REPORTAJE: JESÚS ARRIAGA/LALUPA.MX
FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX
El grupo de hombres y mujeres entra a un aula, donde una psicóloga les asigna un lugar frente a unas computadoras, donde harán una prueba de las muchas que deben hacer en el Centro de Evaluación y Control de Confianza del estado de Querétaro (CECCQ), que hoy lunes 18 cumple cinco años de operación.
A ese organismo deben acudir los aspirantes a formar parte de las corporaciones de seguridad del estado, así como los elementos ya en funciones, quienes son evaluados de manera periódica para mantener los estándares que se requieren.
En una de las áreas, Juan Carlos Martínez Castillo, poligrafista del CECCQ, prepara a un hombre para someterlo a la prueba que se conoce coloquialmente como “detector de mentiras”.
Con experiencia de siete años, explica que su trabajo consiste en el análisis fisiológico de las personas, para determinar categóricamente si están siendo honestas o no. “La evaluación poligráfica consiste en un proceso integral de barreras sucesivas, por lo cual no es fenómeno único, sino que se realiza en conjunto con otras evaluaciones, como medicina, toxicología, psicología, que permite tener un entendimiento de toda la persona y poder personalizar la evaluación”.
Martínez Castillo detalla que pintar la evaluación poligráfica como una “detección de mentiras” es muy impreciso.
“La evaluación poligráfica no detecta mentiras, porque una mentira es un fenómeno intangible. Lo que realmente hacemos aquí es analizar la fisiología. Esto se debe a que hay ciertas reacciones fisiológicas relacionadas con el acto de mentir que la gente no controla voluntariamente, pues pertenecen al sistema nervioso autónomo”, explica Juan Carlos.
Lo que en realidad ocurre, afirma, es que el cerebro determina, de acuerdo cómo procesa la información, si una persona es honesta o no, y guarda una reacción fisiológica.
En poligrafía lo que se hace es monitorear y analizar la información bioestadística que se obtienen mediante estímulos de prueba, como cambios o alteraciones en ritmo cardiaco, presión arterial, impulsos nerviosos, contracciones musculares involuntarios y sudoración en la piel, aunque en éste último no se monitorea la cantidad de sudor, sino las glándulas ecrinas, para saber en qué momento se activan.
En la primera parte del proceso se habla con la persona, en la segunda se hace la evaluación ya conectado al polígrafo, proceso que dura entre dos y media y tres horas, y la tercera etapa es el análisis de los resultados, para ver si sus reacciones son las adecuadas y si la persona está siendo honesta.
En otro piso del edificio, construido especialmente para este instancia, Cinthia Zavala, encargada del Departamento de Medicina y Toxicología del CECCQ, explica que su área es la encargada de operar el Banco de Datos de Perfil Genético de los aspirantes y de los integrantes de las instituciones estatales de seguridad. Un trabajo innovador a nivel nacional.
La base de datos de ADN proporciona los suficientes elementos para confirmar o descartar la participación de elementos de seguridad en hechos que sean posiblemente constitutivos de delito. Además, para el caso de aquellas personas a las que se les imputa un delito, el contar con su perfil genético agiliza la identificación de su participación en un suceso que implique reincidencia.
“Estos perfiles están a disposición de las autoridades que los requieran cuando sea necesario el cotejo de la información genética. Es un tema de certeza y transparencia de quienes están involucrados en los asuntos de seguridad”, explica Cinthia Zavala.
Además, en el laboratorio se procesan las muestras para las pruebas de dopaje, para detectar sustancias ilegales en los elementos evaluados. En caso de la presencia de alguna sustancia que pudiera usarse en tratamientos médicos, se analiza la concentración, pues cuando se trata de medicamentos recetados la concentración es menor que cuando se consumen con otros fines.
