Aguerrida y guerrera
Son dos de las características que bien aplican para este personaje femenino sui géneris en la historia política de México. Una verdadera sorpresa la irrupción en la contienda electoral para la presidencia de una mujer que ha traído una bocanada de oxígeno al enrarecido ambiente político y social. Xóchitl Gálvez Ruiz es hoy la figura más incómoda para el presidente Andrés Manuel López Obrador, un hombre que supo vender su imagen de luchador social para terminar siendo un presidente quejoso, repartidor de culpas hacia afuera, transgresor de instituciones y –por lo que se ha visto en últimas fechas– un fabricador de culpas y males contra aquellos opositores que desafían sus constantes acusaciones. Un presidente cuyos mínimos logros de gestión no se sostendrán en el futuro, porque fueron diseñados y realizados sin el rigor debido.
Para decirlo en términos coloquiales, la empresaria, ingeniera en informática y senadora Xóchitl Gálvez es ya una piedrita en el zapato o, si se quiere, un ingenioso grillito que zumba en el oído del hoy irritado presidente, preocupado ante esta contendiente capaz de revertirle cada uno de sus golpes verbales. Acostumbrado como está a asestar descalificaciones hacia todo aquel que ose cuestionarle y reclamar sus virulentos señalamientos, y sabiendo que serán reproducidos por los órganos oficiales y prensa a su servicio, el presidente responde elevando el tono. Esto último resulta inquietante por las graves consecuencias que puede traer a la de por sí delicada estabilidad del país, lleno de huecos por la ingobernabilidad que va en aumento a la par de su sordera.
Un presidente que en lugar de dar muestras de mesura e intenciones de rectificar rumbo arrecia su ataque. Y, junto con él, los integrantes del partido oficial conformado por personajes que se saben cobijados por quien ejerce el máximo poder y del que han recibido la anuencia, o quizá la orden, para brincarse toda norma. Desprovistos ya del mínimo pudor ético, los candidatos oficiales se han apropiado de espacios públicos cubriéndolos con su millonaria propaganda, publicitando su imagen, con la intención de influir en el electorado en la contienda para la presidencia de 2024.
Ya se está amontonando la desdicha
Xóchitl Gálvez Ruiz es una mujer de personalidad fuerte, pero no agresiva; es una auténtica guerrera forjada desde la infancia en un entorno adverso en todos los sentidos. Viene del México profundo, el olvidado por el priismo omiso que dejó en manos de caciques estatales autoritarios, burdos –y algunos de ellos sanguinarios–, la suerte de sus habitantes. Y esto último bien lo sabemos las personas que nacimos y crecimos en estados que el rezago de justicia y la falta de oportunidades convirtieron en horizontes lejanos y difusos. Estados cuya realidad fue menospreciada, abandonada y que ahora nos estalla en este México dolido donde la desdicha, advertida en la magnífica novela de Elena Garro Los recuerdos del porvenir, ya se amontonó y hoy amenaza con aplastarnos.
De ese México viene Gálvez Ruiz, quien creció y se desenvolvió entre gente del pueblo. El auténtico “pueblo”, al que esta administración alude tanto en sus arengas políticas y manipuladoras. De allí viene esta mujer aguerrida, dueña de un carácter fraguado en la batalla diaria de la vida y de las circunstancias adversas que le tocaron vivir. Su inteligencia natural, agudeza e instinto, su personalidad, se formaron en un entorno de esfuerzo y trabajo por llevar a la mesa el alimento diario para ella y los suyos. Ella misma ha hablado de pasajes de violencia sufrida en su niñez, vividos a manos de un padre alcohólico y golpeador. Y algunos comentarios sobre su madre nos hablan de una figura sumisa y temerosa de que su hija se saliera de los horizontes emocionales y geográficos que ella, la madre, había heredado de sus ancestros también.
Todo habla de que fue Xóchitl quien rompió con la parte violenta de la herencia familiar, tan presente en un gran número de hogares en México. Su claridad para reconocerla como tal, y su rebeldía y capacidad de buscar otros horizontes, la hizo cambiar esa forma de vida. Si la hubiera continuado, no estaríamos hoy hablando de quien podría cumplir la frase que el mismo presidente de la república enunció al principio de su mandato: “México está preparado para ser gobernado por una mujer”.
