Autoría de 11:59 am #Opinión, Eric Rosas - La Onda Plana

Colaborar para innovar – Eric Rosas

Este sábado 20 de mayo se celebrará un aniversario más del Tratado de la Convención del Metro, que se firmó en París en 1875 por diecisiete naciones para aglutinar a la comunidad internacional alrededor de la metrología. Por este hecho, cada día 20 de mayo la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, por Bureau International des Poids en Mesures) organiza el Día Mundial de la Metrología, principalmente a través de los institutos nacionales de mediciones de los Estados miembros; el Centro Nacional de Metrología (Cenam), en el caso de México.

En el aspecto técnico, la metrología ha avanzado mucho a lo largo de estos años, pues el mundo también lo ha hecho. En aquellos tiempos ya lejanos, las cantidades que se requerían medir con mayor uniformidad eran el tiempo, la longitud (incluyendo el área y el volumen) y el peso; de manera que el primer conjunto de unidades de medición estaba conformado por el segundo, el metro y el gramo. Pero ahora a estas se les han unido otras cuatro: el kelvin, la candela, el ampere y el mol; unidades para medir la temperatura, la intensidad luminosa, la intensidad de corriente eléctrica y la cantidad de materia, respectivamente.

Este aumento en el número de las cantidades físicas, químicas y biológicas, que ahora la humanidad requiere cuantificar, habla de la manera en la que se ha desarrollado la tecnología, pero no es la única manifestación de ello. Durante el mismo intervalo temporal, las unidades han aumentado sus alcances, desde lo más diminuto hasta lo más grande. Así, por ejemplo, lo que en 1795 las personas requerían medir con tan sólo tres submúltiplos —mili, centi, deci— y otros tantos múltiplos —deca, hecto y kilo—, en este 2023 necesita determinarse en porciones tan ínfimas como los quectos (10-30), o tan grandes como los quettas (1030); no dejando duda de que el universo conocido por la humanidad se ha ido expandiendo.

Lamentablemente dicha expansión tecnológica no sucede al parejo en todo el planeta. Mientras que en los países desarrollados efectivamente se requieren de los mayores niveles de exactitud que dan estos múltiplos y submúltiplos, e incluso de la definición de nuevas unidades, en economías como la mexicana, el retraso tecnológico, ocasionado en parte por una deficiente cultura innovadora, se refleja en el estancamiento de los patrones nacionales mexicanos de medición y sus alcances y niveles de incertidumbre.

Creado para satisfacer la necesidad de fortalecer a la industria manufacturera surgida tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Cenam recibió un impulso inicial que perduró durante unos quince o veinte años, pero después de ello se ha instalado en la meseta que le garantiza su mayor jerarquía metrológica sobre la de los laboratorios de calibración secundarios. Con nulo componente de investigación, el desarrollo de nuevas capacidades de medición esta totalmente ausente en la vida diaria del laboratorio primario de México, y con ello se aleja cada vez más de sus contrapartes en nuestros dos principales socios comerciales: el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los Estados Unidos de América, y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá.

Ahora que la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (LGHCTI) ha entrado en vigor —y a reserva de que pudiera ser impugnada o suspendida—, podría ser un buen momento para que los centros públicos de investigación (CPIs) comenzaran a aportar al desarrollo de la metrología científica de México, que el Cenam se ha olvidado de realizar. La nueva LGHCTI no sólo ratifica a la metrología como actividad sustantiva de los CPIs, sino que ahora los posibilita a dirigir aún más su trabajo de investigación hacia actividades y sectores en los que se refleje fehacientemente su impacto social. Al mismo tiempo, México podría aprovechar esta estrecha colaboración entre Cenam y los CPIs para soportar un sistema de innovación en el que el desarrollo y la transferencia de tecnologías sean acompañados desde sus etapas más tempranas con el sustento fundamental que ofrece la estandarización, cuya base es la metrología.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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Last modified: 18 mayo, 2023
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