Autoría de 9:37 pm #Opinión, Jorge Díaz Ávila - Disonancias

Los galleros saltan al redondel – Jorge Díaz Ávila

Uno puede ser partidario de la libertad económica, cultural y personal, y yo lo soy, pero frente a las manifestaciones de la crueldad hay que ser intolerantes y hay que romper con las tradiciones que haga falta hasta acabar con ellas.

Jesús Mosterín (1)

El pasado jueves 13 de julio, manifestantes que se asumen como defensores de la gallicultura y la tauromaquia, se manifestaron con bloqueos y marchas en distintas ciudades de nuestro país ―principalmente en la capital― para solicitar al Congreso de la CDMX dar marcha atrás a las modificaciones que, en mayo del año en curso, aprobó en materia de bienestar animal, entre las que desataca la prohibición de las peleas de gallos.

Esta tendencia de cambiar las leyes para hacer más severas las penas contra quien maltrate o abuse de los animales, así como proscribir espectáculos sustentados en el martirio de seres vivos ―peleas de perros y gallos, corridas de toros, el Kots Kaal Pato(2), etc.― ha avanzado, aun lentamente, en distintas entidades de la república, acorde con la tendencia global de abatir el abuso, la crueldad y el daño que el ser humano inflige a los demás seres vivos.

Las falacias de los promotores de la crueldad

Los defensores de estas “tradiciones” sustentan sus argumentos en engaños que buscan justificar ―contra toda lógica, ética y racionalidad― su realización. Recurren a tretas como la falacia ad antiquitatem a la que ya nos hemos referido en una ocasión anterior, cuando en lalupa.mx, abordamos el tema de la tauromaquia (Tauromaquia Falaz). No abundaremos en dichos ardides. Buscaremos ahora reflexionar sobre las implicaciones éticas derivadas de permitir o mantener ese tipo de prácticas que, necesariamente, conllevan la explotación y suplicio de un ser vivo.

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Los manifestantes del jueves ―pro gallinocultura y pro tauromaquia― afirman que eliminar estas “tradiciones” afectaría el sustento de muchas familias que se dedican a estas actividades que, a su vez, generan numerosos empleos indirectos.

El hecho es que, a diferencia de otras actividades pecuarias (avicultura, ganadería) mediante las cuales se crían animales para el consumo humano o para obtener derivados que constituyen alimentos (huevo, leche, etc), la cría de gallos de pelea y toros de lidia conlleva el componente de la crueldad. Es decir, se cultivan animales para ser sacrificados en un espectáculo cruento en el que los propios animales luchan por sobrevivir. Cabe destacar que tanto los gallos de combate como los astados para las corridas son criados selectivamente para enfatizar una genética agresiva y bravía. No son ―ningún animal lo es― así por naturaleza (hay aquí otra falacia ―post hoc ergo propter hoc― con la que se busca legitimar su sacrificio).

En cuanto al tema económico, evidentemente, las ganancias que proveen las peleas de gallos y las corridas taurinas son infinitamente superiores a las que genera una zootecnia tradicional, porque dichos espectáculos inhumanos promueven la circulación de recursos económicos cuya procedencia es dudosa, fomentando además actividades que rayan en lo ilegal, como las apuestas, o son francamente ilícitas, como el lavado de dinero.

Los promotores de esta manifestación ―la tercera marcha nacional en defensa de nuestras tradiciones y empleos― que se efectuó simultáneamente en diversas entidades del país, aseguran que cuentan con el respaldo de biólogos y veterinarios. Sería conveniente saber si los profesionistas dedicados al estudio de los seres vivos y centrados en su protección y cuidado apoyan estas costumbres perniciosas lo que, de fondo, constituiría una incongruencia epistemológica.

El maltrato y abuso contra los animales

El maltrato animal se fundamenta en la creencia (presente en algunas religiones y corrientes filosóficas) de que los seres vivos distintos al humano no sienten dolor, no tienen consciencia, carecen de sentimientos y no poseen ningún tipo de inteligencia.  A la luz de la ciencia, los animales sí sienten dolor, mantienen consciencia de sí mismos, de sus congéneres y de otras especies (depredadores, presas, etc.), experimentan distintos sentimientos (incluso duelo) y son capaces de resolver problemas complejos que requieren necesariamente de diversos grados de inteligencia para solucionarlos.

Para Cajal (Cajal. Et al. 2018) el maltrato comprende comportamientos humanos que causan dolor innecesario o estrés a un animal, incluyendo conductas negligentes, así como con intencionalidad cruel, que se configura como un comportamiento criminal.

Maltrato animal y criminalidad

En una sociedad donde la violencia y los asesinatos se han convertido en tema cotidiano, permitir que se mantengan este tipo de “costumbres” sádicas y brutales no contribuye a la conservación de tradiciones sino representa un apoyo manifiesto a la perpetuación del clima hostil y salvaje en el que nos hallamos inmersos.

Casos recientes de maltrato animal hacia mascotas (el perrito scooby arrojado al cazo de manteca hirviente, el suplicio y asesinato de “huellitas” grabado en video por su perpetradora, y una larga relación de abusos que sería ocioso referir) se han convertido en la norma en un contexto social en la que madres de familia buscan persistentemente fosas comunes clandestinas albergando la esperanza de hallar a sus hijos desaparecidos no sólo en entidades consideradas peligrosas, sino prácticamente en todo el país. Un contexto en donde los decapitados son colgados en puentes y sobre vialidades como alarde de la impunidad con la que opera la delincuencia. Una cotidianidad donde ―a pesar de lo que diga el gobierno―, los feminicidios son el rasgo distintivo de la criminalidad en México.