La directora general del CECCQ, Estela Fernández Villagómez, señala que “somos la instancia que está facultada para llevar a cabo los procesos de evaluación de todos los que integran las instituciones de seguridad en el estado de Querétaro. El proceso de evaluación de control de confianza está definido como una obligación, tanto para el ingreso como para la permanencia desde la publicación de la Ley general del sistema nacional de seguridad pública, en 2009”.
Explica que cada proceso de evaluación y control de confianza es diferente de acuerdo a los puestos o elementos que se vayan a evaluar. Se hace un proceso de revisión para calibrar bien el instrumento, que sea un instrumento que se acerque a la realidad de trabajo de cada uno de ellos. Una vez que ellos registran ese perfil, lo que se hace es programar los procesos de evaluación y control de confianza.
Indica que la evaluación se divide en cinco fases: La primera, es la evaluación toxicológica, en la cual se toma una muestra de orina y a través de un estudio se detecta la presencia de sustancias ilegales. De dar positivo se hace un estudio confirmatorio que acredite o no la presencia y qué tipo de sustancia es.
La segunda fase, es la evaluación, para lo cual cuentan con un laboratorio que opera al 100% con personal certificado para realizar la función. Este laboratorio hace muestras de sangre y de orina. Se hacen exámenes generales, cuyos resultados se le pasan al médico antes de que tenga contacto con la persona, para que además de hacer la historia clínica, se pueda hacer un análisis más detallado de la salud del elemento evaluado.
Tras esta evaluación, se hace la psicológica, que se hace en dos etapas. El primer acercamiento es a través de la recepción a nivel grupal, se identifican a los candidatos que vienen para confirmar cuál es la batería de pruebas psicológicas que se les van a aplicar, en función de lo que la propia institución (que manda) solicita.
Luego, se pasa a la fase de investigación socioeconómica, la cual consiste en dos etapas. Una que tiene que ver con la revisión documental. Si la institución solicita que el candidato cubra algún nivel escolar, no sólo le pedimos a la persona que traiga el documento que acredita ese nivel escolar. El centro también valida con la institución educativa de origen que el documento se encuentre debidamente registrado.
Después de la etapa de revisión los candidatos llenan una serie de formatos en los que manifiestan cuál es su estado patrimonial económico, y a partir de esa información se hace una entrevista y se busca verificar que toda la información coincida.
“Es importante no perder de vista que parte de las obligaciones que tenemos como servidores públicos en el ámbito de seguridad es acreditar que nuestro nivel de vida es consistente con los ingresos que estamos percibiendo por nuestra actividad y con el histórico de ingresos que en su momento hemos recibido. Por eso se hace un estudio muy minucioso a través de la investigación socioeconómica. Finalmente, se hace una evaluación poligráfica.
Cada una de estas etapas tienen un objetivo específico, y en todas ellas se encuentra información y lo que hacen a través del área de Integración cada uno de los responsables toma el expediente y hace un análisis muy minucioso que contrastan con el perfil, para determinar un resultado único, indivisible e irrefutable, que es aprobado o no aprobado.
“Todos los resultados que tenemos como no aprobados se tienen que sostener en qué condición descarta a un candidato para continuar en una institución o ingresar a un proceso de formación inicial.
En el caso de los aprobados, no se queda sólo con la emisión de la notificación. Se hace un estudio que permite dar recomendaciones para el seguimiento. Lo que se busca es que todos los que se integran a las instituciones de seguridad vayan teniendo un desarrollo conforme a la experiencia y el conocimiento que adquiera al paso de los años”, subraya Fernández Villagómez, quien destaca que el trabajo del Centro permite que Querétaro sea el único estado a nivel nacional que cumple al 100 por ciento el Certificado Único Policial (CUP).
Fundamentalmente, los cargos de policía, custodio y policía procesal tienen una trayectoria de 25 años. Esto quiere decir que pasan por entre ocho y nueve evaluaciones de control de confianza, en las que de manera constante verifican que su comportamiento esté apegado a su función.