En los días que llevamos de campaña presidencial es claro que la abanderada de la coalición “Fuerza y corazón por México”, Xóchitl Gálvez Ruiz, apuesta por contrastar lo hecho por el gobierno federal emanado de la autoproclamada “Cuarta Transformación”, contra sus propuestas.
Este ejercicio comienza a redituarle en un aspecto clave en toda campaña electoral: ha puesto la agenda mediática y colocado a sus rivales frente a la necesidad de debatir o cuestionar sus sugerencias.
Por su parte, la candidata de la alianza “Sigamos haciendo historia”, Claudia Sheinbaum Pardo, en sus primeras actividades de campaña, trata de “amarrar” el “voto duro” (ni tan duro) que le da soporte a Morena.
Por eso, en sus actividades proselitistas ha procurado hacer que su figura sea la encarnación de la “transformación” del país y, por ende, la “heredera” del legado de Andrés Manuel López Obrador.
Los contrastes
La propuesta de Gálvez Ruiz de comprometerse a construir una “carcelota” al puro estilo de Nayib Bukele (Presidente de El Salvador) generó polémica y obligó a los otros aspirantes a la presidencia de la república, a abordar el tema y a discutir en el terreno que eligió la hidalguense.
Es el juego que ella debe jugar como aspirante que se encuentra en el segundo lugar de las preferencias: generar propuestas que acaparen el espectro mediático y la discusión pública.
Por su parte, Claudia Sheinbaum ha ajustado su lenguaje en el discurso durante los actos masivos, para garantizar que la base social de Morena capte claramente su mensaje; es decir, están apostando por consolidar su base votante para de ahí lanzarse por aquellos indecisos o por los clasemedieros que garanticen su triunfo electoral con una holgada mayoría.
También como parte de su estrategia, Morena y sus aliados llevan en sus listas de candidatos y candidatas a connotados expriistas y expanistas, en el afán de que sean “señuelos” atractivos para captar base militante o simpatizante de estos partidos políticos.
Xóchitl Gálvez y su equipo también son muy claros: tratar de recuperar a la clase media que en 2018, cansada de los malos gobiernos del PAN y del PRI, confíen en ella. Por eso trata de proyectarse como candidata “sin partido”, aun cuando es apoyada por esos tres que fueron parte de los malos gobiernos que la población rechaza.
Como la clase media es parte de la disputa electoral de los tres candidatos (incluyéndose Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano), para ella también hay mensajes de Claudia.
Ofrece experiencia para gobernar (fue jefa de gobierno en la Ciudad de México) y seguridad.
Punto coincidente
Los tres saben que el tema principal es el de la seguridad, acompañada de la violencia, el crimen organizado y la muy baja eficiencia de los cuerpos policiales.
Los tres también saben que la política pública del actual gobierno federal, en este tema, poco o nada ha resultado efectiva y eficiente.
La inseguridad se ha convertido, pues, en la llave que abrirá… o cerrará la puerta presidencial.
La apuesta, más allá de ganar la elección es más puntual. Morena y sus aliados tienen el objetivo de ganar la presidencial y la mayoría calificada en el Congreso de la Unión; PAN – PRI – PRD van por la mayoría del congreso aunque no necesariamente se gane la presidencia.
El abanderado de Movimiento Ciudadano tiene el reto de garantizar la permanencia del registro como partido y, si es factible, conformar una sólida fracción parlamentaria.
El dato
En este escenario, la aprobación del gobierno de López Obrador al domingo 10 de marzo es de 54.8 por ciento, de acuerdo a Roy Campos (Mitofsky). Es la tercera semana que baja (de 56.2 a 55.5 y a 55.1), acumukando 1.4 puntos.
El analista apunta que “es normal que baje en tiempo electoral” porque es objeto de ataques y señalamientos. Y aun cuando Roy Campos afirma que “no es un desplome”, suma una semana más a la baja.
Juan José Arreola de Dios
Periodista / Comunicación Política
Twitter: @juanjosearreola
