Autoría de 12:39 pm #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito

Cruzada contra las palabras en una crisis de la verdad – Víctor Roura

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Lo que está haciendo el instituto Nacional Electoral, al prohibir al presidente de la República pronunciar ciertos términos con el pretexto de involucrarse en el proselitismo político, es sencillamente un acto contraliterario al evitar la pronunciación de determinadas palabras que, quiéralo o no el INE, forman parte del repertorio lingüístico de la ciudadanía. Lo curioso del asunto es que esta censura es parcializada, porque no se reparte este veto de la misma manera en los diversos entramados de la airosa vida pública.

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El pasado 11 de octubre, en la conferencia matutina del presidente López Obrador desde Palacio Nacional, el periodista español Ignacio Ramonet hizo uso de la palabra, ésa que tanto detestan las instituciones ahora encargadas de supervisar el lenguaje de los servidores públicos, para emitir su opinión sobre el ejercicio comunicacional que, diariamente, realiza el mandatario mexicano. Ramonet, con larga trayectoria en la prensa escrita, afirmó lo siguiente: “… como periodista, tenía mucho interés en asistir a una mañanera, porque creo que usted ha iniciado una forma muy diferente de dirigirse a la vez a la población y a los medios”. 

      Ramonet, quien el pasado 5 de mayo cumpliera las ocho décadas de vida, destacó en López Obrador lo que no dudó en llamar como “una extraordinaria honestidad intelectual que trasciende de su manera de expresarse”; asimismo, calificó el actual contexto mediático como uno en donde “la verdad está en crisis, en el que los hechos ya son cada vez más difíciles de establecerse porque hay como un bombardeo permanente de mentiras, lo que se llama las fake news”.

      Finalmente, el autor de libros como El Imperio de la vigilancia (2017), reiteró sus halagos respecto a la ya tradicional mañanera encabezada por el político tabasqueño: “Este diálogo, en el contexto en el que estamos hoy de gran crisis de la información, me parece que es a la vez valiente y una manera de bien entender el sistema informativo en el que estamos. Y que un presidente, como usted, aborde de esta manera la situación me parece que es bastante ejemplar para otros mandatarios o mandatarias, y también para los periodistas, para nosotros, como observadores del funcionamiento de la relación, de los mandatarios, de la prensa, de la sociedad”.

      Los comentaristas que siempre tenían palabras ensalzadoras para Ramonet ahora, simplemente, prefirieron guardar cauteloso silencio.

      Porque, en efecto, hoy en día a causa de la palabra, ¡vaya paradoja!, “la verdad está en crisis”.

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Tomás de Aquino, ya desde el siglo XIII, clasificaría en primer lugar de los pecados capitales a la gula pero, ojo, con el agregado metafórico “como pecado de la boca, exceso de palabra o pecado de la lengua”.

      Y estamos, de nuevo, ante el peligro que significa la palabra, el hablar demasiado, airear los pensamientos, expresar una opinión, pero curiosamente lo pernicioso de la palabra hablada en México sólo proviene de la figura presidencial porque todos los demás, es decir todos los otros expositores de la palabra, están en su derecho de acuñarla —a la palabra— aunque ésta sea apócrifa o inverídica: los periodistas críticos del sistema, o que se decían —o se creían— críticos del sistema, sí pueden hablar demasiado sin peligro alguno porque supuestamente cobran un salario por justamente hablar, si bien en este sexenio se han desbordado en sus patrañas que uno, o por lo menos yo, creía razonadas y de buena fe producidas por su insigne inteligencia que ya, a estas alturas, son sólo migajas de la iracundia, periodistas nescientes que son con apariencia de críticos caviladores sociales, ahora sólo impugnadores maniqueos u opositores acomodaticios: ¿en qué momento cultural se volvieron abanderados del intelecto discursivo cuando son notoriamente incapaces de, o están enteramente incapacitados para, racionalizar otras palabras que no provengan de sus simpatías o de sus correlatos ya muy localizados?

      Ha dicho Ramonet, y lo ha dicho muy bien, que la verdad está en crisis… porque, le faltó argumentar al escritor español, los que antes la evaluaban —a lo que ellos consideraban como verdad— ahora están, ¡ay!, en plena crisis intelectual.

      No sé si estos mismos coléricos críticos del sistema (no recuerdo con precisión que estuvieran así de enojados en sexenios anteriores, aunque luego la memoria nos juega bromas indebidas) se crean entre ellos mismos, o a sí mismos, tanta palabrería suya a veces sin rumbo ni destinos fijos.

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Esta crisis de la verdad, que no crisis verdadera, podemos hallarla en las cuestiones menos imaginadas debido, sobre todo, al estallamiento digital en cuyas vísceras hallamos, con facilidad, falsos levantamientos que no requieren comprobaciones para verter de antemano ruido, infamia, calumnia, mentira o impostación, tal como lo hemos visto, o percibido, en las “entrevistas” realizadas a Hugo López-Gatell por periodistas que no basan sus charlas en afirmaciones verificadas sino en obstinaciones provisionales (el diccionario va más allá al definir la palabra componenda como “arreglo incompleto de un asunto, especialmente el censurable o de carácter inmoral acordado entre varias personas”) que, por desgracia, hacen suyas estos conductores televisivos para señalar negativamente al ex subsecretario de Salud sólo por haber tenido el digno arrojo de enfrentarse durante la pandemia a la ciudadanía para informarle sobre la cruda realidad médica ante el inesperado contagio mundial, que la oposición política ha tomado con imprudencia para sabotear un trabajo benigno, destino infausto que ahora López-Gatell está pagando injustificadamente en ésta su nueva aspiración política de gobernar la capital mexicana.

      Porque, por ejemplo, gente como René Delgado lo ha llamado “corrupto” durante su “entrevista” por haber tratado justamente de impedir la propagación de este fatal virus proveniente de la China oriental.

      Sí, gravosos casos de una crisis de la verdad solventada incluso por los mismos periodistas.

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Dime por qué y a quién censuras y te diré sin temor a equivocarme en dónde estás ubicado o en qué ala de la política perteneces ideológicamente, caray, pues en estos momentos la censura en efecto pareciera proceder de donde menos nos lo esperábamos, antiguos acatadores de las obediencias serviles y recatados impulsores de los cautos privilegiados silencios.

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

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Last modified: 18 octubre, 2023
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