HISTORIA: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX
Los irlandeses son, sin temor a equivocación, una de las culturas mejor recibidas en México, lazos nos sobran: nos unen la religión, los valores, la historia, la colonización, el espíritu pachanguero y cálido, por mencionar algunos. Más aún, compartimos anécdotas entrañables, como la del batallón de San Patricio.
Si algo es cierto, es que la comunidad irlandesa se distingue por su ánimo fiestero y apapachón. Por eso, armonizan de maravilla con culturas como la mexicana. La hermandad entre Irlanda y México es orgánica, Querétaro no ha sido la excepción, siendo una ciudad de caminos, de extranjeros, siempre hemos encontrado amigos.
Tal es el caso del día de San Patricio (en gaélico, Lá Fhéile Pádraig), la festividad que conmemora la muerte del santo patrono de Irlanda. Desde el s. XVII, cada 17 de marzo, millones de irlandeses se reúnen a lo largo y ancho del mundo para poner en alto esta celebración, estandarte de la diáspora irlandesa.
Además, han sabido ganarse su reputación en otros festejos: Imposible olvidar aquellos primeros festivales de comunidades extranjeras, que desde 2007 han cautivado los paladares, oídos y ojos de los queretanos, contribuyendo con leyendas al folclor local; como la de la primera edición, que tuvo lugar en el Gómez Morín. Fue célebre la retirada de la representación irlandesa y su comitiva local, quienes no querían dejar de cantar y festejar tan temprano. Así acabaron siendo escoltados por la patrulla hasta el bar Wicklow, donde se les hizo de noche.
17 años más tarde, en un Querétaro muy diferente, se festejó la 5° edición del St. Patricks Irish Festival en Querétaro. Como cada año, la cafetería Moser (Av. Industrialización 4, Alamos 2da Secc) se engalanó de verde para recibir a incontables decenas de visitantes, irlandeses, mexicanos y de otras partes del mundo. Hoy, la comunidad irlandesa ha construido un lugar donde son ceadmilefalite: expresión gaélica con la que reciben a los extranjeros en su país: “cien mil veces bienvenidos”.
Tony Wilkes, representante de la comunidad irlandesa en Querétaro, cuenta que la celebración no se limitó a ese fin de semana, sino que tuvieron actividades previas como un partido de futbol, cata de whiskey y un tributo musical a bandas irlandesas como U2 y The Cranberries, “todo esto gracias al apoyo y la colaboración de las empresas irlandesas y el Moser Café Kultur”.
Wilkes, como lo retrató su entrevista en esta misma sección, es la encarnación del espíritu irlandés: amigable, fiestero, cortés, gracioso y, por sobre todo, comprometido con su comunidad, ya sea de connacionales o no. Durante la celebración, a Tony se le vio de un lado a otro, no sólo recibiendo a los visitantes, sino disfrutando el festejo al lado de sus amigos.
“Conocí a Tony hace mucho, en el festival de comunidades extranjeras, donde he participado durante 12 años en el espacio de Suiza. Igual que comunidades extranjeras, el festival de San Patricio ha ido creciendo cada año: originalmente sólo era un día, ahora son dos. Cómo olvidar esa primera edición, en la que acabamos cantando y bebiendo —con todos los que se quisieron quedar— y nos dieron las 5:00 am”, recuerda Phillip Moser, dueño del Moser Cafe Kultur y cónsul honorario de Suiza en Querétaro.
Addam Browne y Alexis Bello son otros dos ejemplos de esto, a quien se preste para conversar le enseñan cómo servir apropiadamente una cerveza Guiness: se inclina el vaso a 45 grados y se vierte la cerveza sobre la pared, en movimientos circulares para exaltar la cremosidad de la bebida. Después, como dicen “sláinte” (sloncha), o “salud” en gaélico.
“En México me siento muy cómodo, en casa. Los mexicanos y los irlandeses somos muy parecidos. Tenemos culturas muy similares, somos muy cercanos a nuestras familias, nos gusta mucho la fiesta, la comida, bailar, beber, además, somos católicos y eso, aunque no lo creas, nos da muchos puntos en común”, explica Addam.
“No obstante, por ejemplo, en Irlanda casi nadie conoce la historia del batallón de San Patricio. Una ocasión escribí una columna para un periódico irlandés explicando la historia del batallón y su importancia en México, porque de verdad allá son pocos los que saben; por el contrario, los mexicanos es lo primero que te mencionan cuando se enteran de que eres irlandés”
“El batallón de San Patricio es el primer ejemplo de esa cercanía cultural entre Irlanda y México: ambos países fuimos colonizados. Cuando los irlandeses, que peleaban por los estadounidenses, se dieron cuenta de que tenían mucho más en común con los mexicanos, fue que se cambiaron de bando”, complementa.
Por su parte, Alexis —pareja de Addam— es originario de Torreón y ha descubierto que, siendo ambos del norte de sus respectivos países, tienen muchas cosas en común. En sus palabras, “desde el primer momento, estar juntos ha sido sencillo, agradable, divertido. Me hace sentir arropado, en casa, en familia… y eso que yo no soy el extranjero”.
