Decires televisivos turbadores
Me desconcentro cuando miro ciertos programas recientes en los canales del Sistema Público de Radiodifusión.
El cineasta Luis Estrada dice a Fernando Rivera Calderón que la única vez en que no ha filmado una película con la anuencia del Estado es precisamente durante la administración obradorista (estaba hablando de su cinta ¡Que viva México! de más de tres horas de duración respaldada en un principio por la empresa Netflix a la que ha podido ganarle los derechos de distribución). Y se suelta, Luis Estrada, a lanzar diatribas contra el mandatario morenista, que va a continuar, dice, en el poder durante su estancia en el Rancho la Chingada porque se quiere perpetuar en la cima política el dictador (esto no lo dice con todas sus letras, pero lo da a entender), pues lo que estamos viviendo hoy es una intolerancia jamás vista, porque lo que se necesita es un diálogo como el que sostiene con Rivera Calderón, lo que de antemano está sugiriendo que con López Obrador no es posible tal suceso, que sí puede haber centenares de nuevas películas al año financiadas por la Secretaría de Cultura pero, dice Luis Estrada, ¡que nadie nunca mira!
Porque finalmente la cultura le vale madres —y así lo dice con este exabrupto medido— a la Cuarta Transformación, que por eso quitó —no Luis Estrada, sino López Obrador— los maravillosos fideicomisos que para Luis Estrada funcionaban muy bien y si no era así se podía denunciar el juego sucio de quien lo jugare, y luego habla de que ni el Ariel puede ser entregado por falta de dinero, que todo anda muy mal en esta administración que no ha volteado a ver su película, asunto que no le sucediera en los tiempos de Zedillo y Peña Nieto pasando por los periodos foxista y calderonista (cuando realizara sus cintas La ley de Herodes, Un mundo maravilloso, El Infierno y La dictadura perfecta… ¡y eso que el propio López Obrador aparece como actor en su nuevo filme!)…
No puedo creerlo.
¿Entonces porque no se le apoya económicamente a Luis Estrada las cosas en la cultura ahora andan de cabeza?
Pero Alejandra Frausto, la secretaria de Cultura —en otro programa— le dice a Jenaro Villamil, director del Sistema Público de Radio y Televisión del Estado, que nada ha cambiado en la cultura sino todo se ha fortalecido, que no se ha dejado de dar dinero al cine, ni a nadie que antes lo recibía, que incluso va a haber dinero para las estatuillas del Ariel, si bien no le dice nada a Villamil acerca de no haber atendido a Luis Estrada.
Y el periodista Jesús Lemus, en otra serie televisiva del SPR, le dice a Sabina Berman que si antes por lo menos se simulaba que se hacían trabajos de justicia en la Procuraduría respectiva, desde que está Gertz Manero al frente de la Fiscalía sencillamente no se trabaja, por eso durante su año escribió su libro de investigación El fiscal imperial, por el cual ha tenido que ocultarse por severas amenazas de muerte, que se han concretado al irlo a visitar personas armadas, vestidas de civil, a su casa de Michoacán, por lo que ha tenido que abandonar el país. No lo dice Lemus, pero es obvia la referencia a que está siendo censurado en plena etapa obradorista.
¿Por qué suceden estas cosas en el ámbito de la intelectualidad mexicana?, pregunto a los respetados novelista Agustín Ramos, crítico teatral Fernando de Ita, sociólogo Pablo Fernández Christlieb y periodista Mario Bravo Soria para, con sus amplias lucideces, poder vislumbrar, yo, la cuestión con ojo más agudo, tal vez.
Los desahogos exagerados dan vergüenza: Agustín Ramos
Dice Agustín Ramos:
—Me consta que Lemus es puntual y valiente, me simpatiza su crítica porque es la de alguien que se la juega. A Estrada y a todas las plañideras les pediría que no encarnaran los vicios que sus obras han sabido reflejar. Pero no me harán caso porque los niños berrinchudos son así cuando no les cumples sus caprichos. Están, dirían mis abuelos, muy echados a perder, por consentidotes. La mejor gente de México, no la derechosa ni los oficiosos, está tratando de salir de una catástrofe (bien ilustrada, por cierto, en La ley de Herodes, en Un mundo maravilloso y en La dictadura perfecta). De esas catástrofes no se sale en un día ni en diez años. ¿Qué parte no entienden estos enfermos que aún falta mucho para remontar la deuda externa, la corrupción sistemática que pudrieron todas las instituciones (empezando por la educación, la salud, la seguridad, la justicia)? Y que no terminó ahí sino que permeó las restantes. Entre otros planos, oh, sí, la cultura.
