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Gramsci y el dinosaurio: hegemonía en tiempos de la 4T – Mario Bravo Soria

I

En los días finales del año 2023, el escritor Fabrizio Mejía Madrid reaccionó a las críticas provenientes de algunos sectores de la izquierda —tanto partidista como autonomista— ante el arribo de un grupo de expriistas al movimiento que, hoy en día, encabeza Claudia Sheinbaum dentro de la denominada Cuarta Transformación.

            A los señalamientos sobre un supuesto viraje político cada vez más al centro (a la derecha, si somos más precisos) por parte de la 4T al recibir a personajes de probidad puesta en tela de juicio, así como con respecto a un desinterés por los principios que debieran regir a Morena al admitir el apoyo de personajes como Eruviel Ávila, Alejandro Murat y Adrián Ruvalcaba, entre otros; Mejía Madrid respondió con un mensaje en la red social X: “Tanto leer a Gramsci y, cuando tienen la construcción de un bloque hegemónico en frente, lo confunden con traición”.

            Al chapulineo tricolor disfrazado de repentina reconversión ideológica —y casi espiritual…— se suma la indulgencia otorgada para políticos como el peñista Jorge Carlos Ramírez Marín, aunque allí no acaban los fichajes recientes desde la Cuarta Transformación, pues también ha validado el salto —¿clavado?— de Rommel Pacheco quien, ni tardo ni perezoso, desde las filas panistas brincó al morenismo.

Rommel Pacheco y Claudia Sheinbaum.

            La acogida de antiguos integrantes del bloque opositor en sus filas, ¿en verdad para el movimiento representa un relajamiento de sus ejes políticos y éticos o dicha táctica significa —como lo sugiere Mejía Madrid— un indicio de la formación de un bloque hegemónico?

            Abordemos el asunto más allá de la ligereza propia de los limitados caracteres ofrecidos por X, anteriormente Twitter.

II

En Antonio Gramsci (1891-1937) existió una inquietud central, la cual fue la piedra angular para su praxis militante y el conjunto de sus reflexiones tanto teóricas como políticas. En el texto Democracia obrera, escrito en colaboración con Palmiro Togliatti y publicado el 21 de junio de 1919 en la revista L’Ordine Nuovo, el intelectual sardo expresó: “¿Cómo soldar el presente con el porvenir, satisfaciendo las urgentes necesidades del presente y trabajando de manera útil para crear y anticipar el porvenir?”.

Antonio Gramsci.

            El pensamiento y el quehacer político del autor de Los cuadernos de la cárcel fueron nítidos, definidos e intensamente encaminados a mirar la consolidación de los postulados que le llevaron a estar preso bajo el fascismo de Mussolini: aquí y ahora, los subalternos requerimos construir una sociedad distinta a la imperante. Tal tarea es urgente pues en su cumplimiento nos jugamos el no perecer ante la injusticia y las condiciones indignas que predominan hoy, mismas que ya eran el pan de cada día en los tiempos difíciles vividos por el propio Gramsci.

Se trata de nutrir el hoy con postales de un futuro apenas visible entre la bruma, pero ya existente a manera de relámpagos que iluminan la noche. En tal itinerario que nos ayude a construir condiciones y relaciones humanas alejadas del egoísmo característico del vigente capitalismo y de su hermano siamés, el colonialismo, se hallan dos claves reflexivas insoslayables, las cuales funcionan como luz de una linterna útil para comprender y formular interrogantes a nuestra realidad: la subalternidad y la hegemonía.

            Brevemente, repensemos su relevancia en nuestro contexto actual.

III

Uno no es subalterno o subalterna de tiempo completo.

En algunos momentos del día aceptamos y alimentamos la dominación que tanto nos flagela, es decir, no siempre somos pasivas víctimas sino hombres y mujeres que, de manera más o menos consciente e inconsciente, inclusive ejercemos microdosis de esos males que deseamos desterrar de nuestras sociedades. Si releer a Gramsci en el presente no sólo es grato sino útil y urgente, ello se debe a que el intelectual italiano nos ayuda a comprender que los subalternos y las subalternas así como damos de comer al monstruo que nos devora, paradójicamente también somos capaces —de manera simultánea— de construir prácticas económicas, políticas, sociales, culturales, éticas, artísticas, etc., bajo horizontes de resistencia y, en ciertas ocasiones, de emancipación.

Así como no somos eternos derrotados u oprimidas, tampoco por ser explotados o proletarias nacemos con una estrella en la frente que nos garantiza pureza, bondad ni ética. Gramsci echa luz en algo que, décadas más tarde, el psiquiatra Frantz Fanon explicó lúcidamente: los condenados de la Tierra internalizan los valores y sentidos de sus opresores, pero también en ellos y en ellas habitan recovecos que, en clave de potencia, pudieran parir otro tipo de relaciones sociales distintas a las hegemónicas.

