En la declaración conjunta de los tres líderes norteamericanos, que se produjo tras la X Cumbre de Líderes de América del Norte realizada los pasados días 9 y 10 de enero en la Ciudad de México, el primer ministro de Canadá y los presidentes de Estados Unidos de América y de México puntualizaron la necesidad de reactivar a la brevedad el mecanismo ya acordado en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, para incentivar la formación y circulación de talento especializado en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas —STEM, por Science, Technology, Engineering and Mathematics—, a fin de que este pueda fortalecer el desarrollo tecnológico y la innovación que requiere la región de Norteamérica para que efectivamente logre mantener su hegemonía mundial.
Las líneas, aunque breves, resultan de fundamental importancia para alcanzar el objetivo que se ha planteado la Unión Americana y para lo que requiere de sus dos vecinos, socios y aliados. En el caso de México, el bono demográfico que puede aportar a esta empresa es de enorme valía pues, además, se sabe que típicamente los jóvenes mexicanos son curiosos y gustan de las disciplinas STEM, aunque lamentablemente nuestro sistema educativo público no les ofrece las bases suficientes para continuar sus carreras profesionales en estos ámbitos, así lo reflejaba consistentemente el informe de la denominada Prueba PISA.
Conforme a lo plasmado en el Acta Chips y Ciencia, firmada por el presidente Joseph Biden en agosto del año pasado, se espera que la mayor economía del orbe y de Norteamérica se desarrolle en lo que resta del presente siglo con base en las nuevas tecnologías, como la computación cuántica, la inteligencia artificial, las energías limpias y la biotecnología. Para todas estas es necesaria una gran cantidad de recurso humano formado en los campos de STEM, que ahora escasea.
Sin embargo, la falta de científicos, tecnólogos, ingenieros y matemáticos no es exclusiva de la América del Norte, e incluso otras regiones como la europea enfrentan todavía una mayor escasez debido a su decreciente población y al envejecimiento de la misma. Países como Alemania, Francia, Italia o España, con tasas de natalidad que amenazan peligrosamente con volver inviables a estas naciones para dentro de unas décadas, han tratado de atraer talento de otras latitudes con cierto éxito, pero tras el Brexit el Reino Unido ha quedado en una situación mucho más crítica que la que tenía hasta antes de su separación.
Así se demuestra con el llamado urgente que a mediados de diciembre de 2022 hizo el Comité de Ciencia y Tecnología de la Casa de los Lores al ministro de Ciencia británico, para que presente urgentemente un plan a fin de que el archipiélago pueda atraer a cerebros de todo el mundo, y con ellos esté en la posibilidad de constituirse en una potencia tecnológica y científica para el año 2030. En la carta dirigida al funcionario, se resumen los hallazgos de un estudio encargado por el Comité de Ciencia y Tecnología que confirman la tremenda necesidad de talento en STEM que enfrenta la planta productiva de las islas. De dicho análisis se derivan doce recomendaciones que el gobierno de Londres debería implementar a la brevedad para permitir que las nuevas tecnologías, y la economía basada en estas, puedan florecer en lo que resta de la década actual.
La propuesta para el ejecutivo es que anime a trabajadores extranjeros altamente especializados a mudarse al Reino Unido, para lo que sugiere explorar la flexibilización del otorgamiento de visas y sus costos, así como el apoyo para que las pequeñas compañías contraten a este talento foráneo. También recomienda que se analice con extremo cuidado la necesidad de competencias en STEM, de manera que puedan desarrollarse entre los trabajadores actuales bajo modalidades de educación dual o continua. Si la respuesta del Ministerio de Ciencia, que se espera para el 15 de febrero, atiende este llamado, el Reino Unido se convertirá en otro poderoso imán para el talento mexicano, lo que será bueno para cada persona en lo individual, pero muy lamentable para México como nación.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
