HISTORIA: MICHELLE RAMOS Y CARLO AGUILAR / CENTRO UNIVERSITARIO DE PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN (CUPI)
FOTOS: MONTSERRATH MARTINEZ
INFOGRAFÍAS: MARIO ORTEGA
La música y los acordes suenan por cada rincón del lugar que habita. El saxofón que toca un roomie se combina con el jazz que canta otra joven (cuya voz se escucha “increíble” también en los cruceros), más su propia guitarra y las habilidades de compositor de otro músico con el que comparte casa.
“¡Mejor, imposible!”, expresa Emiliano, con emoción en la voz y el rostro durante la entrevista. Estaba “en un lugar socialmente impresionante” en Sao Paulo, Brasil.
“Era una casa grande en el centro de Sao Paulo, habitada por cinco… cuatro artistas y una psicóloga. Entonces teníamos una cantante de jazz increíble que canta así en cruceros (…) teníamos una chica que tocaba el saxofón soprano y bailaba swing. Otro cantaba y era compositor. Bueno, total, que sí, ¡mejor, imposible!”.
Finales de enero de 2023, está a 7 mil 610 kilómetros de Querétaro. Ha viajado más de 2 mil 200 kilómetros en bicicleta desde Buenos Aires, como si recordara al histórico Ernesto “Che” Guevara interpretado por Gael García en el largometraje Diarios de motocicleta. El viaje de Emiliano va acompañado por la música y la cultura. “La guitarra es el mejor pasaporte”, destaca en la conversación.
Desde junio de 2022, ha tocado su guitarra en más de 9 lugares entre Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Sin embargo, Emiliano Lira recuerda el sinsabor que vivió el 26 de noviembre en Buenos Aires: la propietaria de un restaurante mexicano le canceló de última hora la presentación musical acordada. El motivo: ese mismo día era el partido de futbol entre las selecciones de Argentina y México, en Catar.
En contraparte, Sao Paulo le brindó una anécdota sui generis en un lugar llamado “Ibira”: “había un foro para hacerlo y bueno, era una comunidad como unas 120 personas y ahí se dio un concierto bien, bonito. Creo que esa fue la experiencia cultural más rica o nutrimental en el sentido de casi nadie hablaba algo de español, ni inglés y portugués obviamente limitado, pero nos entendimos; y traían tambores, pandero y al rato mi guitarra le tocaba a alguien más”.
“En Brasil el nivel empieza en muy bueno, así uno levanta una roca y sale un músico muy bueno y de ahí, pues no es una cosa así… es un agasaje”, manifestó.
Recorrió Chile en una furgoneta, Uruguay en bicicleta
Mayo de 2023. Sentado junto a amplificadores, computadoras, batería, ecualizador y guitarras, Emiliano se prepara para tocar blues con “Soul Vibe”, al día siguiente.
La conversación le hace recordar su llegada a Chile en junio de 2022, donde comenzó una travesía de casi nueve meses por Sudamérica, cuatro países, nueve tocadas en cafés, festivales a la orilla del mar, restaurantes, mínimo 10 ciudades (La Serena, Valparaíso, Santiago, Los Ángeles, Córdoba, Mendoza, Buenos Aires, Montevideo, Punta del Este, Sao Paulo) y anécdotas significativas de su travesía.
Pero sobre todo, el ambiente, los personajes, los trayectos y los momentos de cada país. El viaje (“roadtrip”) por Sudamérica incluyó furgoneta, bicicleta, coche; siempre con dos compañeras inseparables: su guitarra y la música.
“La narrativa de mi concierto siempre fue “vengo más aprender que contar, pero les voy a contar para que después me cuenten”. Entonces por ahí entraban les compartía música mexicana, alguna música cubana, las interpretaciones que trataba de también hacer música de la ciudad o del país donde estuviera tocando”, expresa.
