Autoría de 12:53 pm #Opinión, Eric Rosas - La Onda Plana

Autosabotaje – Eric Rosas

En los meses más recientes se ha hablado mucho de la inmejorable situación en la que circunstancialmente se ha colocado México para recibir gran parte del beneficio que traerá la relocalización —nearshorig— de muchas compañías hacia la región de Norteamérica; sobre todo después de los estragos causados, primero, por los cierres a la planta productiva china, derivados de la pandemia de Covid-19, y luego debido a que la invasión a Ucrania ha terminado por afectar seriamente el suministro energético de varias regiones industriales de Europa.

La extraordinaria ubicación geográfica que tiene nuestro país ha sido explotada desde siempre por las potencias comerciales en turno para vincular al norte con el sur y al este con el oeste —podemos recordar a la Nao de la época del Virreinato, por ejemplo—. Esta se ha potenciado en la época moderna tras el establecimiento de más de una decena de tratados de comercio libre, que en conjunto nos dan acceso a más del 60 % del Producto Interno Bruto mundial. Pero, adicionalmente, la coyuntura actual comienza a otorgarnos una ventaja competitiva frente a otras regiones, pues —en principio— no deberíamos tener desabasto energético como el que enfrentan algunas naciones de Europa, ni espadas de Damocles amenazando nuestra paz, como es el caso de ciertas economías asiáticas o europeas.

Por si esto fuera poco, de los casi 500 millones de habitantes norteamericanos, México alberga a la población con el mejor bono demográfico —todavía—, que balancea extraordinariamente bien a la envejecida fuerza productiva de nuestros dos vecinos norteamericanos. Con millones de jóvenes entrando en la etapa más productiva de su vida, un gran talento y la avidez por aprender y trabajar, la fuerza laboral mexicana es la única de la región que podría mantener y acrecentar la productividad de Norteamérica.

De esta manera fortuita, México se encuentra ahora a punto de alcanzar una situación poco imaginada y seguramente envidiada por más de una de las economías emergentes, e incluso más grandes, y de nuestro propio continente. Todo esto, a pesar de que en los cuatro años recientes la presencia de nuestra nación en el concierto mundial se ha retraído en prácticamente todos los ámbitos y, por ejemplo, la extraordinaria labor que hicieron durante lustros los especialistas de ProMéxico ha sido abandonada, causando con ello un vacío irremediable en la promoción de nuestra planta productiva en todo el orbe.

Ante tan abrumadora buena fortuna, es difícil pensar que algo pudiera salir mal para el comercio internacional de México en los meses y años venideros; sin embargo, hay un aspecto que no se ha considerado y es el que podría desincentivar que el nearshoring beneficiara a nuestra economía. Contrario a lo que se supone que sería el ideal para la relocalización, que es el hecho de que nuestro país, además de lo ya mencionado, también ofreciera un entorno amigable hacia nuestros socios comerciales —friendshoring—, las acciones emprendidas por el gobierno federal de México últimamente apuntan precisamente en el ánimo opuesto.

No sólo habrá que mencionar la violación por parte del Gobierno de México a las reglas establecidas en el tratado de comercio libre de América del Norte, el T-MEC, en materia energética, motivo por el que se ciernen sobre nosotros las sombras de paneles en los que nada estaría a nuestro favor, sino también muchas otras acciones que se toman casi a diario desde Palacio Nacional, como el reciente impuesto a las exportaciones de maíz mexicano, con el que se busca de la peor manera darle la vuelta a los reclamos estadounidenses por las prohibiciones ilegales para importar el maíz amarillo que producen nuestros vecinos; o el anuncio hecho hace unos días respecto a que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México dejará de recibir carga, como si fuera posible que algún otro puerto aéreo del centro de país supliera esa función logística vital.

Con todas estas decisiones, parecería que México se encuentra empecinado en obstaculizarse a sí mismo para evitar que el nearshoring nos convierta en una de las principales economías del planeta.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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Last modified: 29 enero, 2023
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