Autoría de 8:34 pm #Opinión, Jovita Zaragoza Cisneros - En Do Mayor

La crítica de contentillo y su frivolidad – Jovita Zaragoza Cisneros

La primera vez que se cruzó en mi camino su carta, publicada en días pasados en el periódico Reforma, no la terminé de leer. Nunca me ha convencido la impostura de una escritora que encontró en los temas de  “Las  niñas bien”,  una veta para explotar y obtener  la codiciada fama que siempre persiguió con persistencia, hasta que lo logró. Hoy hace todo lo posible por mantenerse en el candelero.

No tengo nada en contra de quienes persiguen con afanes notoriedad en lo que hacen, sino en los fines que utilizan para llegar a ella. Dicen los que saben de las motivaciones psicológicas que nos mueven a los humanos en la búsqueda de fama y reconocimiento, que una dosis razonable de Ego es un buen motor en el desarrollo de nuestro potencial personal. Y hay mucho de razón en ello. Sin embargo, cuando el Ego se echa a andar libre y sin freno por el carril de alta velocidad, sin que su poseedor haga lo posible por marcarle una razonable dirección y control, éste pasa a ser el amo de nuestras acciones y se cae en desmesuras. Obedecer solamente a ese Ego nos puede hacer caer en indignidades, tales como colocarnos de tapete de aquello que elegimos como modelo a seguir.

Guadalupe Loaeza persiguió mucho tiempo ser como cierta escritora y no descansó hasta casi lograrlo. Pero ¡cuánta distancia hay en ese CASI!, porque ya sabemos que las calcas nunca son buenas.  

Guadalupe Loaeza -decía- hizo todo lo posible y muchas veces lo insoportable para ganarse la gracia de quien la trataba con desplantes y humillaciones. Soportó y soportó hasta que consiguió su condescendencia, nutriendo así el propio ego de la condescendiente.   Así se van haciendo las cadenas de ignominia con tal de mantener robusto el Ego que, libre de atadura de su amo, le termina ordenando alimento para mantenerse.          

EN UN ETERNO SPLEEN…

Vuelvo a la carta destinada a Xóchitl Gálvez y que despertó toda suerte de comentarios de los irritados tuiteros y seguidores de la actual candidata que llegó allí por méritos propios y por petición ciudadana. Fueron los propios defensores de Gálvez Ruiz quienes se volcaron en críticas hacia la autora, Guadalupe Loaeza, reclamando su falta de sensibilidad a lo que pareció más bien producto de un berrinche de niña que demanda  complacencia. De niña que parece chantajear a quien meses atrás elogió hasta la desmesura, a grado tal que llegó a decir:  “Bendita Xóchitl, apareciste como la Virgen de Guadalupe cuando más te necesitábamos”.  Esta vez, a inicio de año, Xóchitl dejó de ser “bendita” y sus milagros dejaron de ser tales ante la vista de la escritora. La magia desapareció. Y vino un extenso reclamo lleno de golpeteos en su contra porque no le dio lo que quería. ¿Qué quería?: en su escrito, la “escritora bien”  le reclamó a la formal candidata presidencial de la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez Ruiz, haber intentado  comunicarse con ella,   pero no recibió  respuesta. Supongo que fue esto último, precisamente, lo que le motivó a escribir públicamente esa carta,  donde la culpa  que a causa de la decepción que le ha provocado la campaña, tiene desde entonces una “honda aflicción”, porque ya no es tan chistosa y ha perdido su frescura.

Aquí un extracto de algunos párrafos: 

“¿Qué sucede, por qué ya no me inspiras como candidata vencedora?

¿Será mi ingenuidad, mi estado de ánimo o una realidad objetiva?

Mis amigas y conocidas, que odian y desprecian al régimen actual, están igualmente “encabronadas” porque ya no ven la luz al final del túnel. No sabes cómo te apoyé y con qué entusiasmo con textos y pláticas con amigas asegurándoles que eras nuestra única esperanza. Ahora ya ni hablo de ti en las sobremesas, ni cuando comento las próximas elecciones de mi país. Ando de capa caída. Ya ni quiero leer los periódicos. Permíteme decirte que ya no eres la misma que cuando López Obrador se negó a abrirte la puerta de Palacio. Tu campaña es totalmente gris, sin creatividad, ni chiste. Ahora apareces como una ciudadana enojada contra el régimen, pero nada más. Ya no eres tan chistosa, ni ocurrente, ni mucho menos combativa…”

Continúa, en otro de los párrafos:   

“Para mi manera de ver, perdiste mucho tiempo asistiendo a las casas de tus seguidores con el argumento de que ellos sí te abrían las puertas de sus hogares. No era interesante lo que platicaban, y no tenían impacto alguno. Resultaba como programa antiguo de Televisa. Tus atuendos ya no son tan bonitos y atractivos como los de antes. Tu pelo se ve demasiado plano y oscuro. Tu carisma, que era tu principal atractivo, ya no tiene frescura. Aparecer ante las cámaras o en videos tan seria, haciendo tus denuncias contra AMLO, te envejece y pareces deprimida. Ya no me dan ganas de verlas. Son muy repetitivas…”  (Final)

Toda la carta aludida  a Xóchitl, estuvo llena de frases de ese estilo. Percepción  personal, producto de su estado de ánimo, frivolidades, descalificaciones hacia esos otros, familias comunes y corrientes, ciudadanos que representan a un grueso del país. No hubo en esa carta intención ni autoexigencia de análisis de fondo, un sustento  que sostenga la disparidad – según ella- en las encuestas que le dan a la candidata del partido oficial la delantera.  Una escritora, figura pública,  que tiene espacio en un medio periodístico de amplia difusión y que debiera estar consciente de su compromiso profesional para hacer una crítica sustanciosa. No solamente a la candidata opositora sino a la oficial, también. Dos mujeres que, por vez primera, en la historia política de México, están enfrentando una contienda para ocupar el cargo más alto en la dirección del país.

Pero bien dice el dicho: “no se le piden peras al olmo”. La escritora basó su reclamo a Gálvez Ruiz en su mirada egocéntrica, sujeta a capricho o a su estado de ánimo, lo que me hizo recordar  al Garrik de la poesía de Juan de Dios Peza, Reír Llorando y quiere ver en Xóchitl Gálvez, al doctor que cure su spleen.

 “–Un título adquirid.

-¡Noble he nacido!

-¿Pobre seréis quizá?

–Tengo riquezas.

–¿De lisonjas gustáis?

–¡Tantas escucho!..

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!

¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,

porque en los seres que el dolor devora,

el alma gime cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,

si sólo abrojos nuestra planta pisa,

lanza a la faz la tempestad del alma,

un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,

que las vidas son breves mascaradas;

aquí aprendemos a reír con llanto

y también a llorar con carcajadas.

Y mientras tanto, Xóchitl Gálvez, una mujer, cuyo testimonio de vida habla de su gran fortaleza interior y cuenta también con sólidas  herramientas académicas y sus  logros y reconocimientos obtenidos  por mérito propio  son inobjetables,  avanza en su carrera hacia la presidencia. Y todo con la fuerza de sus convicciones, su mirada frontal y apoyo ciudadano.

Por mi parte, nada personal contra doña Guadalupe Loaeza, a quien deseo que, a estas alturas, se haya curado de su spleen.

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Last modified: 15 enero, 2024
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