Autoría de 5:49 pm #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito

Respeto a las infamias de la casa – Víctor Roura

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Macario Schettino, en la emisión del pasado 6 de abril del programa Dinero y Poder, transmitido por Canal Once conducido por Ezra Shabot, dijo lo siguiente: “En México el señor Luis Echeverría sigue un camino por el cual López Obrador está avanzando. Un camino que, después de no tener ningún resultado muy bueno en su gobierno, la solución es pelearse con lo que fuera. Luis Echeverría se quiso convertir en el líder del Tercer Mundo, en secretario general de Naciones Unidas, en el Premio Nobel de la Paz… y lo único que consiguió es un conflicto muy serio con Estados Unidos y con la comunidad israelita por su forma tan deslenguada de opinar sobre cosas que no entendía. Es muy parecido a lo que nos ocurre hoy: el presidente López Obrador, que no tiene resultados en su gestión, ahora se está tratando de amarrar en la bandera para con ello defender lo que le queda de este gobierno… Por eso sus argumentos sobre la soberanía nacional que esgrimió en el evento del 18 de marzo y por eso el pleito con Estados Unidos alrededor del asunto del fentanilo. Incluso se le ocurrió al presidente cancelar el uso de fentanilo en México. No tiene idea de lo que dice, es el anestésico más usado en el mundo. El fentanilo es una droga sintética parecida a los opioides, da un margen de cobertura 100 veces mayor a la morfina”.

      Estos decires declaradamente contraobradoristas, semejantes a los de los expertos en Televisa y otros medios privados, están imbuidas de irrazonada desinformación que jamás son revelados en la infodemia semanal acaso por tratarse, los opiniólogos, de servidores críticos del Estado que siguen cobrando magníficos sueldos a costa del erario sin que nadie les llame la atención por sus enfados desinformados. “Incluso se le ocurrió al presidente cancelar el uso de fentanilo en México”, dice sin cautela Schettino como si no supiera que López Obrador no “canceló” sino dijo que consultaría con la comunidad científica para saber si el fentanilo puede ser sustituido en esta condición médica, que es una cosa muy distinta a lo asegurado por Schettino.

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Otro crítico sistemático del sistema siempre enmuinado con López Obrador, José Antonio Crespo —suscrito asimismo a la nómina de las televisoras públicas—, escribió en un tuit reciente, del 3 de abril, que “conforme se cae su teatro, Amlo se ve más desmejorado. Pese a sus mentiras cotidianas para sus fieles ciegos, sabe que no cumplió lo esencial. Esa convicción se refleja en su semblante y lenguaje corporal. A ver cómo acaba”, el cual complementó con el siguiente tuit del 5 de abril: “En la bananera de hoy pusieron este tuit como parte de la campaña de la mala salud de Amlo por el supuesto infarto (que desconozco si lo hubo). No, yo me refiero a su deterioro emocional a partir del cada vez más obvio fracaso de su utopía. Y en lo que falta, va a empeorar”.

      Todos estos considerados “críticos del sistema” de pronto se dieron realmente a conocer como pacientes aboneros de las administraciones anteriores, súbitamente desprotegidos y acallados por esta inesperada Presidencia a la que incluso, finalmente no acostumbrados a escuchar a ningún mandatario, quisieran silenciar vetando, de una vez por todas, las mañaneras con las que informa el tabasqueño sus procedimientos políticos.

      Lo patético del asunto es que la crítica opositora pareciera no aceptar más que su Verdad (la de los críticos, ninguna otra) a pesar de que una de sus quejas fundamentales está basada justamente en lo mismo que cuestionan en sentido contrario: el morenista no quiere oír más que su Verdad. Y de esa manera es imposible el diálogo (ninguno está dispuesto a  aceptar la Verdad ajena, la que no es suya), tal como respondieron algunos inconformes en mi artículo anterior: dicen que si la cosa es estar en contra de Jenaro Villamil (“Villamelón”, lo nombran, porque siempre es más sencillo apodar que confrontar) no les importa ponerse del lado de Marín; es decir, primero ponte la camiseta opositora y luego averiguas; es decir, primero insulta y después discutes; es decir, primero las especulaciones y luego las veracidades.

      El periodismo ha caído tan bajo sólo para situarse, ahora sin simulaciones, en su lugar habitual: el sometimiento económico, la obediencia empresarial, la docilidad financiera, la volubilidad política, la sujeción ideológica de acuerdo a los intereses individuales.

