Autoría de 9:45 pm #Opinión, Luis Tamayo Pérez - Ecosofía

La estrategia de “abrazos no balazos”: el desamparo ciudadano – Luis Tamayo

El sábado 8 de julio pasado, según la versión inicial, grupos del crimen organizado —los medios señalaron al “Cártel del Sur” y a “Los rojos”— incendiaron varios vehículos del transporte público en Tixtla y Chilpancingo, en Guerrero. Fueron asesinados 5 transportistas y uno de ellos murió calcinado. Las fuerzas armadas de México no hicieron nada para impedirlo. El lunes los transportistas hicieron un paro y miles de ciudadanos marcharon para expresar su repudio a los hechos. En dicha marcha vandalizaron motocicletas y otros vehículos de la guardia nacional, robaron un vehículo blindado y con él embistieron las rejas del Palacio de gobierno y el edificio del Congreso estatal, secuestrando a 14 personas. Las universidades cerraron y la autopista también fue tomada.

El comunicado dirigido a la gobernadora Evelyn Salgado, la hija de Felix Salgado Macedonio (el  gobernador “tras bambalinas” de Guerrero), aparecido en las redes sociales y firmado por “El cártel del sur “ y “Los rojos” presenta un reclamo muy preciso a la gobernadora:

“Nosotros cumplimos todos los compromisos, y no crea que por todas las camionetas que nos dio, y los 350 millones de pesos que invirtió en nuestros negocios, vamos a perdonar todo”.

Poco después, el reclamo se convierte en amenaza, la de revelar una lista de funcionarios del gobierno de Salgado que roban dinero del erario, así como videos donde pacta con sus organizaciones.  Indicaron que ellos ya habían establecido alianzas con otros cárteles y que, si no dejaba de proteger a “Los ardillos” y no respetaba el acuerdo de que Chilpancingo era “su plaza”, mostrarían su fuerza y “tanto niños como jóvenes, mujeres y ancianos” pagarían por ello.

El martes 11 de julio, durante la conferencia mañanera de AMLO, la Secretaria de seguridad federal, Rosa Icela Rodríguez presentó una segunda versión: que la marcha (de cinco mil personas según afirmaron) fue orquestada por “Los ardillos”. La razón, porque previamente habían sido detenidos dos miembros importantes del grupo criminal. Indicó, asimismo, que muchos de los manifestantes asistieron “obligados”. En tal versión, lo indicaron varios medios, no se entienden dos cosas: por qué no intervino la fuerza pública y por qué iban personas “obligadas”. Reconocer que ello ocurre es reconocer que en Guerrero los ardillos son la Ley y, por tanto, no queda a los ciudadanos sino resguardarse, ante la ausencia de protección estatal.

Lo ocurrido en Guerrero seria entonces una muestra más del poder de los cárteles del crimen organizado.

Pero hay una tercera versión. Entrevistado el martes 12 por Radio Fórmula, nos enteramos por boca del principal señalado como instigador de la marcha y “ardillo”, el Ing. Guillermo Matías Barrón, que tanto Rosa Icela Rodríguez como AMLO mentían. El Ing. Barrón sostuvo que él nada tenía que ver con Los ardillos y que su movimiento era para reclamar por un asunto de protección a transportistas y falta de vías de comunicación para los indígenas de la montaña de Guerrero, nada que ver con la liberación de  los “ardillos” detenidos. Que la marcha se salió de control cuando la gobernadora del Estado, en vez de recibirlos y turnar su pliego petitorio a quién correspondiese, les envió a la fuerza pública. El Ing. Barrón, cuando entregó la Autopista del Sol y a los funcionarios y policías secuestrados añadió que era falso que ellos hubiesen venido armados. Asimismo, que no maltrataron a los “detenidos”. En esta versión, quién queda como incompetente y generadora del conflicto es Evelyn Salgado, la gobernadora. También se evidencia que la Secretaria de Seguridad “construye criminales” y AMLO repite su discurso y lo amplifica al culpar a los medios de comunicación e indicar que todo era “porque la candidatura de Xóchitl Galvez no levantaba”. Hace mucho que no escuchábamos frases tan extrañas. Lo malo es que por provenir del Presidente pueden convertirse en condenas concretas. Será muy triste que detengan al Ing. Barrón con las escasas pruebas que tienen pues la vergonzosamente ineficiente Comisión Nacional de Derechos Humanos ya no es un contrapeso que defienda a los ciudadanos de los abusos del gobierno. Y cuando deja de haber contrapesos y justicia, y el gobierno miente flagrantemente a la ciudadanía, lo que sigue es la explosión social. Basta mirar lo que ahora ocurre en Francia.

