Los seres humanos podemos encontrar la felicidad en las cosas más sencillas, o bien, ser los más desdichados, todo depende del camino que elijamos. Cada vez son más las evidencias que aporta la ciencia que nos confirman lo que hemos sabido siempre: la naturaleza sana. Un estudio científico reciente ha revelado que una caminata por el bosque durante una hora reduce los efectos perjudiciales del estrés. El contacto con la naturaleza en medio de las ciudades también ayuda a prevenir el desarrollo de diversos trastornos mentales.
Urbanización y enfermedad mental
En las últimas décadas, buscando mayores oportunidades de empleo, educación y salud, se ha incrementado el número de personas que, por necesidad o decisión propia, migran del campo a la ciudad. Según la ONU, más del 50 % de la población global vive actualmente en ciudades, y se espera que para el año 2050 la cifra llegue hasta el 70 %. Pese a los beneficios que ofrece la vida en la ciudad, también supone desafíos para los cuales no existe precedente.
Hoy se sabe con gran certeza que trastornos como la ansiedad, depresión y la esquizofrenia son más comunes en las ciudades. Varios estudios han demostrado que problemas de salud, como la miopía, son prácticamente inexistentes entre las comunidades rurales. Las disparidades sociales, la inseguridad, el sedentarismo, la contaminación y la pérdida de interacción con la naturaleza son algunos de los factores conocidos que afectan la salud mental de las poblaciones urbanas. En una época caracterizada por la influencia del ser humano sobre el planeta, el llamado Antropoceno, los científicos comienzan a preguntarse sobre los efectos que tiene la modernidad en la manera que percibimos el mundo.
¿Cómo la naturaleza protege nuestra salud mental?
El contacto con la naturaleza ha mostrado beneficios en cuanto a la memoria, mejora de la atención y la creatividad. Un estudio reciente del grupo Lise Meitner para la neurociencia ambiental, del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, comparó, mediante imágenes de resonancia magnética funcional, la actividad cerebral antes y después de la exposición a entornos naturales frente a entornos urbanos. El experimento consistió en someter a dos grupos a pruebas de estrés; luego se les pidió caminar durante una hora, ya fuera en un bosque cercano o bien en la ciudad, y se observó el efecto en regiones cerebrales involucradas con el estrés.
Los resultados fueron sorprendentes. De las áreas evaluadas, sólo la amígdala, principal centro de control de nuestras emociones, presentó diferencias en su actividad. Antes de la caminata, la activación de dicha estructura fue la misma en ambos grupos. Sin embargo, después de realizarla, los investigadores encontraron que las personas que lo hicieron en el ambiente urbano mantuvieron la actividad de la amígdala constante, por el contrario, el grupo que caminó por el bosque mostró una disminución considerable en la actividad, y por consiguiente un menor nivel de estrés.
Estos hallazgos concuerdan con la Teoría de la Recuperación del Estrés, formulada por Roger Ulrich en 1991, la cual afirma que la observación de paisajes que contienen elementos naturales, tales como vegetación o agua, genera emociones y sentimientos positivos como el placer y la calma, además tienen un efecto restaurador, aliviando nuestro estado de alerta tras una situación estresante.
En países asiáticos como Japón y Corea, ha habido un aumento en la investigación en torno al shinrin-yoku (“baño forestal”), práctica tradicional ancestral que consiste en sumergirse en la naturaleza utilizando los cinco sentidos, esto debido a la enorme evidencia científica en cuanto a sus efectos terapéuticos sobre la función de los sistemas inmunitario, nervioso y cardiovascular.
La necesidad de conservar
Como podemos ver, además de servicios ambientales, la naturaleza también provee múltiples beneficios para nuestra salud, de ahí la importancia de proteger las áreas verdes que aún sobreviven en las ciudades. Frente a la tendencia en aumento de la urbanización, la participación ciudadana es fundamental para persuadir a los tres niveles de gobierno de preservar y promover la recuperación de espacios naturales en nuestras comunidades. No debemos olvidar que el acceso a un medio ambiente sano es un derecho humano que se encuentra plasmado en la Constitución de nuestro país, y un asunto de justicia social tanto como de salud pública.
Las palabras del gran naturalista John Muir, escritas hace más de un siglo, hoy resuenan con mayor ímpetu: “Miles de personas cansadas, nerviosas y sobre-civilizadas están empezando a descubrir que ir a las montañas es volver a casa; que la naturaleza salvaje es una necesidad; y que los parques y reservas naturales son útiles no sólo como fuentes maderables y ríos para riego, sino también como fuentes de vida”.
¡Ahora ya lo sabes, y tú decides hacia dónde quieres caminar!
Para conocer más:
- Grinde, B. (2012). The Biology of Happiness. New York, Springer.
- Sudimac, S., Sale, V. & Kühn, S. (2022). How nature nurtures: Amygdala activity decreases as the result of a one-hour walk in nature. Mol Psychiatry.
- Castell, C. (2020). Naturaleza y salud: una alianza necesaria, Gaceta Sanitaria.
Emmanuel Rodríguez Silva e Israel Anguiano Sosa estudian la maestría en ciencias (neurobiología) en la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla
AQUI PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “DESDE LA UNAM”, LA COLUMNA DE LA UNAM, CAMPUS JURIQUILLA, PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/aula-magna/desde-la-unam/
Muy buen articulo, me parece que tocan un tema muy importante para el ser humano en la actualidad, que poco a poco esta olvidando su naturaleza y la importancia de ésta.
Efectivamente la naturaleza cura, lo he podido constatar con la práctica de baños de bosque con grupos de distintas edades y necesidades. Por ello algunos países han incorporado los baños de bosque como práctica para la salud en distintas áreas naturales protegidas y bosques urbanos. Así como estrategia de apoyo a los sistemas de salud.