“Falta mucho para las mayorías, que son quienes producen todo lo que hay en este país, la cultura entre otras cosas. Así que sin mecenas narcoprianistas, ¿no podemos vivir, crear ni pensar? Urge la crítica, pero la verdadera crítica, no la pataleta, la creatividad, pero no la que se acaba cuando te quitan la ubre, la imaginación para sublimar las estrecheces que otros sufrieron todo el tiempo y que los privilegiados (incluso quienes merecían serlo) desconocen y no tienen la sutileza de señalar con mesura… Tantita madre.
“La catástrofe, por si no lo sabe gente como Estrada y otros ex becarios peores, tiene endeudado por billones de dólares al país, a todo el país; lo tiene como queso gruyere, lo tiene en una guerra extrema de desaparecidos, feminicidios, delincuentes con todo el poder (esos que retrató Estrada y que no se acaba con películas por buenas que sean ni con genialidades artísticas, políticas, de inteligencia financiera y de seguridad). Hace falta justicia, hace falta devolver el futuro a la raza enana y el presente mínimo a la chaviza. Los desahogos exagerados dan vergüenza.
“¿Las políticas culturales deben cambiar? Sí, pero como servicios culturales que alienten la independencia y no políticas de apapacho que derivan en corrupción moral (egoísmo pendejo) y en relaciones tóxicas que se expresan en chillidos tipo: la cultura le vale madres al nuevo régimen, nunca estuvimos tan requete mal, es el apocalipsis…
“No mamen y no estorben, niños malcriados, trabajen en la empatía, trabajen más en la conciencia social, ¿o es mucho pedir un poco de honestidad? De lo contrario van a terminar opinando lo mismo que los intelectuales de la derecha y firmando cartas de repudio a un gobierno que tiene todo en contra. ¿O quieren que regrese el pasado narcoprianista? Sí, eso quieren, eso los inspira (y los financia)”.
En Cultura el cambio se llama burocracia: De Ita
Dice Fernando de Ita:
—La fama te da atención pública, la atención pública crea personajes, los personajes son escuchados por un chingo de gente; ergo, los políticos no corrigen a los personajes, sólo los invitan a checar lo que ha gastado el gobierno del licenciado López Obrador en favor del cine. Si el fondo de la cuestión fuera el presupuesto se podrían mostrar comparativos favorables y desfavorables al respecto. Proporcionalmente, en el sexenio de Echeverría se invirtió acaso menos dinero del que tiene hoy a su encargo la Secretaría de Cultura para el cine, la diferencia es que había un propósito consciente de apoyar al cine en México de parte del gobierno y un propósito común entre la grey cinematográfica; hacer cine de autor con contenido social. ¿Otra paradoja?
“No sólo en la respuesta a Jenaro Villamil sobre la crítica de Guillermo del Toro y Luis Estrada sino en todo su discurso oficial, Alejandra Frausto evade los hechos al desconocer que el origen de la inoperancia del apoyo institucional al cine se inició con la desaparición de los fideicomisos que ejercían esos fondos. Aunque en el papel la secretaria de Cultura pretende demostrar que se ha invertido incluso más que en tiempos neoliberales al cine de autor, la desaparición de los fideicomisos marcó el inicio de la descomposición de un sistema de participación y resultados que siendo perfectible estaba lejos del nido de corrupción que vio el licenciado López Obrador en todos los fideicomisos.
“La secretaria asegura que todos los apoyos a la creación artística individual y colectiva siguen aplicándose, sólo que de distinta manera, aunque evita agregar que a esa distinción se le llama burocracia, la misma que retiene los fondos que antes llegaban con puntualidad inglesa a sus destinatarios precisamente por estar en un fideicomiso que, como en el caso del Fonca, tenían tres auditorías al año. Es un hecho que en sus inicios el Fonca fue un regalo de Salinas a los mandarines culturales que se sirvieron con la cuchara grande, aunque algunos de ellos, como los dramaturgos, realmente utilizaron esa beca para sobrevivir porque el nombre no pagaba la renta. Aunque puedo afirmar que en 2018 aquel Fonca era otro porque ya no eran los funcionarios los que determinaban las prioridades del Fondo. Con la 4ª regresamos al control gubernamental del presupuesto y de la normatividad del Aparato Cultural que, por primera vez, es ideológica.
“Aunque la libertad de creación artística está implícita en la libertad de expresión, la primera tiene su propia épica. Su reproducción es fascinante, pero larga. El tema es que luego de escaramuzas de todo tipo con autoridades intermedias, la línea oficial del prianato fue no meterse en ningún sentido con la libertad de creación. Sobre todo, en una gobernanza en donde la meritocracia cultural era la norma que conducía el Aparato. Porque es innegable que había jerarquías. Carlos Monsiváis fue el primero en advertírmelo en los años ochenta. Primero está el Príncipe, luego el Poeta, enseguida los lamesuelas y en la escala más alta el bufón.