Con esa cercanía y cariño, fundaron su propio negocio “Irish Bake House”, una dark kitchen especializada panadería, repostería y banquetes con recetas familiares irlandesas. Desde hace tres años, han cocinado para eventos de la embajada, así como para ferias y festivales, como el de comunidades extranjeras de Querétaro, en el que han sido reconocidos dos años consecutivos con el premio a “mejor gastronomía europea”.
“La receta de las galletas de jengibre, por ejemplo, es de mi abuela. Intentamos que sea lo más auténtico y con los mejores ingredientes. Recuerdo que hace tres años, durante un viaje, Addam me miró a los ojos y dijo, ¿sabes qué? Vamos a empezar un negocio juntos, vamos a vender pasteles, ambos sabemos cómo y nos gusta, a la gente también le va a gustar”, recuerda con emoción Alexis.
Ese día, de hecho, parte del menú de postres fue preparado por ellos: panqué de limón amarillo, pastel de jengibre con clavo y canela, pastel de chocolate y cerveza Guiness, helado sabor sal de mar y hockey pokey. Las personas no dejaban ni las boronas.
Tom Stack es otro miembro destacado de la comunidad irlandesa: el es presidente de la representación queretana de la Cámara de Comercio de Irlanda en México, un organismo que promueve los lazos empresariales entre ambos países, y ayuda a gestionar el patrocinio de las empresas irlandesas para las actividades de la comunidad.
“Trabajé 35 años en la industria y negocios. Amo Irlanda y amo México, aquí hice una familia y una vida. Tengo un píe en ambos cada uno. Por eso quiero que eso se conecte, que se relacionen, que hagan una comunidad. Amo apoyar a ambos países”
“Las empresas irlandesas prosperan mucho en México. Hemos logrado que algunos de los miembros crezcan muchísimo, como Kerry que tiene 5 plantas (2 en Querétaro, 2 en Guanajuato, y una en Monterrey) y emplea a 15,000 personas. Otros de nuestros miembros tienen perspectivas similares”, explica Stack.
Para él, lo más valioso de la integración irlandesa, de celebraciones como la de San Patricio, es ver a la gente reunida, creando una conexión entre Irlanda y México, un espacio para compartir y dar a conocer la cultura irlandesa. En sus palabras, “la conexión entre nuestros países es mucha, en muchos sentidos. Somos personas que buscan la alegría y disfrutar la vida. Viviendo en México descubrí que los mexicanos son personas muy espontáneas, que siempre te acogen con calidez”
Tom vino a México por primera vez en 2004, por trabajo. Posteriormente, tuvo que vivir en Estados Unidos pero jamás se adaptó, extrañaba México. Por ello, en cuanto tuvo oportunidad, regresó y jamás se fue: “De todos los lugares en los que he estado, México es por mucho el lugar donde mejor me han recibido. No me malentiendas, nunca me he sentido rechazado en otros lados, pero aquí es el único lugar donde puedo conocer a un perfecto extraño, y acabar sentado en su mesa, platicando y comiendo con su abuelita al otro día. Es impresionante.”
“La vida es buena aquí. Tengo cuatro hijos, dos hicieron su vida en otras partes del mundo, pero dos de mis hijas y mis nietas son queretanas. Es por eso que me siento tan cercano a los mexicanos, no sólo me recibieron a mí, sino a mi familia”
La pareja actual de Tom es de El Salvador, llegó a vivir a Querétaro por trabajo hace algunos años. Desde que se conocieron, él fue el encargado de llevarla a pasear, que conociera Bernal, Tequisquiapan, los viñedos, los sitios del Centro Histórico… Como él lo explica “hice por ella lo que los queretanos hicieron por mí cuando llegué”.
Tom Stack cuenta que “hace 40 años, un gran amigo mío tuvo que irse de Irlanda porque —entonces y ahora— la homosexualidad era muy mal vista. Él quería tener una vida tranquila y hacer una familia. Llegó a Ciudad de México y desde entonces ha sido la persona más feliz, con muchos amigos y encontró el amor, con quien pasó el resto de su vida. Él tenía una palabra para describir la relación entre México e Irlanda: Hermandad”
Aquel fin de semana de marzo, el festival de San Patricio transcurrió entre alegría, buena comida, buena bebida y música. A ratos se escuchaba una gaita, o el tap de las bailarinas de danza irlandesa, o los tambores y violines de la música tradicional celta. Los asistentes, mexicanos e irlandeses, reían, cantaban, aplaudían, y lentamente, sin darse cuenta, se acogían y se convertían en familia.
Hoy, la comunidad irlandesa ha sabido acomodarse en todo rincón del mundo al que han llegado; largos son los desfiles y concurridos los pubs en casi cualquier parte del mundo. En Querétaro, no sólo tienen un lugar seguro, sino el cariño de los locales, que cantarán, bailarán y brindarán cada que se presente la ocasión. Anécdotas sobran a lo largo de los años.
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