Ayer comenzó la cumbre de los BRICS en Johannesburgo, Sudáfrica. Se trata de una reunión de alto nivel entre los líderes de algunas de las economías emergentes más importante del globo. Si bien el encuentro toma fuerza por la misma naturaleza de sus participantes, también alberga interesantes e ineludibles fricciones entre los países involucrados. ¿Cuál es su impacto para las relaciones internacionales?
El grupo de los BRICS, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha adquirido mucha popularidad y presencia en el escenario global. Desde su conformación hace alrededor de 15 años, ha sido un símbolo del poder de lo que se concibe como el “sur global”. Los cinco países ilustran el surgimiento de potencias fuera de la esfera occidental, mostrando la importancia de regiones olvidadas del sistema internacional.
Quizá antes, en sus primeros años de formación, los BRICS no resultaban una agrupación atractiva de poder e influencia en el mundo. Sin embargo, hoy, tras varios años y cambios en el globo, son una imponente alternativa a Occidente, que ha atraído a muchos países dentro y fuera de la influencia occidental, como es el caso de Argentina, Bangladesh, Egipto, Etiopía, Kenia y Nigeria, por mencionar algunos, los cuales han aplicado por la membresía del quinteto de potencias emergentes.
Este es precisamente uno de los varios temas que se abordan actualmente en la cumbre en Johannesburgo; siempre adopta un espacio relevante en las agendas de los líderes que participan, pero ahora es uno de los puntos de mayor fricción a raíz de la diferencia de posturas e intereses que tienen. Es cierto que los cinco países mantienen con recelo la expansión de su grupo, puesto que significaría compartir el poder, la influencia, el apalancamiento y la marca de los BRICS, por lo que su selección debe ser, además de consensuada, cuidadosa y estratégica.
No obstante, por otra parte, es un interés natural de los BRICS hacer que su grupo crezca para seguir fortaleciéndose en su ánimo de ser una alternativa para el sistema internacional y un contrapeso para Occidente. Pero es justamente la selección de los nuevos miembros lo que genera fricciones entre los cinco países. Mientras que China mantiene la mirada en naciones alejadas de los poderes occidentales, India sostiene una posición más mesurada, pugnando por integraciones más equilibradas entre los dos polos de poder.
A pesar de los diálogos que se han realizado entre altos mandos en la cumbre, se antoja complicado que se pueda llegar a un consenso en torno a qué vía seguir para la ampliación del grupo. Pero ese no es el único motivo de tensión en esta nueva reunión de los BRICS. De los líderes del grupo, el ausente es el presidente ruso Vladimir Putin, quien al final prefirió no viajar a Sudáfrica para evitar meter en aprietos al gobierno de Cyril Ramaphosa.
Debemos recordar que la Corte Penal Internacional, de la que es signataria Sudáfrica, ha emitido una orden de aprehensión contra Putin por presuntos crímenes de guerra. En este contexto, el hecho de que Pretoria no haya garantizado la legalidad de la asistencia del mandatario ruso a la cumbre habla de una cercanía suficientemente fuerte todavía entre Occidente y Sudáfrica, puesto que otra opción habría sido desestimar un instrumento de gobernanza global en materia de derecho internacional.
Lo anterior demuestra que los BRICS aún no están en posición para desafiar completamente a Occidente, sus instituciones y el sistema internacional forjado hasta la actualidad. Sin embargo, a pesar de las tensiones existentes entre el quinteto de naciones emergentes, la cumbre es determinante tanto para continuar dirigiendo sus esfuerzos colectivos y de sus respectivas zonas de influencia hacia un contrapeso de los poderes occidentales, como para el avance en la construcción de un orden mundial alternativo. Su progreso es significativo. Hay que recordarlo: en su origen, hace 15 años, la agrupación contaba con un peso limitado en el orbe, pero hoy en día han podido incomodar al poder establecido internacional. ¿Qué les traerá el futuro en cinco, diez o veinte años?