“—¿Por qué en la más alta, Carlos?
“—Porque este país es una burla y en ese reino el bufón es el Rey.
“Acaso imaginé este diálogo que abrevia apropiadamente los intercambios verbales que tuve con Monsiváis sobre la importancia de la libertad de creación en todos los ámbitos, comenzando por el de la libertad de los sexos por escoger su propio destinatario. Carlos murió unos meses después de que se fundó en 2010 el Sistema Público de Radiodifusión, así que no tuvo el dilema de criticar o bendecir la orientación ideológica de los apoyos a la cultura del gobierno del licenciado López Obrador.
“A estas altura entiendo que no podía ser de otra manera. Me refiero a la orientación ideológica de un movimiento mesiánico que considera que en seis años se pueden sentar las bases que cambien la Historia de un país. Es tan monumental esa hazaña que apenas si ha logrado el derrumbe de un sistema de apoyo a las artes, que como el del apoyo a la salud está en crisis sólo para terminar en 2024 mejor que el de los países nórdicos. La cuestión es que ese sistema de salud es Universal; esto es, para todos los mexicanos, al menos teóricamente. El presupuesto de Cultura, no. Ese es para un sector de la sociedad que abarca muchos sectores, pero desde Echeverría y luego con Salinas los únicos beneficiados han sido las camarillas de Krauze y Aguilar Camín, y jódanse los demás, incluyendo a los críticos de esos monopolios culturales.
“Lo que le critico a la Frausto es que sea el florero cultural del presidente de la República en lugar de ser su Pol Pot que sigue al pie de la letra el conjunto de ocurrencias que su jefe físico y metafísico llama la transformación del país. Si ambos fueran serios, las huestes de Nexos y Letras Libres ya estarían en la zafra de caña del estado de Morelos donde en verano el calor roza los 45 grados a la sombra, y todos aquellos que fuimos beneficiados por algún programa neoliberal, jalando cables en el SPR.
“Les queda poco tiempo para dinamitar el sistema de privilegios culturales que acumuló la burguesía artística e intelectual de Salinas a Peña. Fuera máscaras. Viva el pueblo. Así de breve, así de fácil, así de simple es la política cultural del licenciado López Obrador”.
Es tan emocionante dar entrevistas que los que hablan se sueltan diciendo fantasía y media: Fernández Christlieb
Dice Pablo Fernández Christlieb:
—O hay una mentira o hay dos realidades, a escoger: es curioso el pensamiento social, cómo, con los mismos datos o las mismas informaciones, dos bandos pueden elaborar dos versiones tan opuestas incluso en cuestiones tan puntuales que pudieran ser comprobadas objetivamente: en este caso concreto, uno se inclinaría a pensar que quien está en la oposición política (así lo ha hecho la izquierda y así lo está haciendo la derecha) tiene la ventaja de poder criticar con todo rencor sin tener que hacer ni probar nada.
“Tercera posibilidad, es tan emocionante y tan absorbente dar entrevistas en radio o cualquier otro medio público que los que hablan se sueltan diciendo fantasía y media con tal de que los dejen hablar o de que los sigan oyendo; si son decentes ya después en su casa se arrepienten, si son indecentes se sienten heroicos; a escoger”.
Urge que en las mañaneras se inaugure un espacio para informar y precisar lo que la Secretaría de Cultura realiza: Bravo Soria
Y dice Mario Bravo Soria:
—Me sorprende que, el director de filmes tan destacados como La Ley de Herodes (1999) o El Infierno (2010), en los cuales se exhibe crudamente la corrupción y otros males históricos de la sociedad mexicana, no comprenda cómo esos vicios se enraizaron incluso en los ámbitos culturales, científicos y artísticos de este país… aunque no de manera absoluta; pero uno sabe que allí existieron y aún se mantienen vigentes élites que se beneficiaron arrolladoramente del aparato presupuestario del Estado mexicano.
“Todos lo sabemos.
“¡Sería magnífica una película de Luis Estrada que visibilizara esas dinámicas corruptas dentro de la cultura, la intelectualidad y la academia en México!
“Por ello fue que, con la desaparición de los fideicomisos culturales, desde el gobierno federal se intentó cerrar la llave mediante la cual se beneficiaban arbitrariamente varios integrantes de dichas élites, mientras la mayoría de creadores subsistía con penurias o laborando en dos o más empleos precarios.
“No pondría en duda la enorme relevancia de la filmografía de Luis Estrada… pero me preguntaría si se traduce en censura o boicot si él, por vez primera en varios sexenios, no recibe un apoyo del Estado para realizar su cine. También me pregunto si, en verdad, el arte debe necesariamente arribar a los grandes públicos y a los masivos escenarios, tal como sostiene Estrada al desestimar las cintas que no se exhiben para amplias cantidades de espectadores o aquellas que se filman, alternativamente, con un IPhone, como él señaló en la entrevista citada por el periodista Víctor Roura.
