Normalmente en los países democráticos, los órganos parlamentarios buscan reunir a todas las voces de la nación para asegurar que las necesidades de las mayorías, pero sobre todo aquellas de las minorías, puedan ser expresadas, escuchadas y atendidas al momento de diseñar las diversas leyes que conformarán el marco legal que regirá la vida pública. Esta inclusión de todos los sectores que integran a la sociedad es importante porque permite balancear la asignación de recursos entre todos los ámbitos, tanto los urgentes como los importantes. En México, este órgano parlamentario está constituido por el Honorable Congreso de la Unión, que reúne a las cámaras de diputados y de senadores, pero son los representantes de la población quienes tienen la encomienda de fungir como portavoces de todos esos sectores que integran a la nación. En la cámara baja es el lugar en donde debe darse apertura a toda la población, a todos los sectores, no sólo pensados como fracciones partidistas, sino como componentes de una sociedad amplia y diversa.
Importante es pues para el diseño legal e institucional de cualquier país el que sus órganos legislativos abran estos espacios de expresión a aquellos sectores de la población que, aunque naturalmente alejados de la política, representan un eslabón fundamental para el desarrollo y el bienestar de la sociedad, como es el caso de la comunidad científica. Como recientemente pudo constatarse en el mundo entero, la ciencia es una actividad imprescindible para afrontar las grandes catástrofes, como la crisis de salud que representan las pandemias o la crisis climática que nos amenaza cada día con mayor furia. Sin investigación científica ningún país ha sido, ni será, capaz de desarrollar las tecnologías que requiere para resolver sus problemáticas particulares, ni hacer frente a los grandes retos globales.
Es cierto que, a diferencia de otros ámbitos o sectores en los que la sensación de urgencia es más obvia, la ciencia es una actividad que requiere de tiempo para rendir frutos. El conocimiento nuevo no siempre encuentra aplicaciones rápidamente, pero en un muy alto porcentaje lo hace en el mediano y el largo plazo, y entonces produce beneficios radicales para las sociedades. Incluir a integrantes de sectores sociales o económicos relevantes para la vida de una nación es muy importante, pero igualmente lo es el abrir espacios para la academia y la ciencia, cuyos productos sirven de soporte para avanzar en la resolución de problemas de toda índole: ambientales, alimentarios, de seguridad, etc., que al final redundan en la mejora de la economía y del bienestar nacionales.
Los partidos, cuya misión es ganar elecciones, se decantan típicamente por personalidades con amplio reconocimiento entre la población votante para nombrarlos como candidatos, pues de esta forma aumentan la probabilidad de ganar dicho espacio para su parcialidad. Así, vemos que cuando estos institutos políticos llegan a abrirle sus puertas a candidatos externos habitualmente estos espacios suelen ser ocupados por miembros de la farándula, deportistas destacados o líderes sociales, ya que estas personalidades ofrecen una votación potencialmente numerosa; sin embargo, casi nunca encontramos a perfiles de corte académico o científico, lo que puede explicarse porque quienes se dedican a estas actividades no tienden a ser muy conocidos por la población en general.
Si bien es entendible que los partidos coloquen como candidatos a aquellas personas que tengan más probabilidad de ganar las elecciones, también es muy importante que las dirigencias de los institutos políticos recuerden que los espacios plurinominales están diseñados precisamente para brindarles voz a aquellos sectores que, sin gozar de popularidad, son importantes y necesarios para el país. Ahora que la sociedad civil organizada ha intensificado su lucha por ciudadanizar a los partidos políticos en México, sería deseable que al menos en la coalición opositora se confirieran algunos espacios al sector científico, para que así la ciencia pueda recuperar el espacio que merece tener siempre en la discusión nacional.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
