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“La Catrina soy yo”: Erik de Luna cumple 25 años de ser el rostro detrás de la Muerte

ENTREVISTA: LORENA ALCALÁ/LALUPA.MX

FOTOS: ROCÍO G. BENÍTEZ

“Aquí en Querétaro, la primera Catrina soy yo y hasta que me muera… si es que me muero, porque a lo mejor vivo por toda la eternidad”. Así, contundente y enfático, el queretano Erik de Luna Genel afirma que, a 25 años de aquella primera ocasión en que prestó su aliento a la Catrina –la evocación viviente de la Calavera garbancera popularizada en los grabados de José Guadalupe Posada–, nunca abandonará a este personaje; ni siquiera ante la gran cantidad de réplicas que han surgido en la ciudad y en el estado.

Y es que la de La Catrina, la historia de Erik de Luna, es una historia de 25 años de evolución, pero también es testimonio de arte, creación, innovación, resistencia y transformación.

Nos encontramos con De Luna un sábado por la mañana, en un conocido restaurante del Centro Histórico de la ciudad de Querétaro. Lo citamos aquí porque sabemos que es de sus preferidos y queda cerca de su casa-estudio.

Llega puntual, vestido con una camisa blanca ligera, muy apropiada para el intenso calor que desde hace semanas agobia a los habitantes de Querétaro, propios y extraños. Un calor atípico, se comenta, una onda de calor a la que no se le ve fin.

Incluso antes de que demos inicio a la parte formal de la entrevista, comienza a asomarse la parte del artista y se vislumbra a aquel actor treintañero, egresado de la Facultad de (Bellas) Artes, diseñador de modas, apegado a su familia, buscando a nivel personal y profesional lo que buscamos todos: el reconocimiento de los demás.

Poco a poco, con la madurez, afirma, ha comenzado a encontrar ese ansiado reconocimiento en sí mismo, en su quehacer y en su propio desarrollo personal. Pero también está aprendiendo a tomarse las cosas con más calma.

Abriendo la puerta poco a poco a sus inicios, nos platica que, justamente para la temporada de Día de Muertos de 1999, la presentadora y conductora Amelia Kobeh, quien conocía de las imitaciones de Erik y sus dotes actorales, le propuso llevar a una Catrina a su programa en la entonces famosa televisora queretana TVQ.

Al principio, Erik se negó. En primera instancia, recuerda, porque no tenía ninguna dramaturgia preparada ni tampoco un vestuario apropiado. Pero ante la insistencia de Amelia, el actor se puso a investigar refranes y dichos sobre la Muerte, y también rescató un vestuario que estaba pensado para una interpretación de la Doña, María Félix, un vestido negro de cuello alto.

“Fui al programa y cuando salí me vine caminando por el Jardín Zenea, con el fotógrafo Arturo Pérez. Pero a Arturo se le confundieron los rollos y fue a su estudio por unos nuevos. Cuando regresó, la gente se había juntado a mi alrededor a verme y tomar fotos, y yo había comenzado a repetir los dichos y refranes. Entonces Arturo me sugirió hacer algo para teatro. Y al siguiente año ya había obra de teatro. Las primeras representaciones fueron en La Cartelera, de Franco Vega”, apunta.

Desde entonces, año con año ha ido mejorando e innovando con el personaje. Inclusive en el maquillaje, que ahora es mucho más detallado. Antes, por ejemplo, sólo se ponía unos guantes negros. Después, los huesos en los guantes estaban pintados sólo por arriba. Actualmente, los huesos de las manos se delinean por arriba y por debajo de los guantes, para causar mucha más impresión.

Cada año, también, la Catrina estrena vestuario nuevo. Así ya fue la Catrina dorada, la Catrina azul, la Catrina Carlota, la monja coronada, la Catrina rosa, la Catrina perfumista, la Catrina novia fiel, la Catrina potosina, la Catrina que vino del mar, la Catrina Frida Kahlo, la Catrina con vestido de plumas, la Catrina pastora, la Catrina monarca, la Catrina huapanguera… En total, 35 advocaciones distintas, inspiradas en sus investigaciones y en las diferentes temáticas que aborda en los monólogos.

De todas, la que más resquemor le causa es la monja coronada, una Catrina vestida a la usanza de las monjas de clausura, quienes eran coronadas dos veces en su vida: la primera, cuando entraban al convento para entregarse a la vida monástica y no salir jamás. Y la segunda, cuando morían dentro de los mismos muros.