“Atinadamente, el director del filme La dictadura perfecta (2014) afirma que la Constitución obliga al Estado a garantizar tanto el acceso a la cultura como a su difusión y puesta en práctica. Ahí se asoma el problema central de quienes, durante varios sexenios, se beneficiaron por los apoyos provenientes del presupuesto público en materia de cultura y artes: si alguno de ellos o de ellas dejan de percibir tal o cual beca, premio, apoyo o retribución, ¿en automático eso convierte a las actuales políticas culturales en un fracaso?
“¿Por qué antes, según lo expresó Estrada, todo marchaba muy bien con los fideicomisos en cultura, a pesar de que tales mecanismos ni por error se destinaban a la totalidad de creadores en México? ¿Por qué las voces hoy disconformes no ventilaron públicamente, en el pasado, que las políticas públicas culturales no llegaban, por ejemplo, a los habitantes de comunidades en Guerrero, Oaxaca o Chiapas?
“No parece muy certera la afirmación de Estrada al decir que, al gobierno federal, le vale madres la cultura cuando en el sexenio actual se implementan programas como Semilleros Creativos, el cual se dirige a infantes y adolescentes en condiciones de vulnerabilidad social a quienes se les aproxima una formación artística directamente hasta sus comunidades donde radican.
“Es crucial entender que no darle apoyo del Estado en una ocasión a alguno de los preponderantes creadores en este país no necesariamente significa un acto de boicot, censura o arbitrariedad. En el fondo de ese grito que denuncia supuesta censura, percibo que se halla una actual disputa de narrativas y conceptos en torno a qué es la cultura, en dónde habita, quiénes deben ser sus realizadores y para qué un Estado debe promoverla.
“No me parece que exista un desinterés de la Cuarta Transformación en el plano cultural y artístico, sino un viraje. Allí es donde debiera situarse el debate: ¿es correcto o no que el actual gobierno federal conciba a las políticas públicas culturales como un eslabón importante en el proceso de saneamiento del tejido social y comunitario con el afán de construir la paz en este país y no tanto como el permanente apoyo económico a reconocidos poetas, novelistas, cineastas, teatreros y demás creadores y artistas que hoy se sienten engañados por la administración que encabeza López Obrador?
“Es poco fecundo decir a los cuatro vientos que, hoy en día, al gobierno le vale madres la cultura. Sería más idóneo discutir si tienen o no buenos resultados los 329 semilleros creativos existentes en México. No se pueden negar las experiencias de 12 mil niños y jóvenes participantes de esos semilleros: ¡es ofensivo y miope!
“Más valdría debatir si las vigentes políticas culturales, tanto presupuestaria como ideológicamente, son compatibles o no con el financiamiento de libros de poesía, novelas, filmes, obras de teatro, etcétera, de quienes hoy se sienten en la orfandad económica tras el cambio de dirección gubernamental.
“Aunado a lo ya dicho, señalo dos carencias y errores importantes que encuentro en la actual administración cultural federal: el primero gira en torno a la nula capacidad para abrir espacios de debate en donde se argumente cuál es la noción de cultura que se enarbola desde la Cuarta Transformación; en un segundo aspecto, me parece terriblemente ineficiente la dinámica de difusión sobre los diversos programas culturales implementados en la administración de Frausto. Miro como algo urgente que, quizás una vez al mes en las mañaneras de López Obrador, se inaugure un espacio para informar y precisar lo que la Secretaría de Cultura realiza y cómo, para dónde, hacia quiénes y con qué objetivos se distribuye el presupuesto.
“Lo dicho anteriormente no inhabilita la posibilidad de que lo expuesto por el cineasta Estrada pueda entenderse no meramente desde la clave del boicot, la censura o la arbitrariedad en contra de un reconocido director como él, sino también desde lógicas de ineficacia o burocracia gris que, como los tantísimos resabios del aparato priista y panista que todavía se mantienen con vida dentro del Estado mexicano y sus instituciones, podría haber causado el rechazo en tres ocasiones del apoyo económico a la cinta ¡Que viva México!”
La fuerza de la costumbre
Transcritas las respectivas respuestas, sólo me permito cavilar en la reciedumbre de la costumbre acumulada durante numerosas décadas que ha hecho pervivir los estragos del clientelismo ofuscados con las posibilidades de un cambio, cualquier cambio, porque antes aunque la gata se revolcara para aparentar otras personalidades seguía, finalmente, siendo la misma gata.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/
Ya chole, maestro Roura. No se enganche ni escriba textos tan soporíferos y enredados. Es evidente que el apoyo a la cultura en este sexenio va viento en popa, nada más hay que ver que hasta usted agarró hueso.