1
Las vemos y oímos insultar con verdadera saña desde el mismísimo Congreso de la Unión, una diputada golpea a otra por mostrar su contrariedad con el ex presidente Calderón, otra diputada agrede a una colega suya porque no comparte su punto de vista, otra mujer le mienta la madre a una senadora porque no es priista, una más grita enardecida en la Cámara porque varias otras mujeres no concuerdan con su opinión, senadoras de alta estirpe injurian a la secretaria de Gobernación, las mujeres jefas de los mercados populares instan a sus bases a hacer proselitismo por determinadas personalidades de la política morenista (y quien no vaya que se atenga a las consecuencias, advierten), mujeres que dirigen la Suprema Corte de Justicia o el Instituto Nacional Electoral no están de acuerdo en que se les baje un quinto en sus emolumentos millonarios y van con todo contra la figura presidencial, una gobernadora se niega a distribuir los libros de texto gratuitos mientras cancela —el mismo día de su inauguración— la librería de quien la antecediera en el mando del estado norteño, una mujer que hereda la revista política que le dejara su afamado padre se casa con el hermano de una ex primera dama panista y la dirección editorial de su publicación da un giro vertiginoso hacia la denostación obradorista, una preparatoriana manda golpear con un amigo suyo a un joven que no le correspondió sexualmente pero las lentas autoridades de la UNAM suman semanas sin resolver el conflicto denunciado por el muchacho lesionado porque el asunto involucra —ay nanita— a una mujer que la debiera suponer víctima en todas estas circunstancias, los insultos, las ofensas y las vejaciones entre mujeres es el pan de cada día en San Lázaro, la gobernadora de Tlaxcala privatiza su sistema radiofónico sin consultarlo con las personas especializadas del gobierno federal en asuntos de medios electrónicos, se agarran a guamazos las mujeres en el Senado, etcétera.
Y las feministas han de mirar estas escenas femeninas con salutaciones y garbo, porque las mujeres son la fuerza viva de la sociedad según sentencia una propaganda panista, las mujeres en la política van a demostrar la diferencia entre los varones de su misma tesitura social, orgullosas las féminas, cómo no.
2
Se hace la gestión pertinente a Leo Zuckerman para que invitara al doctor Hugo López-Gatell a su programa Es la Hora de Opinar que transmite Foro TV, un canal de Televisa dizque para que dicho emporio por fin pudiera “abrir” una supuesta pluralidad en su monitoreo ciudadano, pero la respuesta de Zuckermann no corrobora sino la mismísima impiedad parcializadora de esa empresa al subrayar al equipo de medios del ex subsecretario de Salud que busca la gubernatura de la Ciudad de México: “No”, apunta tajantemente Zuckermann sin dar mayor explicación a su negativa, pero confirmando poco después su despliegue desinformado al escribir en un tuit que ya vendrá el momento en que López-Gatell rinda cuentas de los más de 600,000 muertos por su causa durante la pandemia.
¡El afamado comentarista Leo Zuckermann se ha tragado la pildorita de odio contra la administración obradorista siendo él mismo un supuesto demócrata de los medios de comunicación!
Como la dramaturga Sabina Berman ahora en ropaje de periodista anulando a López-Gatell en su Largo Aliento que transmite la televisora pública, lo cual sucedió al titular la emisión del 13 de octubre de la siguiente manera: “Harfuch o Clara: la 4T se abre o se cierra”, sintetizando editorialmente así el episodio transmitido el 19 de octubre con una sutil preferencia y cobijo a Clara Brugada en una entrevista. Y hay ingenuos que creen que esas actitudes se basan en un principio de imparcialidad para no apoyar a unos y a otros sí porque en estas cuestiones habría que exhibir el no favoritismo para que no desluciera el atavío de la pluralidad, que a veces, sí, se maneja con cierta cautela como la avizorada el pasado sábado 21 de octubre cuando varios líderes de mercados recibieron las órdenes de llevar a gruesos contingentes para vitorear a Omar García Harfuch, según me cuenta un modesto locatario de La Merced que no sabe ya a quién hacerle caso en esta hora de la politiquería electoral pues la jefa de mercados de su alcaldía, la Venustiano Carranza, va en otro sentido político, misma que continúa los pasos de la inundada corrupción en esa demarcación citadina, corrupción que, como bien asentara López-Gatell el pasado 15 de octubre en el programa Operación Mamut de la televisora pública, no se ha distanciado sobre todo de las alcaldías de la capital y que, al parecer, pareciera no importarle a los próximos servidores públicos en la creencia de que basta con desearlo para que la enorme corrupción se difumine de la noche a la mañana.
