Jamás he terminado de entender la pertinencia de la fantasía en los relatos, cuando la realidad es, por sí misma, mágica. Por eso creo que cualquier intento de fantasear más allá de la realidad es evidencia de privilegio, o un sesgo en la percepción, si es que hay alguna diferencia en eso. Sobre todo en México –máxico–, que sorprende en cada esquina a quienes no le rehúyen al crudo horror de las banquetas rotas y los campos secos, la sangre, el lodo, la muerte y, por no dejarles fuera, a los espectros.
Hace unos días, el canal Relatos de la Noche –del que hemos hablado antes en este espacio– publicó un relato titulado La noche que pasé en un pueblo fantasma, que no me dejó otra opción que llorar la primera vez que lo escuché.
Comienza así: “¿Se han encontrado con amigos luego de muchos años de no verse? ¿Se han enfrentado a esa ligera incomodidad al buscar reconocerse de nuevo y ver si queda algo de esa amistad? Por increíble que parezca, así comienza la noche más aterradora de mi vida, la noche que, con pruebas, comencé a creer en fantasmas”.
A lo largo del episodio, el narrador cuenta la historia de su vida, teniendo como eje su pueblo de origen, un entorno rural del que su familia huyó buscando un mejor futuro. El narrador conserva raíces –mayormente por nostalgia–, pero él mismo ha dejado atrás esa vida al haber estudiado una carrera universitaria, algo de lo que se siente orgulloso. Esta profesión es la misma que lo lleva de regreso al pueblo en donde, por infortunios, se encuentra con un “viejo amigo” y pasa una noche repleta de terror sobrenatural y peligros reales. No les cuento el resto porque este capítulo de RDLN es una pinche joya, que inundaría los ojos de Rulfo.
Este es un episodio especial, de 26 minutos y medio de duración, que Uriel Reyes y su equipo decidieron trabajar con muchísimo cuidado. Creo tener pruebas de ello. Hace poco más de un año, un 3 de octubre, entrevisté a Uriel y confirmó mis sospechas: una de sus principales inspiraciones para la creación del canal –cuyos videos reciben arriba de 100 mil visitas y cuenta con casi 2 millones de suscriptores, únicamente en YouTube– fue El llano en llamas de Juan Rulfo, particularmente el cuento ¿No oyes ladrar los perros?
Además, recientemente, debido al crecimiento del canal y la diversificación de los proyectos en los que se ve involucrado –como la novela gráfica El crucifijo del padre Lucas– es poco usual que una sola historia abarque un episodio completo. No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas, de que Uriel vio y sintió en este relato lo mismo que un servidor. Por eso, esta narración, de un México rural postmoderno, meritocrático y narcocultivado, me parece, por mucho, el episodio más realista-mágico, hermoso y aterrador del proyecto. Y créanme, los he escuchado todos, varias veces.
Llevo años abonando pequeños detalles a la línea de investigación que comencé en el 2020, cuando descubrí Relatos de la Noche. En su momento, con la publicación de la primera columna, pude explorar e ilustrar la importancia de un proyecto como RDLN en el contexto mexicano y latinoamericano y, sobre todo, la pertinencia de una investigación al respecto. Hoy, un par de años después, no sólo me encuentro convencido, sino encantado con la idea de que este proyecto poco a poco se esté transformando de un canal de entretenimiento a un “meta medio de información” para la difusión cultural y política, en el cual alguien puede consumir contenido que le informe, no sólo de cómo es la vida en otros lugares del mundo, sino de qué forma y a qué le temen lxs demás.
CONOCE MÁS:
Parafraseando a Uriel en la entrevista, el terror evoca nostalgia. Relatos de la Noche, como proyecto, es el conglomerado de las diferentes experiencias de Reyes a lo largo de su vida, desde esas primeras grabaciones de las leyendas del periódico Frontera para su sobrina, un trabajo como relator de las historias de personas víctimas de violencia y en tránsito, los relatos de Rulfo, las creepypastas (un neocadáver exquisito, en sus palabras), el taller de documentación en video en el CNI y el proyecto fotográfico de representación de las leyendas de un pueblo, y lo demás. Es así que, el realismo mágico, vanguardia literaria en la que germinó RDLN, permeó cada etapa, influyéndola, complementándola, llevándolo a ser uno de los productos culturales más importantes del México actual, para el mundo.
No obstante, si se observa unx mismx escuchando Relatos, descubriendo el mundo y el miedo ajeno, reconociéndose en este, es imposible no remitirse a la historia oral, a las fogatas, a las leyendas y los chismes. Tal vez el miedo sí sea nostálgico, y eso sea necesario en los tiempos cuando el realismo mágico pasa desapercibido, y la información “objetiva” y la cultura hegemónica están normalizadas.
Excelente artículo, felicidades.