Este 16 de septiembre, los mexicanos conmemoramos el Grito de Independencia, uno de los eventos históricos más importantes de nuestro país, pues marca el inicio de la lucha por la independencia de México, sin embargo, muy pocos mexicanos/mexicanas recuerdan cómo terminó este proceso y cómo el resultado fue justamente el contrario del que los “héroes que nos dieron patria”, imaginaron en 1810.
Como nos es enseñado desde la infancia, el movimiento independentista comenzó cuando el cura Miguel Hidalgo incitó al pueblo a levantarse en armas en contra del Virreinato, al convocarlos a todos a través del sonar de las campanas de su parroquia y gritando con elocuencia los motivos por los cuales no podían quedarse esperando sin participar de esta lucha, sin embargo nunca atacó al gobierno español virreinal ni a sus políticas extractivas hacia las colonias y de hecho, de acuerdo con diversos testimonios, incluso lanzo “vivas’ al rey Español Fernando VII.
Pero, contrario al discurso de la “Historia de Bronce” u oficial, plasmada en las monografías y los libros de texto gratuitos, la independencia de México sólo se consumó 11 años después y no representó el rompimiento de las cadenas de la esclavitud y los nexos con España, sino la creación de una nación (llamada imperio mexicano”) bajo el liderazgo del ex general realista y criollo Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu.
Él, quien combatió durante a una década a los independentistas que sobrevivieron a las ejecuciones de Hidalgo y de Morelos, fue la cabeza que consumaría la lucha por la independencia que solo unos cuantos, como Vicente Guerrero o Javier Mina, habían mantenido con vida entre 1811 y 1821.
Así, un 27 de septiembre de 1821, Iturbide proclamó el Plan de Iguala, que abogaba por la independencia de México bajo una monarquía constitucional. Esta proclamación culminó en la entrada triunfal de Iturbide a la Ciudad de México el 28 de septiembre de 1821, marcando la consumación de la independencia de México.
Por qué triunfó Iturbide y la contrarrevolución es algo que puede explicarse por los hechos sucedidos en España, donde ocurrió un movimiento liberal que tuvo corta vida pero restituyó la observancia de la Constitución Liberal de Cádiz de 1812, durante el Trienio Liberal (1820-1823) fecha en la que en México se logra finalmente la independencia debido a la extraña alianza de ex realistas, clericales, y los pocos y verdaderos independentistas que quedaban (algo similar al Frente Amplio que competirá en las elecciones del 02 de junio de 2024).
Así, el dicho “la conquista de Tenochtitlán la hicieron (principalmente) los indígenas (aliados de las escasas fuerzas militares de Hernán Cortés) y la independencia de México, fue lograda por españoles o sus descendientes (criollos) cobra un sentido de realidad ya que este movimiento de “liberación” fue promovido por las altas esferas de la sociedad novohispana, ahora llamada “mexicana”.
Con la independencia, los criollos se quedaron con los privilegios de sus familiares hispanos pues durante el Virreinato eran los “peninsulares” quienes tenían reservados los cargos más altos y los nombramientos de virreyes, obispos y generales y ahora, con la notable excepción de Vicente Guerrero, un mulato, serían los criollos el estamento superior de la sociedad mexicana y los indígenas perderían derechos colectivos ganados en el virreinato, como su propio cabildo y representación, pues pasarían a ser ciudadanos de la nueva nación, con obligaciones pero muy pocos derechos.
Esta interpretación desafía la noción tradicional de la independencia como un acto de liberación y plantea preguntas sobre quiénes realmente llevaron a cabo la lucha por la independencia, porqué y cómo se beneficiaron de este proceso elitista que ahora se nos vende como un movimiento popular heredero del levantamiento de 1810.
La realidad dista mucho de ser así como la ‘Historia de Bronce’ señala pues Iturbide, militar de origen español persiguió sin descanso a las fuerzas insurgentes que buscaban la independencia de México, pero, a medida que el Trienio Liberal se afianza en España y la Constitución de 1812 se reinstauraba, Iturbide cambió de bando al pensar que bajo un gobierno monárquico se podrían resguardar los intereses de los españoles y criollos en México.
Daniel Martínez-Sahagún es docente de Relaciones Internacionales en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Querétaro, investigador especializado en Derechos Humanos, medios digitales y Democracia.
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