Desde entonces quedó claro que, detrás de la frase, se preparaba el terreno para que su protegida, Claudia Sheinbaum, fuera la heredera de su capricho presidencial. Tampoco ha sido secreto que con designar a Sheinbaum –su “corcholata” favorita para candidata– busca, entre otras cosas, que sea continuadora de la ideología de la autodenominada cuarta transformación y cubra las deficiencias de este gobierno de malos y millonarios programas que quedarán inconclusos.
Pero, ¡vaya ironías de la vida!, sorpresa que viene a romper con los cálculos de un político que jamás imaginó que su deseo pueda cumplirse en otra mujer con pensamiento propio y con credenciales académicas y logros palpables. Es innegable que Xóchitl Gálvez ha venido a mover la estructura mental de quien ha hecho de su gestión un espacio de confrontación e insidia contra todo aquel que ose criticarle.
El “yo estoy bien y los que me critiquen o a mi proyecto están mal” parece ser el mantra diario de quien argumenta no ser machista, porque en su gabinete hay un gran número de mujeres. Y sí, ¡vaya que las hay!, pero con la obediencia y sumisión necesaria al patriarca, el tlatoani, que dicta la agenda a seguir y vigila que nadie se mueva de los límites que él marca. ¡Cómo si esto último no se supiera y se viera claramente!
Un programa espía llamado “porque lo digo yo”
Lo cierto es que el presidente sabe bien que está frente a una mujer con una voz y personalidad independiente, y el término “corcholata” no cabe en ella. Y sí, rondan en México voces que han abrazado el deseo de que la senadora Gálvez Ruiz sea la próxima presidenta de México. Una ciudadanía que se siente agraviada y que le revierte al presidente y a su “corcholata” las consignas propagandísticas, a favor de la exitosa ingeniera en computación por la UNAM, sobresaliente en su área y nombrada en 1999 una de las 100 líderes globales del futuro del mundo, entre otros prestigiados reconocimientos de organismos internacionales.
México, dicen por aquí y allá, empieza con M, letra con la que se escribe mujer; pero en medio lleva la X de Xóchitl. A juzgar por el crecimiento de aceptación y entusiasmo que ha despertado, la palabra presidente llevará también una X en medio o al final. X de Xóchitl. Xóchitl de entusiasmo, Xóchitl de honestidad, Xóchitl de frescura, Xóchitl de autenticidad. Xóchitl la malhablada, Xóchitl la aguda. Xóchitl “la ocurrente”. Xóchitl la imprudente, como le llamó sin enojo Diego Fernández de Cevallos cuando en 2016 asistió a su festejo de 75 años de vida, y la invitada transmitió la fiesta por Periscope. Estuvieron reunidos allí personajes como Carlos Slim, Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón, Carlos Navarrete, Jorge G. Castañeda, José Narro Robles, Porfirio Muñoz Ledo, José Córdoba Montoya, Roberto Gil Zuarth y Cecilia Pérez Zepeda, entre otros.
Aunque Fernández de Cevallos aclaró no estar molesto por la transmisión de su reunión, sino que –adujo– le contrarió que se hiciera público un evento privado. No era una fiesta escondida, pero se debe respetar la privacidad de los invitados, dijo en ese entonces. Siete años después de ese hecho, el material fue exhibido en la mañanera del miércoles 4 del presente mes en la sección ¿Quién es quién en las mentiras de la semana? Ese hecho, al que asistiera la entonces delegada de Miguel Hidalgo, Ciudad de México, Xóchitl Gálvez, fue una de las asideras para cuestionarla ayer y hoy. Porque, en aquella ocasión, la entonces feroz oposición que encabezaba López Obrador también le reclamó. Al respecto ella contestó: “¿Por qué no puedes coincidir en un punto con personas que piensan totalmente distinto? Nos juntamos porque de alguna manera tenemos una empatía con Diego”.
El presidente usó el material para continuar desacreditando la autonomía de Xóchitl Gálvez, a quien se dirige como “la señora”, jamás por su cargo de senadora, e insiste en que varios de esos asistentes al festejo fueron consultados para postular a Xóchitl a la presidencia. Cabe preguntar: ¿Cómo obtuvo esta información el presidente? ¿Le consta? ¿Los espía? ¿Acaso el programa espía se llama “porque lo digo yo”?
