1
No sé el común de la gente, pero a mí me ha dejado en la zozobra la afirmación de la senadora Xóchitl Gálvez sobre el gasto de seguro médico que, según ella, lleva años, sin precisar cuántos, pagando: ¡130 mil pesos cada mes!, razón por la cual se le hizo sencillo promover que, en un futuro, los trabajadores del Estado mexicano desembolsaran, sólo, 70 mil pesos mensuales para su propia seguridad médica en instituciones privadas ya que —a decir de ella— la atención de salud que proporciona el gobierno es absolutamente defectuoso.
Que una probable candidata a la Presidencia de la República en vez de referirse a la reparación del daño sanitario, si acaso lo hubiera —el daño—, se pusiera a hablar de cómo generarles dinero a las empresas privadas por concepto de gastos médicos es algo que, sin duda, me ha causado un inefable estupor.
En mi vida he ganado 40 mil pesos mensuales, por lo tanto evidentemente no me veo en la divina obligatoriedad de —mucho menos me veo presionado a— obtener tal servicio, que al año le cuesta a la panista sólo la irrisoria cantidad de millón y medio de pesos, una cifra, según nos lo ha confesado de manera impensada, que es pan comido para ella, así de abultada es su ganancia política.
Pero no todos pueden embolsarse, o se embolsan con cierta facilidad, esas suculentas cantidades millonarias, por supuesto.
2
El Tribunal Electoral, en su justicia expedita, ha ordenado la suspensión de la venta de los muñecos denominados Amlitos por considerarlos objeto de propaganda morenista, a ver si al rato no mandatan a Mattel la cancelación de las mercancías de Barbie por levantarles falsas ilusiones a las niñas del mundo por hacerles creer que esta vida es, ¡ay!, de color rosa.
Es que estas instituciones, como la del Instituto Nacional Electoral, son tan superiores que ya determinan los papeles de otros tantos oficios, no sólo el de ellos mismos, pues ya, incluso más que un docto profesor de la Septién García, son capaces de determinar qué es periodismo y qué no lo es, como dijera Jenaro Villamil, el domingo 23 de julio, en el programa Operación Mamut al revelar que, al día de hoy, el Sistema Público de Radiodifusión —que dirige el propio Villamil— ha tenido que pagar 4 millones de pesos en multas a aquella autónoma entidad federativa por transmitir completas las conferencias matutinas de López Obrador por considerarlas, la institución sancionadora, objeto de propaganda política.
¡Vaya obsecuencias opositoras por las cosas que antes jamás se habían, o se hubieran, realizado!
3
La oaxaqueña Ángeles Cruz, actriz desde su primer cuarto de siglo (debutando en La Hija del Puma, de 1994, luego de la cual ha intervenido en 15 películas más) y directora cinematográfica a partir de 2012 (a la fecha ha sido responsable de 4 cintas), dijo a Óscar Uriel en el programa Taller de Actores Profesionales, de Canal Once, que no se hace nada en asuntos culturales en las comunidades del país, que todos los gobiernos, incluido el obradorismo, han pasado por su estado sin hacer mínimamente nada en este aspecto que, dijo la actriz, debía ser parte de la canasta básica, momento que urgió a Uriel a proseguir con el tema asegurando “cómo nos mienten los medios” aseverando cosas que no son ciertas.
Quedó claro, ese lunes 24 de julio, que la cultura, por lo menos en Oaxaca, no se practica en el país tal como lo ha reiterado la secretaria de ese ramo, Alejandra Frausto.
¡Y vaya casualidades mediáticas porque sólo un día antes, el domingo 23 de julio en la serie Versiones Públicas, la senadora y cantante Susana Harp le había subrayado todo lo contrario a Jenaro Villamil!
¿A quién creemos: a la artista que dice que como nadie se acerca a su comunidad ella no filma cintas fuera de su zona natal (Tlaxiaco, donde nació en el año 1969), que incluso toda su carrera como directora la ha realizado allá donde nadie llega, o a la funcionaria, también artista (originaria de Oaxaca de Juárez, donde vio la luz primera en 1968), quien afirma exactamente lo mismo en sentido inverso?
4
Dime cómo conceptúas las palabras y te diré quién eres.
Vicente Fox, durante julio, escribió que Lopitos era un misógeno por criticar a la dulce Xóchitl. Y ya sabemos que misógeno es todo aquel que sente aversón hacia la mojer o no cofía en elas.
Luego, sí, hay primeros ejecutivos que no saben de lo que hablan porque, sencillamente, no entienden las palabras sino, nada más, de las sonoridades del dinero, que con eso basta para dirigir a un país, ¿o acaso se necesita algo más? Cuando Fox fue presidente de la República jamás tuvo una férrea oposición mediática porque, así son las cosas, circulaba tangible y correctamente a raudales el dinero en los medios, como debía ser, ¡carajo!
