I
El próximo 14 de septiembre concluirá en el Estado de México el gobierno priista de Alfredo del Mazo Maza. Por primera vez en 94 años esta entidad será gobernada por un partido distinto al PRI.
Si bien después de la Revolución Mexicana —de 1929 a 1944— gobernaron personajes emanados del Partido Nacional Revolucionario, y posteriormente —de 1941 a 1945— del Partido de la Revolución Mexicana, ambos antecedentes directos del PRI, el primer gobernador mexiquense priista fue Alfredo del Mazo Vélez, abuelo de Alfredo del Mazo Maza, actual mandatario que está por finalizar su gestión.
Del 16 de septiembre de 1981 al 21 de abril de 1986, Alfredo del Mazo González, padre del actual titular del ejecutivo estatal, fungió también como gobernador mexiquense, dejando inconclusa su gestión al solicitar licencia para integrarse como secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal al gabinete del entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado.
En el gobierno de Ernesto Zedillo se desempeñó como director general del Infonavit, responsabilidad que nuevamente dejó inconclusa al contender por la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal. Las elecciones para este cargo se llevaron a cabo el 6 de julio de 1997, resultando ganador el expriista Cuauhtémoc Cárdenas, abanderado en esa ocasión del Partido de la Revolución Democrática.
A 26 años de distancia, una vez que Alfredo del Mazo González perdió la elección, en la ahora Ciudad de México no ha vuelto a gobernar un priista, y muy previsiblemente al menos en la siguiente elección (2024) tampoco habrá de hacerlo. Con el fin del gobierno de Alfredo del Mazo Maza en el Estado de México, la historia parece repetirse en la entidad mexiquense, porque no se avizora que un candidato priista pueda ocupar dicho cargo próximamente.
Justamente el nepotismo, cuasi monárquico, fue uno de los vicios que contribuyó al hartazgo de los electores y de los militantes priistas que, sin importar sus méritos o causas, nunca fueron considerados para contender por cargos de elección popular.
II
En colaboraciones anteriores, hemos señalado que en Morena perviven y medran connotados expriistas de las épocas que el primer mandatario Andrés López identifica como del saqueo histórico, la corrupción y la mafia del poder. Y por más que se esfuerce en decir que no son iguales, son idénticos, es más, son los mismos.
Sobresale de dicho elenco Manuel Bartlett Díaz, que de 1957 a 2012 desplegó una amplia carrera política al interior del PRI, gracias a la cual llegó a desempeñarse como secretario de Gobernación durante el gobierno de Miguel de la Madrid; secretario de Educación Pública, en el sexenio de Carlos Salinas, y gobernador de Puebla, de 1993 a 1999.
Fue precisamente como secretario de Gobernación que le correspondió organizar y calificar las elecciones del 6 de julio de 1988, a través de la Comisión Federal Electoral ―CFE―. Ocurrió entonces lo que en la historia moderna de México se conoce como el fraude electoral de 1988…
El 6 de julio de 1988 se llevaron a cabo las elecciones federales en las que contendieron por la presidencia Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato del Frente Democrático Nacional (FDN), y Carlos Salinas de Gortari, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Por primera vez en la historia de México era posible seguir paso a paso la información electoral a través de un sistema de cómputo y difusión. Sin embargo, aproximadamente a las ocho y media de la noche, mientras se registraba una mayoría de votos en favor del candidato del FDN, Cuauhtémoc Cárdenas, el sistema se apagó (cndh.org.mx).
Hoy, Bartlett Díaz se desempeña como director general de la Comisión Federal de Electricidad ―otra CFE―, lo que resulta inexplicable en un gobierno que se ufana de no mentir, no robar y no engañar al pueblo. El fraude del 88 fue un robo, un engaño y una mentira no sólo para los electores, sino para todos los mexicanos.
El gobierno de la 4T insiste en mantener a Bartlett al frente de la CFE, ¿será porque desde una institución homónima a la de 1988 podría volverse a apagar el sistema, ahora en las elecciones de 2024?
Por cierto, en internet están los videos de las acaloradas peroratas de Manuel Bartlett ―ya como coordinador del PT en el Senado de la República― criticando la intervención del ejército y la marina en puertos aéreos y marítimos. ¡Vamos a ser los reos de las fuerzas armadas!, advirtió el 23 de abril de 2017, desde la tribuna de la cámara alta. Hoy, que el presidente López ha entregado las aduanas, los aeropuertos, los puertos y hasta el tren maya a las fuerzas armadas, no se le ha escuchado opinión alguna al respecto.
III
Calificar de “crimen mediático” al asesinato de Hipólito Mora y además atribuir su ocurrencia a los gobiernos anteriores es desmesuradamente cínico y absurdo. Que lo afirme el presidente es, además, espeluznante.
El crimen, anunciado y previsible, sólo es resultado de la inacción de un gobierno omiso en el cumplimiento de su responsabilidad esencial de brindar seguridad a los ciudadanos.
En su quinto informe de gobierno, el presidente excluye los temas del narcotráfico, la violencia de los delincuentes (no sólo entre ellos, sino contra la sociedad civil), el creciente número de desaparecidos, las extorsiones a productores agrícolas, profesionistas, transportistas, comerciantes; la influencia criminal de los cárteles en otros países (como el reciente asesinato de Fernando Villavicencio, candidato presidencial en Ecuador, quien en vida advirtió de las amenazas de las que fue objeto por parte de los cárteles mexicanos).
En su mensaje de más de hora y media por su quinto informe de gobierno, el tema que más preocupa a los mexicanos, el de la inseguridad, ocupó sólo un minuto en la alocución presidencial.
IV
No podría provenir de otro que no fuera Gerardo Fernández Noroña la desmedida y ridícula proposición de otorgar una pensión vitalicia ―porque se la ha ganado a pulso― al presidente Andrés López, una vez que concluya su mandato. Igualmente, grotesco es el planteamiento de Marcelo Ebrard de crear una secretaría de Estado orientada a defender los “logros” de la 4T, cuyo titular sería, ni más ni menos, el primogénito del actual presidente.
Ambas iniciativas son incompatibles con la propuesta de eliminación de las pensiones a los expresidentes y el combate al nepotismo que constituyeron parte de las promesas de campaña del presidente Andrés López. Pero más allá de eso, son un exceso de adulación y servilismo, tan característico de los políticos socaliñeros y rastreros propios de los regímenes autocráticos y despóticos (Cuba, Corea del Norte, China) que rinden pleitesía a sus líderes de papel, y que se exacerban en época de elecciones y sucesiones.
Los de la 4T no solamente son iguales, sino peores que los políticos de los gobiernos anteriores, porque exhiben y alardean sus propuestas obscenas, sus contradicciones y su ineficiencia.