La subalternidad es una condición que fluctúa dentro de eso que Gramsci depositó en su cajón de nociones para pensar y construir el tan necesario golpe mortal al sentido común. La hegemonía apunta a nutrir la naturalización de los procesos de dominación y del mundo visto por el oprimido como un lugar sin posibilidad de cambios radicales a su favor.

La injusticia y la barbarie permanecen no necesariamente por la fuerza que detentan los dueños del planeta, sino más porque los vilipendiados —desde los discursos emitidos por la escuela, los medios de comunicación y demás espacios ideológicos— han normalizado que tal orden de cosas es imposible de modificar. De eso va la hegemonía.

IV

Dicho concepto podemos hallarlo rigurosamente abordado en el libro Gramsci. La otra política (2013), desde el cual sus autores lo describen como la manera en que los dominados sostienen su poder sobre los subalternos, comprendiendo que la coerción —fuerza represiva del Estado— no es el único ni el más importante de los elementos con los cuales cuentan los grupos dominantes para mantener el statu quo, sino que en la visión del mundo construida desde tales grupos juega un papel central la dinámica del consenso, es decir: esa paradoja por la cual los dominados aceptan, validan, legitiman e incluso reproducen los valores de la sociedad fabricada bajo los intereses de clase de quienes no sólo poseen los medios de producción, sino también el control de los aparatos ideológicos.

Brillantemente, el galés Raymond Williams en Marxismo y literatura (1977) elaboró una definición certera y útil sobre la hegemonía: “Es todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida: nuestros sentidos y dosis de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo. […] no existe de modo pasivo como una forma de dominación. Debe ser continuamente renovada, recreada, defendida y modificada. Asimismo, es continuamente resistida, limitada, alterada y desafiada por presiones que de ningún modo le son propias”.

            La hegemonía no es algo inmodificable, eterno ni inmóvil; por el contrario, estamos ante un proceso en disputa.

Raymond Williams.

V

Siguiendo a Antonio Gramsci, quien a finales de 2023 fue evocado por el escritor Fabrizio Mejía Madrid en su tuit ya citado, me pregunto lo siguiente.

Un movimiento como la Cuarta Transformación que no ha usado la fuerza represora del Estado para consolidar las políticas públicas del gobierno federal obradorista, sino que ha navegado en aguas más próximas al consenso emanado de la enorme aceptación y respaldo de varios millones de ciudadanos en México, los cuales abrazan el lema “Por el bien de todos, primero los pobres”, ¿cómo y con quiénes tendría que construir ese bloque hegemónico invocado por Mejía Madrid?

Fabrizio Mejía Madrid.

Esa hegemonía tan necesaria para que lo viejo termine de morir y lo nuevo nazca aquí… ahora… en el presente, ¿debe ser construida junto a los nombres y apellidos mencionados al inicio de este texto o acaso, aunque se aventure su andar en una velocidad lenta y con un camino empedrado, no sería lo más coherente empujar el llamado segundo piso de la Transformación contando con el pueblo no sólo en las plazas públicas o estadios deportivos escuchando disciplinadamente durante mítines, sino en las calles exigiendo otras maneras de hacer política?

VI

Esa diversidad de sentidos y dosis de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo, tal como define Williams a la tan mencionada hegemonía, ¿debe crearse junto a los políticos expriistas y panistas ya nombrados en este texto más otros milagrosamente arrepentidos que se sumen al carro de la aparentemente inevitable victoria de Claudia Sheinbaum en los comicios de junio?

Claudia Sheinbaum.

Los postulados de la austeridad republicana, el no mentir, no robar y no traicionar, el mandar obedeciendo, el combate a la corrupción y las distintas políticas públicas que, en el actual sexenio, han logrado que 5 millones de ciudadanos salieran de la pobreza, ¿pueden radicalizarse y diseminarse —no sólo en el Congreso ante la hipotética aprobación del Plan C— sino en los imaginarios y acciones cotidianas del pueblo?

            ¿Es posible, realmente, construir otro conjunto de sentidos distintos a los impuestos a sangre y guerra por la etapa neoliberal en México si, dentro del movimiento que busca crear y soldar el presente de lucha con un porvenir digno e incorruptible, se hacen alianzas con algunos de quienes protagonizaron ese bochornoso episodio de la historia de nuestro país?

            Para mí, la respuesta es inobjetable.