5
El viernes 21 de julio, en el Faro de Iztacalco, en uno de esos actos que nunca pudieron haber ocurrido en sexenio anterior alguno, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, ofreció una conferencia para hablar de los sucesos recientes de la medicina en el país, charla que fue aprovechada por los infaltables opositores del gobierno morenista para hacerle preguntas que no venían al caso con la intención de incomodarlo, ocasión igualmente utilizada con fines antiobradoristas por dos locutoras a quienes cualquier actitud del gabinete presidencial les parece una hostil imprudencia y una desvergonzada satrapía alterando a su arbitrio, ambas conductoras (Adela Micha y Azucena Uresti), los argumentos del funcionario asegurando cosas que él nunca dijo como el de haber llamado “arrogantes” a los familiares de pacientes afectados por el desabasto de medicamentos psiquiátricos, según las comunicadoras, adjetivo que nadie escuchara en la ponencia.
Sin embargo, los que prestan oídos a los decires de estas dos damas lo más seguro es que se lo creyeran, que no en vano las sintonizan.
Ante tanta falsedad, y ante la cada vez más abrumadora gana de callar al presidente por parte del Tribunal Electoral, López Obrador inauguró, la penúltima semana de julio, la sección “No Lo Digo Yo” en la que dispone de videos y tuits para difundir las palabras de una oposición iracunda e irreflexiva.
Y a tal grado ha llegado la rabia contra las mañaneras de una oposición incluso institucional que López Obrador ha tenido que guardarse para sí los nombres de ciertos personajes que, a diferencia de la mordaza que le han impuesto al mandatario, sí lo nombran sin cautela e insultándolo: el lunes 24 de julio, en su mañanera, habló, sin mencionarla, sobre el seguro de gastos médicos que una señora había comentado el fin de semana, aunque el espectador ya sabía que se estaba refiriendo a Xóchitl Gálvez porque la desmesura millonaria de la senadora ya había rodado grandilocuentemente en las redes sociales.
6
No sé cómo hacen los columnistas opositores del obradorismo para coincidir, ¡casualmente!, en sus opiniones sobre ciertos temas siempre punzantes, amenazadores, pensados en zaherir, a propósito, la figura presidencial: ahora ya culpan, aun cuando nada ha sucedido, de cualquier atentado que pudiera sufrir Xóchitl Gálvez, la panista aspirante a ocupar el Poder Ejecutivo en el próximo sexenio que se ha dedicado a demandar penalmente a López Obrador por cosas que el tabasqueño no ha dicho ni hecho en lugar de proponer —la senadora— su plan gubernamental.
Algunas de estas opositoras plumas privilegiadas, a finales de julio, supuestamente sin ponerse de acuerdo comenzaron a escribir, y los locutores a decir, sobre la posibilidad de un asesinato semejante al perpetrado contra Colosio en marzo de 1994 presagiando un caos nacional sólo para joder, y creo que no hay otra palabra más exacta, a López Obrador.
Yo, si fuera Xóchitl, tendría más miedo de mis congéneres, por lo que perversamente sugieren, que del bando contrario.
Creo.
Las infamaciones a la orden del día.
7
En el programa semanal de Canal Once Dinero y poder, del pasado jueves 27 de julio, los panelistas, encabezados por Ezra Shabot, aseguran que la administración obradorista es, sí, neoliberal pero fallida ya que todos los gastos son finalmente inútiles, así lo dicen, categóricos y altivos, además de mostrarse, la plantilla entera de esa serie televisiva, en completo desacuerdo con que el peso disminuya su cotización frente al dólar porque, ¡ay!, los empresarios ven mermada su riqueza.
Hasta en ese punto López Obrador no sabe lo que está haciendo en perjuicio de los mexicanos, aseveran lastimosamente.
Y mejor no digamos nada sobre el deteriorado estado de la salud en el país que este —mal— gobierno ha venido a empobrecer.
Lo dicho: el presidente morenista no tiene que mirar Televisa para conocer el empeoramiento que su gestión ha causado al país, según estos comentaristas de Canal Once que no sé si son más beligerantes, o casi iguales, a Castañeda, caray, porque el espectador recibe la misma diatriba ya mirando la televisión privada que la pública… con la ventaja para los que son mantenidos por el Estadio ya que a ellos no se les toca ni con el pétalo de una rosa, de modo que pueden decir lo que les venga en gana a sabiendas de que jamás serán desmentidos en, por ejemplo, “Quién es Quién en las Mentiras”.
8
El lunes 24 de julio en un reportaje, siempre bien planteados, sobre un despiadado crimen en Los Ángeles —en el Canal Investigation Discovery—, un detective narraba el suceso de la escapatoria de este asesino atravesando la frontera para poderse librar de su castigo en Estados Unidos, pero las autoridades mexicanas lo detuvieron al hallarle una pistola oculta en su carro, la misma arma con la que había cometido el homicidio de su esposa.
Fue trasladado a una cárcel en el año 2007, pero el maleante, enriquecido por sus triquiñuelas, pagaba a los celadores para que lo cambiaran de reclusorio —cuatro distintos en un lapso de un lustro, finalmente— y despistar a sus posibles perseguidores.
Y el detective narrador, como no queriéndolo decir, acabó por documentarlo:
—El soborno es muy fácil… en México.
Eran los tiempos del superpolicía García Luna, recuérdese.
Gulp.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/
Hace mucho que no leía a Roura, qué decepción, haber puesto su pluma al servicio del poder.