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Lo que me asombra, mas no me sorprende, es la incapacidad de estos “críticos del sistema” para dirimir cualquier cuestionamiento. Y pensar que antes creía yo estar delante de caviladores suntuosamente lúcidos: ahora resulta que se oponen a todo sin reflexionar sobre su propio proceder… ¡sencillamente porque el Primer Ejecutivo no es de su simpatía!, a todas luces exhibidos, estos críticos, en sus defenestradoras palabras: Schettino le dice deslenguado, mentiroso y ocurrente a López Obrador y Crespo, sin más, apunta que, “pese a sus mentiras cotidianas para sus fieles ciegos”, el tabasqueño no ha conseguido concretar nada bueno durante su gestión presidencial al grado de exhibir, según la apreciación crítica de Crespo, un grave “deterioro emocional a partir del cada vez más obvio fracaso de su utopía”.

      Sin embargo, tras estas raudas descalificaciones asoman, a su pesar, ciertos vislumbramientos esperanzadores. Por ejemplo, eso de la “utopía” que acaso se le salió sin querer a Crespo pues, de muchos modos, ¿quién puede obrar mal si desea una utopía en el país que preside?

      Un amigo me ha dicho que, como nunca, ahora los medios públicos están siendo conquistados, o son enquistados, por una ambiciosa clase derechista que a lo mejor siempre ha permanecido ahí sin que nos pudiéramos percatar completamente de ello, confiados en las observaciones presuntamente críticas de estos acomodados examinadores sociales que nunca se habían enfrentado a ningún problema financiero en su admirada vida académica o periodística (cuando Carmen Aristegui fue censurada en  MVS por haber dado a conocer el asunto de la Casa Blanca de la pareja presidencial Peña Nieto-Angélica Rivera obtuvo una codiciada cantidad económica por su temporal expulsión que ya la hubiera deseado poseer cualesquiera de sus irascibles colegas puestos en su contra por su “actitud ambiciosa”, como consideró más de un periodista afamado y envidioso de su liquidación inesperadamente millonaria), ni a ninguna dificultad política debido a las sutiles ambigüedades de sus discursos que nunca acababan de definirse. Finalmente, como todos sabemos, los medios estaban comprados a plazos supeditados a largas y provechosas mensualidades.

      Antes estos analistas del sistema no eran atendidos por político alguno pese a su severidad crítica, pero hoy que son leídos por la clase política endurecen su fiereza social llamándose agraviados por quienes por vez primera los atienden.

      Vaya paradoja.

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De nuevo, en la mañanera sección semanaria “Quién es quién en las mentiras” del miércoles 12 de abril no se mencionaron las desinformaciones emitidas por los críticos de la televisora pública, igualitos, o peor, que los comentaristas irascibles de los medios privados. ¿Por qué sí se resalta una engañifa elaborada desde el exterior del sistema mediático del Estado, pero no se atienden los embustes intestinales? ¿Por qué no hay una siquiera mínima amonestación (“reprender a una persona por un error que ha cometido para que no la vuelva a cometer”, indica el diccionario) a los de casa si de todas maneras, como los opositores antes fielmente orgánicos, incurren en la misma indigesta informativa para alterar la comprensión social? ¿O lo que dice, digamos, un Paoli Bolio o un Macario Schettino o un José Antonio Crespo o una María Amparo Casar es menor a lo emitido por un Leo Zuckermann, un Loret de Mola, un Sergio Sarmiento o una Adela Micha? La selenosis, o el efecto de las volanderas, es la misma de uno u otro lado: un beso no correspondido, a la larga, producirá una consecuencia no deseada.

      El único que ha comentado estos improperios solventados en la propia casa, y esto no significa que se los tenga que despedir por su ira opositora, ha sido, que yo sepa, el director de noticias de Canal Once: Óscar Camacho Guzmán, quien ha tenido los arrestos de indicar —en un programa transmitido en el Sistema Público de Radiodifusión— la evidencia mantenida en la invisibilidad mediática, ¿o acaso estarán exentos estos feroces críticos de cualquier señalamiento sólo por tratarse de servidores públicos que se alimentan del Estado mexicano?

      “De cualquier forma, el viento sopla” (Anyway the Wind Blows) intituló una antología suya, de 1997, el guitarrista estadounidense JJ Cale (1938-2013), una veracidad ciertamente irrefutable, y amparada en las reliquias de la certidumbre, aún desconocida por la ira opositora.

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LA LUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

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Last modified: 23 abril, 2023
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