El lunes pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, visitó Brasil para una reunión con su similar brasileño Mauro Vieira, antes de una reunión con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Este acercamiento de Moscú resulta interesante y de gran importancia para la relación bilateral, pero también por otras situaciones.
¿Qué impactos ha traído la visita?
El inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania impactó a muchos países, ya que no se concebía que un movimiento tan intrépido por parte de Vladimir Putin se pudiera realizar contra un Estado cercano a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Sin embargo, la invasión rusa, u “operación militar especial”, inició bajo órdenes emitidas desde el Kremlin, dejando perpleja a gran parte del globo.
A partir de ese momento se comenzaron a configurar grupos de países en el panorama internacional: los que decidieron apoyar a Ucrania, los que cerraron filas con Rusia y los que se pronunciaron contra la agresión rusa, pero optaron por mantener los canales de diplomacia abiertos. Es en este tercer conglomerado en el que Estados como Brasil se inserta, pero no es el único, sino que comparte el espacio con otros como China, India y Sudáfrica.
Ahora, Lula da Silva recibió en Brasilia a uno de los hombres más cercanos a Putin: Lavrov. La visita en la capital brasileña es una de varias que el ministro de Relaciones Exteriores ruso tiene agendadas en América Latina, puesto que también se reuniría en Cuba, Nicaragua y Venezuela con sus respectivos líderes. Sin embargo, su arribo en Brasil resulta sumamente importante por tres razones.
La primera es la propuesta de Lula da Silva en torno a la generación de un “G20 para la paz” que busque establecer diálogos de alto nivel entre los principales agentes involucrados directa e indirectamente en la guerra para llegar a acuerdos. El movimiento del presidente brasileño es interesante, puesto que significa un proyecto paralelo, pero que genera ecos del plan de paz propuesto por el mandatario chino Xi Jinping durante su reciente visita a Moscú para reunirse con Putin.
La segunda razón es el timing de la propuesta. Si bien el esfuerzo de Brasilia para aunar en la construcción de foros para conseguir la paz entre Rusia y Ucrania es significativo, no ha dejado de preocupar a Washington, ya que, tras haber visitado China en los días pasados, Lula da Silva regresó a Brasil con el plan del G20 de la paz. Esto se suma a sus recientes declaraciones, en las que criticó a Estados Unidos de América (EUA) por vender armas al gobierno ucraniano en vez de intentar construir puentes para el diálogo.
Desde luego, este conjunto de movimientos repercute en la imagen de Brasil para la UE y EUA, que están convencidos de que Ucrania debe ser apoyada para que pueda defenderse de la agresión rusa. No obstante, la presión de estos poderes occidentales no parece hacer mella en Brasilia, lo que nos lleva a la tercera razón de la importancia de la visita de Lavrov a la capital del país más extenso de Latinoamérica: el fortalecimiento de los BRICS.
Brasil todavía en los primeros años del siglo XXI era un país alineado a la política estadounidense, pero poco a poco esta situación ha ido cambiando, sobre todo con la creación del grupo de los BRICS en 2008. Esta alianza ha fungido como contrapeso a los poderes occidentales liderados por EUA y la UE, y aunque en su momento no representaban una preocupación severa para estos, hoy en día, por el incontenible crecimiento de China e India, y el riesgo de Rusia en la guerra con Ucrania, significan un punto de medular de atención por parte de Washington y Bruselas.
No hay duda de que se necesitan construir puentes de diálogo para acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania, es claro que se deben promover ante esta situación tan delicada. Sin embargo, con las maniobras recientes de Lula da Silva, resulta nítida la postura de Brasil: ha elegido a los BRICS como su red y la alianza que prefiere preservar.