Independiente de esa tercera y muy factible versión, no podemos dejar de reconocer la verdad de lo indicado por la Secretaria de Seguridad: en diversas regiones de México los criminales son la Ley, “obligan” a la ciudadanía a obedecerlos, les cobran derecho de piso y realizan sus crímenes impunemente: el mismo lunes 11, pero en la Central de abasto de Toluca, “grupos criminales” calcinaron a nueve personas, y el mismo día, en Ermita de Guadalupe, Zacatecas, cuatro personas fueron asesinadas en plena calle.

Lo que ocurre en el país es una muestra de lo que pasa cuando se entrega el poder político a personas corruptas o a incompetentes que desconocen los principios básicos de la ciencia política.

Recordando la ciencia política

Al respecto no sobra recordar el principio que Thomas Hobbes planteó en su multicitado ensayo El Leviatán, un principio que está en la base del “Estado de derecho”, de todas las naciones justas y que han superado en estadio de las guerras de todos contra todos.

Como sabemos bien, antes de que se estableciesen los “Estados nación” lo que ocurría en el mundo eran numerosas guerras cotidianas entre los diferentes feudos y principados. En Mesoamérica eso tenía incluso nombre: las famosas “guerras floridas”, esas mediante las cuales los mexicas recordaban a los pueblos dominados su sometimiento secuestrándoles, cuando la fiesta religiosa lo requiriese, algunos de sus pobladores para sacrificarlos “a los dioses”. Esa práctica, lo sabemos bien, hizo posible la conquista española de Mesoamérica pues cuando un poco más de mil españoles, bien pertrechados, eso sí, se presentó a totonacas, huejotzingas y tlaxcaltecas, ellos apreciaron en ellos el liderazgo capaz de  liberarlos de la dominación mexica y, en alianza con ellos, acabaron con una nación guerrera de más de un millón de habitantes.

A lo largo de la historia humana, las diversas naciones de la tierra fueron superando el periodo de las guerras de todos contra todos y se unificaron. España lo logró después de la expulsión de los moros en el siglo XV, Giuseppe Garibaldi entrega al rey Victor Manuel II una Italia unificada en 1860, gracias a Bismarck se establece el Imperio Alemán en 1871, México mismo se establece perdiendo la mitad de su territorio al norte pero recuperando la península de Yucatán a mediados del siglo XIX, por sólo mencionar algunos ejemplos.

Un elemento clave de los convenios que unificaban pueblos y estados federados era el establecimiento de una legalidad compartida y una fuerza pública que valiese para todos, es decir, un Estado rector, un Leviatán.

El Leviatán, que toma el nombre de la terrible y potente serpiente bíblica, según indica Hobbes, es, un “Estado de derecho”,  la única instancia que tiene derecho al “libre uso de la fuerza” y su función es simple: hacer respetar la Ley establecida por los legisladores. Es por ello que en innumerables naciones se expresa como la policía o la milicia… y su valor es reconocido y respetado pues impone la paz.

El Leviatán, al poner límites a los “intereses individuales” en pro del bien común, es un elemento clave de la paz social y, en todos los casos, su tarea es limitar los peores instintos humanos: el afán de dominio, la codicia, la avaricia. Tal y como Hobbes refiere:

Un hombre debe estar deseoso, cuando otros lo están también, y a fin de conseguir la paz y la defensa personal hasta donde le parezca necesario, de no hacer uso de su derecho a todo, y de contentarse con tanta libertad en su relación con los otros hombres, como la que él permitiría a los otros en su trato con él” (Hobbes, El Leviatán, Segunda Ley).

El Leviatán defiende a las masas ciudadanas de aquellos integrantes abusivos de la misma nación que, de vez en cuando, aparecen; de aquellos ciudadanos que pretenden abusar y establecer sus canonjías sobre otros ciudadanos o incluso sobre pueblos y regiones enteras. El Leviatán es una instancia que evita tales abusos, protege y distribuye justicia. El Leviatán vigila el contrato social y preserva la paz.

La estrategia de “abrazos no balazos” inicialmente muy bien recibida por la ciudadanía, pues proponía una solución nueva a la fallida “guerra contra el narco” establecida —y perdida— por Felipe Calderón, se ha revelado fallida por dos razones: en primer lugar por haber sido “hecha a medias” pues sólo ofreció migajas a los pobres, a los jóvenes la administración de AMLO no les ofreció formación realmente de calidad, lo cual favorece el vínculo con los narcos; en segundo lugar porque la estrategia de AMLO desconoció los planteamientos de Hobbes.

