La práctica del diseño abarca una amplia gama de áreas y enfoques de estudio, pero recientemente se ha centrado en aspectos orientados hacia la sostenibilidad y la ética.
En cuanto a la ética, el diseño tiende a vincularse con aspectos relacionados con la creatividad e innovación, buscando que todo lo que se genere sea inédito y original. Involucra un comportamiento que incluya valores como la integridad, la confidencialidad, el respeto, pero sobre todo la responsabilidad.
En relación con la sostenibilidad, se destaca que, desde perspectivas más recientes, impulsadas por la emergencia medioambiental que vivimos, se asocia la profesión del diseño con el manejo responsable de los recursos disponibles y cómo lo que se diseñe puede contribuir al bienestar a través del respeto y la promoción de la regeneración y la reducción del impacto negativo.
Para diseñar productos de manera responsable, se utilizan a su vez metodologías y herramientas que se enfocan de manera coordinada en la responsabilidad y la sostenibilidad.
El acto de diseñar es un acto de responsabilidad; se debe reflexionar sobre el aporte que el objeto diseñado tenga no sólo en lo que respecta al medio ambiente, sino también en aspectos sociales, culturales, económicos, de género y todo aquello que impacte en el entorno donde el producto va a ser utilizado.
Es un hecho que en estos tiempos la educación en diseño tiene que considerar estos dos aspectos, los sentidos de responsabilidad y sostenibilidad, como un par de ingredientes fundamentales que sustenten la formación creativa de los diseñadores, con el objetivo de formar profesionales que incorporen de manera inherente una filosofía de respeto y preocupación por las posibles afectaciones que un mal diseño podría ocasionar. Por ello, el término “responsabilidad sostenible” se convierte en una postura de acción en el diseño.
La responsabilidad sostenible resulta ser la integración de ambos conceptos, formando así una educación integral que motive en el diseñador una sensibilidad hacia una mirada preocupada por su entorno y que tome decisiones para beneficiar a todos aquellos elementos que integran un sistema.
Es importante considerar que este concepto debe plantearse de manera natural y orgánica en la formación de los estudiantes; no es una etiqueta o un atributo dentro de una lista de verificación en el plan de estudios. Al contrario, es una constante que se integra de forma iterativa en cada una de las asignaturas de los planes de estudio de las escuelas de diseño.
Los diseñadores deben convertirse en agentes de cambio, que vean en su disciplina la herramienta que ayude a preservar, regenerar y florecer todo aquello que se ha considerado como perdido o en vías de estarlo.
Luis M. Gutiérrez Contreras es director de Departamento de Diseño Región Centro-Sur de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro
luis.miguel.gutierrez@tec.mx
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