La conmemoración del 8 de marzo en 2024, con el lema “Invertir en las mujeres: Acelerar el progreso” hace un llamado específico a los hombres sobre el tiempo y cuidados que brindamos al interior de los hogares y las familias.
Las disparidades de género en este ámbito constituyen un gran factor de desigualdad, ya que reducen el tiempo y posibilidades que las mujeres, adolescentes y niñas puedan destinar a la educación, el trabajo remunerado, el descanso y el ocio.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo del Inegi, las mujeres destinan alrededor del triple de horas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que los hombres; de igual modo, el cuidado de otras personas, como niñas, niños, enfermos, adultos mayores o con discapacidad, recae tradicionalmente en las mujeres.
Estos indicadores nos ayudan a dimensionar y entender cómo las actividades al interior de los hogares siguen siendo inequitativas e injustas.
La sensibilización e identificación sobre estas desigualdades inmediatas contribuyen a reconstruir los roles masculinos al interior de las familias; fomentan la participación activa de hijos, padres, adolescentes, hombres jóvenes y adultos mayores en el espacio de convivencia familiar.
El cuidado y las labores domésticas son un derecho y una obligación para hombres y mujeres. La igualdad de género beneficia a ambos, fortalece la economía familiar y, de acuerdo con la Agenda 2030, es un eje fundamental para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible.
César Andrés García Sánchez es profesor de cátedra de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno en el Tec de Monterrey Campus Querétaro
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