La importancia de haber leído filosofía… y psicoanálisis

La segunda razón del fracaso, en consecuencia, es simple, filosóficamente simple. Si AMLO hubiese alguna vez leído a Nietzsche conocería sus críticas devastadoras a Rousseau y su concepto de “bondad”. Si alguna vez hubiese abierto El malestar en la cultura de Freud se habría dado cuenta de que los humanos estamos habitados por pulsiones inconscientes, sean vitales (de auto conservación y sexuales), sean mortíferas (agresivas, contra sí o contra otro) que chocan con la socialización… y que ¡ese es un malestar insoslayable! Si hubiese conocido eso nunca habría propuesto la estrategia de “abrazos no balazos” que sólo ha ensangrentado a la nación mexicana y ha convertido a nuestras ciudades en las más peligrosas de la tierra.

En los hechos, los “abrazos no balazos” se convirtieron en un permiso tácito a los diversos grupos criminales —cárteles de drogas, de trata de personas, secuestradores y demás— para operar en el país casi sin restricciones.

La estrategia de “abrazar” y hacer alianzas políticas con los narcos —basta recordar las numerosas visitas de AMLO a Badiraguato, su acto de respeto a la mamá del Chapo o las reuniones de varios gobernadores y alcaldes (incluida la de la Alcaldesa de Acapulco con el líder de “Los ardillos”)—, no ha funcionado para detener el crimen.

Pretender que un criminal respete acuerdos y siga convenios es olvidar el hecho de que se trata de un criminal y que opera siguiendo impulsos inconscientes. No cualquiera es criminal. No se es criminal porque se quiere, el crimen no es una decisión racional. Los crímenes ocurren cuando sujetos trastornados, dominados por sus pulsiones (sean asesinas, dominadoras, o codiciosas), dejan atrás las normas sociales y se permiten el libre juego de tales impulsos. El crimen es un acto irracional y, por ende, no puede ser controlado mediante la razón, por más cristiana que se pretenda.

Con la estrategia de “abrazos no balazos” la administración actual de México renunció al papel de Leviatán y abandonó a la ciudadanía a su suerte, creó un vacío de poder. En consecuencia, numerosas regiones del país, con el reciente ejemplo de Guerrero, son controladas por diferentes grupos criminales, estableciendo verdaderos feudos donde nada ocurre sin el acuerdo previo del príncipe —es decir, el líder narco— en turno.

La muy cristiana estrategia de “abrazos no balazos”, en un ambiente de guerra contra el narco, sólo permitió que dichos grupos se fortaleciesen y consolidasen. Según indicó AMLO el 29 de mayo del año en curso, siguiendo las tesis de Rousseau, “el hombre es bueno por naturaleza” y de esa manera pretendió justificar su estrategia de “abrazos no balazos”. Los hechos han mostrado, casi 300 años después, que el buen Rousseau estaba equivocado. Sus seguidores en el poder sólo han dejado a sus ciudadanos inermes ante los grupos criminales que, gracias a las boyantes armerías de los EEUU que cambian el dinero del narco por las armas más sofisticadas, están mejor armados que el propio ejército mexicano y, en consecuencia, está obligado a huir ante las fuerzas de “El Mencho” o ante las del Cártel de Sinaloa en la ocasión en la que habían atrapado al hijo de “El Chapo” Guzmán.

Conclusión

La estrategia de AMLO, que no puede dejar de recordarnos también el “poner la otra mejilla” cristiana, se ha revelado criminal pues, al pretender “hacer entrar en razón” o “acusar con sus padres o abuelitos” a los narcos, lo reitero, abandonó a la ciudadanía, la dejó inerme ante los criminales. AMLO olvidó un principio muy simple: que el criminal no lo es por un acto racional sino porque sus pulsiones —sean asesinas, violadoras o codiciosas— lo dominan y su razón, en consecuencia, muy poco tiene que ver. Pretender convencerlos racionalmente de que “se porten bien” no es ingenuo, es obtuso.

Esperemos que los gringos no aprovechen la oportunidad y vengan a “salvarnos” —con el pretexto de “salvarse” del “estado fallido” o del “narcoestado mexicano”— ocupando al país para “liberarnos” de los cárteles criminales, estableciéndose ellos mismos como los nuevos abusadores. La administración actual de México les ha puesto en bandeja de plata la oportunidad y ya han empezado los peores líderes del vecino del norte, —viendo “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio” como acostumbran—, a pronunciarse exigiendo al gobierno de los EEUU la intervención en nuestro país. Sinceramente espero que la administración mexicana cambie antes de que sea demasiado tarde y modifique la fallida —y filosófica y psicoanalíticamente incorrecta— estrategia de los “abrazos, no balazos”.

Cuernavaca, Morelos, 12 de julio de 2023.

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Last modified: 14 julio, 2023
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