VII

Leyendo a Amador Fernández-Savater quien, a su vez, leyó a Gramsci… encuentro una lúcida reflexión del periodista e intelectual italiano fallecido en el año 1937. Para Nino, antes que los grandes acontecimientos registrados en la historia dentro de las transformaciones hechas por los subalternos, tales como tomar por asalto el Palacio de Invierno o la caída de La Bastilla, aquello que antecede a dichos sucesos resulta aun más importante.

Amador resalta que, para el marxista italiano nacido en Turín, cuando se hace la revolución, antes —eso, la revolución misma— ya se ha ganado.

            Si pueden emerger radicales cambios en una sociedad es porque, previamente, hombres y mujeres han creado y recreado lo que el filósofo Cornelius Castoriadis llamó imaginario social instituyente, es decir, la invención de otros —nuevos— sentidos, significaciones y valores, incluso cuando todavía no perece la vieja sociedad que nos oprime y a la que también alimentamos con nuestros actos, palabras y pensamientos naturalizados en la vida cotidiana.

VIII

¿En México necesitamos una urgente reforma al poder Judicial y al Instituto Nacional Electoral para que ambas entidades sirvan realmente a las mayorías? Ni duda cabe que sí… Pero, ¿con tales posibles cambios constitucionales estaremos más cerca de construir esa otra sociedad más justa, más digna y que por fin acabe con lastres como la corrupción que, hoy en día, galopa sanamente en distintos órdenes de la vida pública y gubernamental? ¿Sólo basta con la puesta en práctica del llamado Plan C para que habitemos en el país que soñamos?

Un ejemplo que la intelectualidad progresista a favor de la 4T, así como los medios de comunicación afines a Morena, han obviado y demeritado en su potencia es aquella ola refrescante y de oxígeno puro que representó la campaña política de Hugo López-Gatell en los meses finales de 2023.

Hugo López-Gatell en campaña por la candidatura de Morena a la jefatura de gobierno de CDMX.

Sin dispendios económicos ni contaminando ilegalmente el espacio público con afiches y demás publicidad utilizada por los otros dos principales contendientes a gobernar la capital del país desde las filas morenistas, así como colocando por delante las aproximaciones al otro… a la otra… a ras de suelo… desde el afán principal de escuchar y no expulsar demagogia, el peculiar modo de irrumpir en el ámbito electoral interno de Morena por parte de López-Gatell nos hace pensar que allí, en un intento de política que escuche debajo de los templetes, se halla un atisbo de respuesta a la pregunta que ronda las páginas de este escrito.

¿Cómo unir y hacer realidad ese futuro que deseamos y necesitamos urgentemente en el presente para vivir con justicia y dignidad? La apuesta, percibo, debiera pasar por humanizar la polis y tejer miradas alternativas sobre la vida pública, cotidiana y política. Así, con el pueblo al cual López Obrador suele nombrar en sus discursos; sin embargo, no hablo de una entidad pasiva beneficiada de las bondadosas políticas públicas implementadas por una élite gubernamental, sino que eso, el pueblo, está llamado a ser la pieza faltante y protagónica en la construcción de dicha sociedad que anhelamos y la cual ya percibimos, a manera de relámpagos que iluminan la noche, durante los recientes cinco años en México.

El presidente Andrés Manuel López Obrador.

IX

Eso, el empuje que los sectores populares y clasemedieros pueden realizar para cristalizar los cambios sociales impostergables en México, pareciera un camino sí más lento; pero, sin duda alguna, más digno y coherente en comparación con la construcción de una supuesta nueva hegemonía junto a exintegrantes de las élites culpables de los diversos agravios padecidos por la mayoría de la ciudadanía en este país.

X

A partir de octubre de 2024 se sentirá el vacío dejado por Andrés Manuel López Obrador.

            Ese sitio vacío de quien, en el reciente lustro, ha marcado la agenda política y económica de la vida en México bajo el precepto “Por el bien de todos, primero los pobres”, solamente puede ser llenado por aquel bloque de oprimidos que el maestro Enrique Dussel definió de la siguiente manera: “El pueblo aparece en coyunturas políticas críticas, cuando cobra conciencia explícita del hegemón analógico de todas las reivindicaciones, desde donde se definen la estrategia y las tácticas, transformándose en un actor, constructor de la historia desde un nuevo fundamento. Tal como lo expresan los movimientos sociales: ¡El poder se construye desde abajo!”.

Enrique Dussel.

            ¿A la 4T le interesa construir principalmente junto al pueblo o en su itinerario privilegiará los vínculos con los integrantes de las élites políticas que empobrecieron a millones de personas en este país?

            Cuando despertemos en los primeros días de octubre de 2024, ¿el dinosaurio todavía seguirá allí?

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Last modified: 23 enero, 2024
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