¿Cuál es la relación del maltrato animal con los homicidios? Existen al menos tres teorías científicas ―La Tríada de la Psicopatía, la Hipótesis de Gradación y El Enlace― que evidencian que aquellos sujetos que durante la infancia abusan de otros seres vivos, en su vida adulta serán proclives a cometer crímenes como violencia doméstica, abuso sexual, y asesinatos.

En otra ocasión será pertinente abordarlas, en tanto, sólo expondremos que la Teoría de la Gradación sostiene que el maltrato hacia los animales durante la infancia conduce a la delincuencia en la vida adulta. Así, los abusadores violentos empiezan con animales y luego progresan con el tiempo hacia una violencia hacia otros humanos (Zuriñe, 2020).

Justicia para todas las especies

La filósofa norteamericana Martha Nussbaum ha abordado en algunas de sus obras la problemática contemporánea de la crueldad hacia los animales, ha combatido tanto la teoría del antropocentrismo según la cual todos los recursos del planeta ―incluidos los seres vivos― existen para el beneficio humano, así como la concepción occidental basada en la tradición judeocristiana que considera al hombre el rey de la creación, por lo que debe tener el dominio de todos los demás seres vivos. Igualmente, ha cuestionado las concepciones contractualistas (presentes en las obras de Immanuel Kant y John Rawls, entre otros) que implican que los animales no poseen dignidad ni valor intrínseco sino solamente un valor derivado (en función de lo que aportan al humano: alimento, productos como la piel, la lana, etc.) e instrumental (en función de lo que le facilitan: transporte, compañía, protección, etc.).

Nussbaum, a partir del “enfoque de las capacidades”, asume que debemos consideración a los animales no humanos como parte de una justicia social orientada a respetar la complejidad de las vidas animales y a sus esfuerzos por florecer (Nussbaum, 2007. P. 323).

En el capítulo VI de su obra “Las Fronteras de la Justicia. Consideraciones sobre la exclusión”, Nussbaum propone el establecimiento de una justicia interespecie caracterizada por diez planteamientos enfocados a modificar la estructura misma de las teorías de la justicia, de modo que se reconozcan derechos impostergables para todas las especies.

La filósofa norteamericana apela a la ética (de raíz aristotélica) para formular los principios de esta justicia interespecie, a fin de que en su marco se promueva y reconozca el bienestar y dignidad de la criatura individual, evitando que la vida de los animales sea perjudicada por obra del hombre, porque todos los animales tienen un derecho de índole moral a no ser maltratados (Nussbaum. 2007).

Así, mientras a nivel global el asunto se debate a niveles éticos y filosóficos, en México lo que se discute es la afectación pecuniaria que tendrán, en caso de eliminar las peleas de gallos, perros y otros animales y el martirio de astados en los ruedos, las personas que han hecho de la crueldad y el abuso de otros seres, un negocio.

Sería necio negar que el maltrato y explotación de los animales ha acompañado al desarrollo de las sociedades. De hecho, no podría negarse que la civilización tal y como la concebimos hoy en día, se fundamenta, en buena parte, en ese sacrificio y aprovechamiento que los seres humanos hemos hecho de todos los demás seres vivos con los que compartimos el planeta.

Por el contrario. Si reconocemos eso, la cuestión ahora es evitar la perpetuación de esa crueldad, de ese abuso que deshonra nuestra humanidad y atenta contra la libertad y la existencia de otros seres, tan o más valiosos para la vida en el planeta que el propio Homo sapiens.

Ante el fallecimiento del escritor checo Milan Kundera, el pasado martes 11 de julio, conviene evocar algunas de sus palabras vinculadas con el tema que hoy nos ocupa, plasmadas en una de sus obras más conocidas (La insoportable levedad del ser):

La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales” (P. 126).

Notas:

(1) Jesús Mosterín (1941 – 2017) Antropólogo, filósofo​ y matemático español. En su obra “El reino de los animales” (2013), analiza la correlación entre filosofía y biología para describir y cuestionar los conceptos mediante los cuales la humanidad se refiere, vincula e interactúa con los animales.

(2) Kots Kaal Pato es una tradición del sureste de México (Yucatán, principalmente) en la que se rellena una piñata con seres vivos (iguanas, zarigüeyas, etc.) y al igual que con la piñata de fruta y dulces, se golpea hasta desbaratarla, con la consecuente muerte a palos de los animales cautivos. Asimismo, se cuelgan patos (ánades) amarrados por las extremidades inferiores para que los participantes de la “fiesta” les arranquen, con las manos, la cabeza.

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Twitter: @Jorgediazavila

Referencias

Cajal, M., Irurzún, J. I., Nadal, Z., Solimena, N., Widensky, B., Reyes, P., & Díaz Videla, M. (2018). Psicopatía, criminalidad y maltrato animal. Buenos Aires. Editorial Akadia.

Kundera, Milan. (1985). La insoportable levedad del ser. México. Tusquets Fábula.

Nussbaum, Martha C. (2007). Las fronteras de la justicia. Consideraciones sobre la exclusión. España. Paidós Estado y Sociedad Núm. 145.

Zuriñe D., Benito. (2020) ¿Hay conexión entre el maltrato animal y la violencia interpersonal?: un análisis de la crueldad animal en asesinos en serie. España. Euskal Herriko Unibertsitatea.

http://www.cienciamx.com/index.php/ciencia/mundo-vivo/18243-fiestas-crueles-mexico

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Last modified: 20 julio, 2023
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