En Chile “tuvimos la oportunidad de recorrer varias ciudades desde La Serena, Bahía Inglesa que está allá en la región de Atacama el desierto (…) Se tocó en el Festival Waterman en La Serena, es un festival de surf así en la playa, esa fue la primera; también en un tianguis, como vegano, más local (…)
“Después en Valparaíso toqué en un cafecito que se llama Jaco jazz, ahí fue una cosa muy íntima, -hay que recordar pues eso que iba con mi guitarra nomás- Santiago de Chile toqué igual en un barrio que se llama Barrio Italia, en un restaurante mexicano”.
Con respecto a su paso por Argentina, “solamente toqué en Córdoba, en Mendoza y en Buenos Aires. Ahí creo que me llevo la pasión de su gente. Me tocó verla expresar en el futbol, me tocó el partido de México-Argentina, me tocó el Mundial (…) Toqué poco, pero aprendí muchísimo escuché mucho, me nutrí mucho. Fui a Palermo, donde estuve escuchando jazz y nutriendo”.
En su trayecto por Sudamérica, le tocó percibir la politización y el compromiso de ciudadanos argentinos, el plebiscito en Chile, la algarabía y el ritmo de la sociedad brasileña. Disfrutar ambientes a la orilla del mar, los cafés, los restaurantes mexicanos y lo urbano en Brasil.
Guitarra, libros, computadora, casa de campaña y patineta, en su equipaje
Buenos Aires marcó el inicio de la segunda parte en el viaje. Recordó un sueño o la intención de llegar a Uruguay en bicicleta, meta que cumplió junto con un amigo. “Compramos las bicis, traíamos equipaje extra, porque claramente no había vio pensado que era un viaje ciclista desde el principio, así que imagínate eso.
“Traía guitarra, libros, un slackline, una patineta, casa de campaña, hamaca, todo en la bicicleta y la computadora, porque además todo esto lo hice mientras chambea en línea también, hasta mantenía mi trabajo aparte.
“Un viaje bien bello Uruguay, precioso país. Montevideo: tengo un cuadro de amor como por lo menos tres o cuatro uruguayos, Jorge Drexler, Martín Buscaglia, Benedetti y Mújica, por lo menos son cuatro personajes que me vuelan la cabeza, con Galeano, cinco.
“Para mí Uruguay era un sí o sí, ahí solamente hice un Instagram Live desde un lugar que se llama Casa Vegana en Montevideo, en el centro, y de ahí lo único lugar donde volví a tocar fue en Punta del Diablo”, recuerda.
Reggae y ska “marcaron mi adolescencia”; estudió guitarra clásica
Emiliano Lira trae impregnado o tatuado el gusto por la música desde la infancia. También la descripción de “ser pata de perro” por viajar a la mínima provocación, va acorde a su personalidad.
Integrante de “Los Canelos” en su momento, ha sido líder e impulsor de proyectos de “Emiliano Lira trío”, “Emiliano Lira Project” y “Soul Vibe”, banda que interpreta blues en el Moser Café Kultur. Los tres, impulsados en el marco de la pandemia.
Estudió guitarra clásica, música en Xalapa, Veracruz. Tiene raíces y familia en la zona de la Mixteca Alta, en Oaxaca. Considera que ha buscado “algo original” en su música, con funk, jazz y dosis de soul, blues y rock. No obstante, reconoce que el reggae y el ska “marcaron mi adolescencia”.
“Hay temporadas donde uno está enganchado con cierto estilo de música y otro tiempo otras; sin embargo sí es cierto que hay música que subyace, es decir, que esa es la que marcó mi adolescencia, fui mucho de reggae, fui mucho de ska y de rocksteady (…)
“Me funcionó trabajar por temporadas, pensar como si fuéramos más un show de teatro, -eso también fue una cosa interesante que a mí me switcheo para que mi proyecto funcionara mejor en Querétaro-, pensarlo como eso “monto un show, pero lo vendo por temporada”, Entonces, en vez de someterme a un ritmo y estar toque y toque todo el año, continuamente, me hago, pues una temporada (…)”
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