de la fauna que habita los suelos.
Su participación en procesos tan importantes como la descomposición de la materia orgánica y el ciclo de nutrientes los hace elementos clave para mantener la salud y fertilidad de los suelos. Grupos como los isópodos, miriápodos, insectos, ácaros y colémbolos dominan y regulan los procesos que se llevan a cabo en el sistema hojarasca-suelo, principalmente en la transformación de la hojarasca, y algunos pueden ser considerados como ingenieros de ecosistemas, ya que modifican y crean ambientes para que sean utilizados por otros organismos. Al consumir la hojarasca y depositar sus heces, permiten la descomposición por bacterias y hongos, con lo que también favorecen la dispersión y proliferación de la comunidad microbiana.
Este consumo de material vegetal puede ser de gran relevancia, por ejemplo, se estima que 60 % de la hojarasca incorporada anualmente es procesada por termitas; de igual forma, la producción de heces fecales por parte de los artrópodos permite la mineralización de gran cantidad de nutrientes, dejándolos disponibles para las plantas. Por otro lado, las galerías y la actividad de excavación que hacen muchos artrópodos y otros invertebrados mejoran las propiedades de los suelos, como la porosidad, con lo cual favorecen la circulación de aire y de drenaje en el suelo, facilitando la penetración de las raíces y reduciendo el riesgo de erosión.
Además de la enorme diversidad que albergan, y pese al pequeño tamaño que tiene la mayoría de los organismos que conforman la fauna del suelo, estudios recientes han mostrado que su biomasa es muy importante. Por ejemplo, un trabajo reciente de investigadores de la Universidad de Wurzburgo ha estimado que la cantidad de hormigas que existen en el planeta es de 20 cuatrillones (20 x 1015), lo que equivale a una quinta parte de la biomasa que representa la población humana.
Esta abundancia y diversidad, aunada al importante papel que tiene la fauna del suelo en los procesos ecosistémicos, hace que sea necesario aumentar los esfuerzos para conocer y comprender mejor este gran universo que tenemos bajo nuestros pies.
Para conocer más:
Schultheiss, P., S.S. Nooten, R. Wang, M.K. Wong, F. Brassard & B. Guénard. 2022. The abundance, biomass, and distribution of ants on Earth. Proceedings of the National Academy of Sciences, 119(40): e2201550119.
https://www.fao.org/soils-portal/soil-biodiversity/es/
https://www.un.org/es/observances/world-soil-day
La doctora Gabriela Castaño Meneses es coordinadora de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla
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