Porque en estos males sociales no es suficiente con nombrarlos para distinguirse unos de otros: si no buscan la erradicación plena, el daño continuará con garbo como una costumbre aceptada e incluso, ¡ay!, necesaria para seguir delinquiendo en las altas esferas del servicio social.
3
El viernes 20 de septiembre, a petición del activista Daniel Robles Haro, el presidente de la República… ¡donó a Teletón, es decir a Televisa, una mansión de noventa millones de pesos para la atención a discapacitados! No se la dio al activista ni a un centro hospitalario de comprobada honestidad, sino a un emporio que a través de la niñez infortunada ha hallado otro medio para hacerse de millonadas. En alguna ocasión conocí a un ingeniero que se encargaría de la construcción de un sanatorio para personas con discapacidad, empleado de Televisa, pero cuando entregó el contrato del futuro inmueble la acaudalada empresa le dijo que sólo le podía entregar tal cantidad (unos veinte millones de pesos menos de lo que exigía el valor de la nueva edificación) y que hiciera con ella milagros, renunciando por supuesto el ingeniero a tal oferta. No sé con precisión qué ocurrió después, sólo que el ingeniero encontró cabida en otro lado y continuó su oficio como Dios le daba a entender.
Se sabe, aunque no el monto real por tratarse de una empresa privada que no tiene por qué transparentar sus ganancias, que un porcentaje de la recaudación anual del Teletón se va directo a las arcas de dicho emporio, así que recibir inesperadamente una mansión del gobierno obradorista cae que ni soñando a los brazos de una empresa que habrá de administrarla seguramente para provecho suyo: nadie sabe el verdadero destino de esa mansión en los años por venir, cuando el obradorismo haya quedado muy atrás en la historia y Televisa continúe en el centro de los medios públicos como una institución sólida, imbatible, aferrada a sus indelebles e imperturbables ganancias económicas. Ahora fue un acto de generosidad de la presidencia de la República, mañana será otro gran gesto de un filántropo enriquecido, etcétera.
La historia es la misma, ahora y siempre: enriquecer a los enriquecidos.
4
El tamaulipeco Romero Deschamps falleció, el jueves 19 de octubre, a los 79 años de edad sin haberse involucrado en ningún problema con la justicia mexicana luego de sus excesos de corrupción que lo enriquecieron con la venia de los trabajadores petroleros, que volvieron a votar —en noviembre de 2021— a favor de la herencia venal que les dejara Romero Deschamps ya retirado, a una prudente distancia de Pemex gozando familiarmente y en santa paz de sus abultados bienes materiales.
La corrupción bienhechora ha producido tanto bien a ciertas personas en México que, por supuesto, no la quieren soltar pero ni por un ratito, como los magistrados instalados en la Suprema Corte de Justicia que no quieren ver disminuidas un ápice todas sus jugosas ganancias, mismas que respalda un nutrido contingente de empleados que no desean ver fuera de su territorio, aunque en nada a ellos les sirva materialmente, los fideicomisos patrocinados por y para los funcionales de la jerarquía patronal de la Suprema Corte, esa misma corte —y no es ésta una vana reiteración— que no participara —con la excepción de un juez, Juan Luis González Alcántara— en la manifestación del domingo 22 que habrá reunido en la Ciudad de México a cerca de 8,000 personas si bien dicen algunos medios que en total fueron aproximadamente 100,000 en toda la República porque la Suprema tiene empleados en todo México y en todo México estos empleados se han creído el cuento, o están convencidos de ello, de que serán castigados económicamente si el Congreso les retira los añorados fideicomisos que sólo engorda las arcas de los altos magistrados, afirmación que descreen los peones que han exhibido, con este mitin suyo, estar del lado de, o ser afines a, esa corrupción que tanto bien, ¡ay!, ha causado al país, como lo signara, y perpetuara, el finado Romero Deschamps, y que el propio gobierno alentara desde su cúspide en incisos que tal vez para la administración obradorista sean menores mas determinantes, concisos e ilustrativos, como la cancelación de la agencia noticiosa Notimex para favorecer los privilegios de los sindicalistas que acabaron ganándole la partida a Morena apropiándose de millones de pesos por una huelga que sólo arrastraba el simbolismo de los privilegios que entraña la corrupción: ¡a una huelguista, que se dice orgullosamente latinoamericanista —y ya cobrando emolumentos en otro lado—, por haber trabajado en Notimex sólo un periodo temporal de un poco más de medio año, le van a tocar como desembolso a su férvido apoyo sindical —y de haber insultado apasionadamente, como todos ellos lo hicieran, a los que no coincidían con sus opiniones de beligerancia periodística— algo así como un millón trescientos mil pesotes, y que me vengan a decir que la corrupción no conlleva en su seno privilegios de alcurnia monetaria!
