NARRATIVA Y FOTOS: MARÍA VILLALOBOS
Todos tenemos una sombra. La arrastramos por los pies todas las tardes soleadas… o la padecemos como a un okupa en nuestra cabeza… sobre todo cuando no hay luz. Pocas palabras pueden ser tan mimetizables a la vida, ejemplo: Es evidente que la sombra de un árbol —me senté a la sombra de un…—, no está hecha de la misma materia que la del prisionero en la cárcel —lo mandaron a la sombra— dicen. ¿Quién en su sano juicio podría pensar que estas son la misma sombra? No. Las sombras en realidad son menjurjes que se componen de distintos ingredientes. Uno de ellos, quizá el más importante, es la luz. Imagínese una cosa—sabe qué— que está hecha justamente de lo que no es. Un reflejo que adquiere voluntad propia y que en rebeldía refleja otra cosa. La sombra es el origen de la perspectiva de la vida, es decir, de la forma de cualquier cosa.