Quienes tenemos ya claro el perfil de la senadora Gálvez Ruiz, sabemos que no necesita de permisos o aprobaciones externas. Su carácter y personalidad son claros y están a la vista de todos. Y no nos asombremos si Xóchitl utilizara las mismas palabras del presidente para revirarle con un: “eso sí que calienta… no somos iguales sus corcholatas y mujeres de su gabinete y yo”. Nadie tomaría a mal si esa fuera parte de su respuesta, ante la diaria descalificación y difamaciones que lanza desde el púlpito presidencial hacia la senadora.
Responsabilidad e inteligencia
Es inocultable, pues, que Xóchitl Gálvez está siendo una candidata que viene a descolocar al presidente, acostumbrado a marcar la agenda de las noticias desde que arribó al poder. Dolorcito de cabeza, o piedrita en el zapato, si así se quiere ver; pero la ingeniera y senadora es dueña de una mente ágil y de respuesta rápida, pero no imprudente. Por lo menos no es ese uno de sus distintivos. Sus respuestas con relación a los temas graves del país dan cuenta de su capacidad analítica y honestidad.
Y valga recordar a presidentes anteriores que durante sus campañas prometieron solucionar todos los males que el país tiene. ¿Cómo olvidar la arenga aquella del expresidente Vicente Fox, cuando prometió resolver el conflicto con los zapatistas en tan sólo 15 minutos? Y, en lo más fresco y reciente, las también encendidas arengas de López Obrador asegurando abatir la corrupción, la baja del precio de la gasolina, así como otorgar al país un sistema de salud como el de Dinamarca, y el largo etcétera de palabras, hoy mera oquedad en el triste vacío e incertidumbre que se encuentra el país.
Lúdicas, ingeniosas, entusiastas, además, las respuestas de Xóchitl Gálvez sobre la solución a los grandes desafíos a enfrentar, de llegar a ser presidenta, hablan de la gran responsabilidad con la que toma los problemas del país.
Sustento lo anterior en la coherente honestidad de las respuestas que ha sostenido. Cada vez que le preguntan cómo solucionará los problemas de México responde: “me rodearé de los expertos en cada área. Los que sepan más que yo”.
Sobre el tema específico de la violencia, en reciente entrevista realizada por el periodista Jorge Ramos, el pasado miércoles 5 de julio, se recordó el número de mexicanos asesinados durante el gobierno actual. “¿Cómo solucionaría usted el problema de la violencia, particularmente con los cárteles?”, preguntó Ramos.
La respuesta de Xóchitl Gálvez: “Justo de las cosas que yo he dicho para pensar si quiero o no ser candidata es este tema. Realmente hoy no tengo una propuesta de seguridad pública clara. Te puedo hablar de lo que yo estoy convencida, y qué hay que hacer en el país. Quitar la impunidad, darle recursos públicos a las policías estatales, que hoy no las tienen, y lo que haría es sentar a los mejores expertos del mundo y de México para establecer una estrategia. No se puede hablar a la ligera. Es un tema muy delicado. Van demasiados fracasos de expresidentes que no han podido encontrar la solución, y creo que este tema lo tenemos que discutir en equipo con muchos mexicanos”.
En cuanto a temas delicados para una parte de la sociedad más conservadora, Jorge Ramos abordó otros dos: “Senadora, usted está a favor de despenalizar la marihuana y sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre el aborto. Es un tema de libertades, ha dicho. ¿Usted piensa que México piensa como usted?”.
Respondió al respecto Xóchitl Gálvez: “Hay muchos México. Yo soy parte de un México diverso, multicultural. No es lo mismo el norte que el sur. En lo único que no puedo apostar es al odio, a la división, al coraje. Creo que lo que necesitamos es hacer políticas públicas que permitan que las personas decidan en libertad”.
Colofón
Aquí queda una pequeña y muy sucinta mención a Xóchitl Gálvez Ruiz, quien está hoy moviendo y recorriendo el país con mensajes de conciliación que tanta falta hacen, pero consciente también de que recibirá un país fragmentado y muy horadado ya, con heridas abiertas y profundas que sólo la voluntad unificada podrán ir restaurando.
En cuanto al actual presidente, él está siendo ya tiempo verbal pretérito. El juicio a su sexenio vendrá luego con mayor claridad, cuando el ruido emocional que hay en todo México mengüe. Es entonces cuando se dimensionará la errática forma de mando elegido por quien obtuvo el voto legítimamente para gobernar; pero que, una vez ascendió al poder, permitió que fueran sus resabios personales los que marcaran la ruta del país.
“La conquista de sí mismo es la mayor de las victorias”, dijo alguna vez Platón, el filósofo griego.