Y los mismos periodistas que hablan de estas manifestaciones insanas de la Suprema Corte callan, con prudencia, el vil resultado corruptor de los sindicalistas de Notimex que incluso ha llevado a la difuminación de esta agencia sin que a nadie le importe el negro destino que ha tenido esta casa informativa que pronto, demasiado pronto, ha caído en el olvido para la satisfacción financiera de unos cuantos privilegiados que han sabido salirse con la suya. ¡Y varios periodistas, que ahora no pueden dar crédito a la incansable búsqueda de privilegios de los empleados de la Suprema Corte, son los mismos que guardaron silencio ante, o en su caso apoyaron a, la grosera postura de los sindicalistas de Notimex que no querían perder sus privilegios basados originariamente en solemnes actos de pravedad permitidos, autorizados o no vistos a propósito por los mandatarios anteriores.
Los sindicalizados en Pemex o los de la Suprema Corte o los de Notimex, de alguna manera, están cortados con la misma fina tijera que ha beneficiado a miles de empleados mexicanos a lo largo de numerosas décadas, a grado tal que ahora la clase trabajadora no desea ver mermadas sus cobijadas prerrogativas benefactoras (nada más contémplese la finalizada lista millonaria de los sindicalistas de Notimex para corroborar la senda triunfadora que da el caminar sobre una ruta de sagrados cohechos y sobornos).
5
Y lo hecho, hecho está.
Por algo la corrupción es bendecida en los centros laborales (¡la ministra, ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero subió al pódium del Senado para defender a ultranza los derechos, así dijo, de los trabajadores del Poder Judicial a los que se pretende quitar sus necesarios fideicomisos, ella acaudaladamente pensionada justamente por la Suprema!), aunque no sea beneficiadora inmediata en los bolsillos del peonaje, como está sucediendo ahora mismo en la corte de la Suprema. Ya lo dijo, y lo dijo muy bien, López-Gatell en Operación Mamut del pasado domingo 15 de octubre: la corrupción es abundante aún sobre todo en las alcaldías… y eso que para entonces —asimilándose en una de las peores prácticas priistas— aún no había transcurrido el vergonzoso acarreaje morenista, del martes 24 de octubre, al acto de García Harfuch en el Estadio Atlante comandado por el liderazgo de los mercados populares que, de acuerdo a lo comendado por mi amigo locatario de La Merced, castigaría con severidad a los que no participaran, tal como lo aseguró Flor Torres, la responsable de Mercados en la alcaldía Carranza, misma que supliera en el puesto a Marlene Quiroz, ambas consagradas, en vez de ser servidoras públicas imparciales, a las corrupciones bajita la mano para solucionar los conflictos acontecidos, que los hay, en sus respectivas zonas de vigilancia.
¿No supo de estas bajezas la doctora Claudia Sheinbaum, no sabe ahora de estas inmisericordias Martí Batres?
Y habría en efecto que limpiar de una vez por todas este sucio engranaje corruptor social.
Dijo el presidente López Obrador, durante su mañanera del lunes 23 de octubre, que los trabajadores están en su derecho de manifestarse, si bien él no comparte la idea de una marcha para defender los privilegios de gente adinerada (acotó, por ejemplo, que el ministro que marchara el domingo gana mensualmente más de 700,000 pesos mensuales), pero defendió —López Obrador— a rabiar los privilegios de los sindicalistas de Notimex.
¿Entonces?
¿Caminar en un sentido para retornar invadiendo otro carril?
6
Después de haber terminado de escribir este engranaje de apreciaciones llegó, ciclónico y arrasador, en la madrugada del miércoles 25 de octubre el enceguecido huracán Otis para devastar Acapulco en una tormenta indeciblemente monstruosa que, por supuesto, nubla el grande corazón del mexicano que se ha volcado, con lo que puede, a ayudar a la gente que literalmente en unas cuantas horas se ha quedado sin una sola de sus pertenencias: angustia mirar la desgracia, pero lo que más me atemoriza, por lo menos a mi pesaroso resquebrajamiento, es enterarme de cómo la oposición política se regodea con la miseria guerrerense inventándose futilidades y arbitrios en contra de la administración obradorista (Vicente Fox, sin más, sólo tuiteó para mentarle la madre al actual gobierno, por ejemplo, en una muestra más de vergonzosa intervención falsaria) cuando el suceso es, sí, inesperadamente trágico, por lo que uno, en lugar de estar lastimosamente deturpando a figuras políticas, tendría que estar haciendo lo único que está dentro de sus posibilidades remitiendo víveres a los habitantes de las zonas destruidas con la seguridad de que esta vez sí llegarán a las manos necesitadas pues los auxiliadores ya están allí donde deben de estar.
Mi corazón en estos momentos se halla con los infortunados de Acapulco.
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