Autoría de 4:47 pm #Opinión, Armando Mora - El Ardiente Rabo • One Comment

Stendhal y la Máxima – Armando Mora

En las mazmorras de la soledad es donde puede habitar; podría llegar a brincar un chispazo de fugaz melancolía; un intenso fuego que pudiera emanar de un aforismo. Es en esa intimidad que proporciona la soledad, porque no tenemos otra forma, ocultamos parte de nuestro padecer ante todos, pero si logramos vernos, sentirlo entre cada poro de nuestro cuerpo, sin menoscabo de dudas, enfrentarnos así ante las contradicciones a las que nos lleva un simple aforismo. Pero la escritura debe ser impoluta, sin fisuras, debe por obligación, lo que posee un solo y llano aforismo. De esa forma podemos tener un cara a cara consigo mismo. Un debate. Por eso la lectura de un aforismo debe tender a un espacio de paz, de leerlo y, posteriormente, después de un espacio prudente, retomar el otro al haber transcurrido mil horas, o lo que dure el digerirlo.

El espacio que está en blanco, que pausa entre un aforismo y el siguiente, es el almacén de la reflexión.

No debemos atragantarnos de aforismos, porque las consecuencias gastrointestinales serán irreversibles.

Su golpe es directo, aunque en el caso de la greguería su efecto de lectura es después de pasar un rato y al irte alejando de su lectura, al caminar por la llanura, o al estar frente a una taza de café, sentirás de repente que una cubetada de agua helada se te cuela por la espalda. Nada que decir, así es la jugarreta de la sonrisa de humor que se carga la greguería.

Pero dentro de la historia de la escritura de fragmentos o de pequeños goces de narrativa, que se cuela entre la literatura, como un intruso, está la máxima, creación francesa que se ve nacer entre los salones donde se reunían hombres y mujeres para cantar, presentar sus escritos y más, y de esos encuentros surge esta manera de escritura que tiende a encaminar su tesitura por presentar la colisión moralista de la sociedad francesa.

Stendhal (1783-1842), escritor francés, sigue la tradición arraigada de la manera de presentar cada uno de sus fragmentos con un aliento, el de la máxima. Las máximas son pequeños fragmentos de gran envergadura que tienden a dejar un aroma moral, es decir, cuestionan el actuar de su sociedad sumamente convulsionada de amores que traicionan, mientras enarbolan en la palabra honestidad. En el año de 1820 publica sus Máximas de amor.

“Para la felicidad y el amor es indispensable la soledad. Para el éxito, hace falta la colaboración del coro”.

“Sólo los que son verdaderamente grandes, se atreven a expresarse en un estilo sencillo”.

Sin rodeos, sin dar giros a las palabras, Stendhal, el creador de Rojo y negro, vierte con sagacidad e ingenio, poca es la ironía, se pasea con su herida por los canales de sus máximas y deja entrever a los seres humanos frágiles y sin anclajes que sostengan al amor, pues para muchos el abandonar a la deriva la caricia y permitirse los devaneos puede cimbrar sin medir nada la estabilidad, no sólo familiar, sino la propia, ese amor propio que se arraiga como una costra.

“No descubras nunca el nombre de una mujer”.

“El cambio mutuo de confidencias inflama el amor galante, pero enfría el amor apasionado”.

Mantiene el rigor de una escritura sin especular nada, no da tregua, es directo y deja una reflexión sobre la actuación de los seres humanos. Su gran escritura le permite ahondar y verse en el cuerpo del amor, es su dimensión, en sus contradicciones y su vinculación entre la sociedad llena de traiciones, infidelidades y cuerpos en vilo, porque creen que la pasión es el fin, nada más, por eso es frágil todo, como una copa de vino al caerse.

“Entre dos personas que hacen vida común, la felicidad es contagiosa”.

“El ridículo arredra en amor”.

La máxima es casi un dardo directo, no se detiene a mirar o contemplar mediante artilugios de la gramática en el sentido de su fin, intenta remover la moral que lo habita y no dejar que la civilización deje atrás la unidad indisoluble que pudiera tener el amor, y que la pasión es un solo toque de luz que deja de tener efecto una vez que ha dejado pasar a la comodidad.

“Lo peor del comercio es que materializa a los que lo ejercen”.

En esta máxima podemos ya mirar que las relaciones han ido devastándose por el comercio, la conquista furtiva es sólo un espejismo que marea y hace perder un poco de razonamiento.

“El infortunio imprime huellas mucho más profundas en el corazón humano que la felicidad”.

“¿Qué es lo que se espera obtener de la inconstancia? El placer, aparentemente”.

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Last modified: 20 mayo, 2024
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