En días recientes, ha surgido la noticia de una creciente oposición política hacia el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. La situación podría evolucionar a convertirse en un serio problema para el gobierno en turno que, dicho sea de paso, ha sufrido muchos problemas a raíz de los severos terremotos registrados a principios del mes pasado. ¿Podría cambiar el panorama político en Turquía con este movimiento de la oposición?
Erdogan ha sido una figura muy fuerte en Turquía. Ha estado al frente del gobierno turco desde hace alrededor de dos décadas y le ha tocado liderarlo en varios eventos delicados en el escenario internacional. Por ejemplo, cuando estalló la guerra civil siria en los primeros instantes de la Primavera Árabe; el país transcontinental participó en el conflicto bélico para proteger sus fronteras con Asia y evitar algún problema mayor con los agentes involucrados en las batallas, como el Estado Islámico.
También, bajo el liderazgo de Erdogan en momentos recientes, Turquía ha fungido como mediador en la guerra entre Rusia y Ucrania, un evento que no sólo ha causado estragos a los beligerantes y al continente, sino a todo el mundo, en mayor o menor grado, y en múltiples cuestiones, como puede ser la económica, la comercial y la diplomática. La labor del gobierno turco para gestionar la reanudación de exportaciones de trigo ucraniano, que se encontraban obstaculizadas en los puertos controlados por fuerzas militares rusas, es un ejemplo del posicionamiento que ha adquirido a nivel regional.
De igual manera, domésticamente hablando, la presencia de Erdogan ha aumentado al paso de los años, configurando un poderío sustancial que le ha permitido permanecer en el gobierno y ampliar su partido. Esto le ha concedido al mandatario la posibilidad de impulsar políticas con menos cabildeo y negociación dentro y fuera del Poder Legislativo que son más acordes a su ideología de extrema derecha.
Un ejemplo de lo anterior es el cambio que se efectuó hace unos años en el uso de Hagia Sophia, que pasó de utilizarse como museo a utilizarse como un templo para ritos musulmanes, un movimiento claro hacia una práctica de Estado confesional. Otra evidencia ha sido la serie de medidas que han desprotegido a los kurdos, tanto nacionales como refugiados. Es notable el descuido que el gobierno de Erdogan ha impreso a este grupo minoritario y vulnerable al paso del tiempo, aunque a sus ojos es una acción necesaria para continuar con su proyecto: el neo-otomanismo.
Se preveía que el gobierno del mandatario de extrema derecha pudiese continuar tras las elecciones establecidas para este año, sin embargo, los dos terremotos en suelo turco han sido coyunturales tanto para el escenario internacional como para el doméstico. En torno a Turquía, el desastre ha sido impensable, por lo que la atención del aparato estatal ha tenido que ser decisiva, pronta y asertiva. Sin embargo, a juicio de muchos turcos, estas características no las ha tenido la reacción del gobierno en turno y, en cambio, ha habido errores significativos que le costaron la vida a muchas personas.
A pesar de lo anterior, probablemente no habría generado un impacto tan relevante para las elecciones generales de Turquía, manteniendo a Erdogan con amplias posibilidades de mantenerse en el puesto. No obstante, el impulso de la oposición política ha colocado a Kemal Kilicdaroglu como una voz que podría hacerle frente al actual mandatario. El político de centro-izquierda, además de dotar de una visión y dirección diferente –y en muchos sentidos necesaria– al país transcontinental, es apoyado por seis partidos de oposición, conocidos como “Mesa de los seis”, agrupando una interesante fuerza política.
Dentro de las principales propuestas de Kilicdaroglu destaca el ánimo de gobernar con consenso y el regreso al sistema parlamentario en el país, algo que permitiría una distribución de poder en el gobierno, alejándose de la concentración de funciones y toma de decisiones que Erdogan había absorbido al establecer una república presidencialista en 2018. Falta tiempo para ver cómo evoluciona el apoyo hacia el candidato de centro-izquierda, pero resulta una esperanza en un escenario que no se había visto en Turquía desde hace tiempo.