El ascenso de China ha sido una montaña rusa para el mundo occidental y las potencias tradicionales. Si bien en un inicio se beneficiaban de su modelo de producción barato y masivo, construyendo millones de industrias en ese país, con todo el poder acumulado y la actual transición del país a una economía de servicios, las empresas comienzan a dudar de la rentabilidad de quedarse en “el gran rojo”. Xi Jinping ha empleado un proyecto que hace que la gran China se cierre en favor del fortalecimiento nacional, preparando y educando mejor a su capital humano y enriqueciendo sus industrias tecnológicas. Junto con el país cerrándose cada vez más, está la idea occidental de atacar a una potencia emergente no tradicional; desde el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos de América (EUA), la guerra comercial ha incrementado hasta imposibilitar los negocios entre estas dos naciones.
Bajo este contexto de incertidumbre resalta otro pequeño, pero rojo país: Vietnam. El país comunista adoptó un modelo similar a China de liberalización de mercado, pero a diferencia de este, donde sólo se hace en ciertas zonas, Vietnam lo aplicó en todo el territorio. Junto con esto llegó una inversión extranjera directa descomunal, dejando atrás los días cuando más del 60 % del país se encontraba en pobreza. Vietnam es el claro ejemplo de cómo liberalizar un país en vías de desarrollo.
Con un mercado tan abierto y en plena maduración, aunado con la estabilidad política que trae consigo el régimen del partido único, Vietnam se está convirtiendo poco a poco en la nueva China. A partir de las sanciones económicas a China, muchas empresas comenzaron a trasladar sus manufacturas a Vietnam, y esto incrementó durante la crisis de Covid-19. La pandemia les dejó a los empresarios claro que depender de un solo lugar es un suicidio empresarial, por lo que comenzaron con un plan llamado “China+1”, con el cual China seguiría funcionando como una buena aliada, pero teniendo un respaldo por cualquier situación: en este caso ese +1 es Vietnam.
A la par de ello, están las relaciones tan buenas que tiene el país vietnamita con el resto de Occidente, siendo el principal aliado de EUA en la parte surasiática, y ejemplo de esto es el conflicto con las islas en el Mar de China. Vietnam tiene una oportunidad de oro, el reto que enfrenta es prepararse para adoptar esta ola de cambios de la mejor manera. Vietnam aún no tiene un capital humano muy preparado, lo cual es necesario cuando la industria se está haciendo de alta tecnología. Las vías de comunicación e infraestructura deben de incrementarse; si bien es de los países más conectados en carreteras, mucha parte de su población agrícola sigue viviendo casi en aislamiento.
DANIEL GARCÍA MEJÍA ES ESTUDIANTE DE LA LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO (UAQ)
Que increíble análisis, grandiosa columna de opinión. ❤️ Besos al escritos.