Autoría de 12:10 pm #Opinión, Eric Rosas - La Onda Plana

Tres en uno – Eric Rosas

Los días 9 y 10 de enero se llevó a cabo en la Ciudad de México la X Cumbre de Líderes de América del Norte, a la que asistieron el primer ministro de Canadá y los presidentes de Estados Unidos de América (EUA) y de México. Esta serie de reuniones trilaterales inició en el 2005, con la edición que tuvo lugar en la ciudad de Waco, Texas; y en estos 18 años se han realizado con mayor o menor frecuencia, pero quizá nunca en una coyuntura como la que ahora enfrenta la región norteamericana, en particular, y el mundo entero, en general.

Precedida por la sindemia más reciente, que en muchos ámbitos ha comenzado a dividir la historia de la civilización moderna en una suerte de eras Pre-Covid-19 y Post-Covid-19, la reunión de los “tres amigos” se realizó bajo las amenazantes penumbras del tsunami inflacionario, la recesión económica mundial, la peor ruptura de las cadenas de suministros para muchos de los insumos críticos que requieren la mayoría de las industrias más importantes, la marea incontenible de migrantes, la presión más intensa ocasionada por la insuficiencia alimentaria global y el galope incesante del jinete apocalíptico con forma de cambio climático.

En este mar tempestuoso navegan también otros dos centenares de naciones, pero no todas lo hacen con las mismas aspiraciones ni metas. En el caso de los tres países de América del Norte, no sólo deben superar el fuerte oleaje para evitar un posible naufragio, sino que también requieren alcanzar tierra firme antes que ninguna otra economía nacional o regional. El caso no es sencillo, pues ninguna de las tres economías norteamericanas puede lanzar —como quizá una de ellas quisiera— a alguno de sus otros dos acompañantes por la borda para aligerar la carga; y al trío le urge aprender a remar en el mismo sentido y de manera sincronizada, pues la mínima pérdida del ritmo podría rezagarlos irremediablemente en la carrera.

Canadá, EUA y México conforman un mercado de cerca de quinientos millones de habitantes, pero lo más importante es que las tres economías en conjunto representan un tercio del Producto Interno Bruto del orbe. Esta lucha hegemónica, a la que están acostumbrados nuestros vecinos estadounidenses, es una a la que México ha sido “invitado” sin tener la posibilidad de negarse, pues nuestros socios norteamericanos requieren de las materias primas de este paraíso tropical, de la juventud de la fuerza laboral, pero sobre todo del talento mexicano.

La integración norteamericana, iniciada en la década de los noventa del siglo XX, tras la firma del primer tratado de comercio libre de la región, ha mostrado ser la única ruta viable para las tres naciones en su carrera para mantener la hegemonía mundial, al menos en buena parte de lo que resta de la presente centuria. A pesar de la reticencia que ha habido siempre a ambos lados del Río Bravo por incluir al vecino en un proyecto de amalgamamiento regional, este de hecho se ha ido fraguando con el paso de los años y, a pesar de esos discursos negativos que en ocasiones se exacerban en el norte y otras veces en el sur, seguirá avanzando en la única dirección viable, la de la conformación de una sola plataforma económica.

Pero para que tal fusión se cristalice es imprescindible que los gobiernos en turno mantengan la vista puesta en la meta común. La construcción de una economía norteamericana sólida precisa de la generación de vasta energía limpia que le garantice una ventaja a la planta productiva asentada en la región, un Estado de derecho pleno que atraiga negocios y les permita prosperar, un ambiente sano ambiental, física y mentalmente para todos los norteamericanos; un suministro vasto de alimentos y un flujo regulado de migrantes, balanceado entre las tres naciones.

Estos son los cimientos que los “tres amigos” podrían haber sentado en este par de días para que sobre ellos puedan descansar los ladrillos de las tecnologías que esculpirán al mundo del siglo XXI. La biotecnología, inteligencia artificial, energías limpias y computación cuántica tendrán que florecer en Norteamérica antes y como en ningún otro sitio del mundo. Esperemos que en México se haya comprendido.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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Last modified: 11 enero, 2023
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