Erik de Luna dice que, si él personalmente se encontrara a la Muerte vestida como la monja coronada, toda descarnada, sí le daría miedo morirse. Pero si se le apareciera con otra indumentaria, entonces no.

 “De hecho, cuando me caracterizo de la monja coronada, no me puedo ver al espejo completo. Sólo cuando ya me quito la corona me puedo ver, porque me da miedo. A mí mismo me da miedo. Yo considero que por toda la carga religiosa que tiene ese personaje, que te dice que ya te llegó la hora. Las demás son unas calaveras locas, igual las pones pedas y hasta te haces su amiga”, comenta el artista.

El proceso creativo del vestuario tiene que ir de la mano, forzosamente, con muchas horas de investigación sobre cultura, tradiciones y creencias alrededor de la Muerte.

“Aproximadamente hace 10 años muchas personas comenzaron a copiar el personaje. Y yo pues, como se dice, ¡no soporté! Y me puse a investigar más. Y así todo creció, creció el monólogo, crecieron las faldas, el maquillaje, hasta el sombrero, todo se vuelve más detallado y espectacular. A veces me pregunto, ¿en qué momento no disfruté ser el único (que personificaba a la Catrina)? Aunque también es algo bueno que haya más personas haciendo esto, porque se revaloró la tradición del Día de Muertos, que de repente estaba perdiendo frente a la fiesta de Halloween”, señala.

En este sentido, también es medible el impacto que la Catrina de Erik de Luna ha tenido sobre la difusión de la cultura mexicana a nivel regional, nacional e internacional. Su labor de investigación de casi un cuarto de siglo acumula conocimiento que abarca desde denominaciones de la Muerte (sólo hay que leer su libro Los 100 nombres que los mexicanos dan a la muerte), la cultura prehispánica, literatura, artesanías, tradiciones, dichos populares e indumentaria tradicional.

Lo han considerado embajador de la cultura nacional y su presencia ha sido requerida en eventos tan importantes como la Feria Internacional de Turismo (FITUR) 2016, 2023 y 2024, además de que ha realizado giras por Austria, España, Alemania, Colombia, Estados Unidos y hasta China. Incluso su fotografía ha aparecido como portada de la connotada revista National Geographic.

El diálogo se hace más personal cuando llegamos a los temas de sus puestas en escena. Conversamos sobre la interacción con la audiencia y si la reacción del público hacia el personaje ha cambiado a lo largo de estos 25 años de interpretación.

“Es que hay demasiado alrededor del tema de la Muerte. Comienzas a estudiarla como si fuera una celebridad. Qué se dice de ella, qué se cuenta de la Catrina. Pero también surgen los monólogos de las preguntas que te haces cuando andas pedo, o cuando estás en una reunión con tus amigos. Preguntas ¿qué es la vida? O, ¿qué pasaría si la muerte no existiera? O, ¿por qué se mueren más jóvenes los hombres que las mujeres? Y bueno, si te asomas por TikTok, lo entiendes”, expresa con una carcajada.

“La cuestión es que a la gente no le gusta cultivarse, sino reírse. Pero con mis monólogos, de que se cultiva, se cultiva. Yo mezclo investigación y chiste, investigación y chiste. O sea, ahí está la clave, tienes que darle un tratamiento especial a tu investigación, porque ¿quién iría al teatro a recibir una cátedra? Cuando la gente no se divierte, entonces me reclama, y el que paga, manda”.

Sin embargo, a pesar del carácter jocoso del personaje de la Catrina, también ha habido momentos en que su caracterización le ha traído experiencias hasta dramáticas. Como cuando un día, en la noche, al terminar una función, Erik iba pasando por el Templo de la Congregación y se topó con un grupo de hombres ebrios. De “teporochitos”, dice él. “Uno de ellos me vio, vestido de Catrina, y se me acercó y me dijo llorando ‘¡qué bueno que ya viniste por mí!’. Y a mí me dieron ganas de llorar, porque dije, ‘este hombre está sufriendo tanto que ya quiere que se lo lleve la Muerte, y ni eso se le va a cumplir porque ¡no me lo puedo llevar!’. Me dio mucha tristeza”.

En otra ocasión, mientras estaba de gira en Bogotá, Colombia, un joven aspirante a artista lo abordó insistentemente: “Santa Muerte, qué bueno que viniste. Yo pedí que te me aparecieras y aquí estás”, le dijo a un Erik muy metido en su personaje.

 “Y yo dije: ‘pues a huevo que soy la Santa Muerte’. Porque yo veía en sus ojos la necesidad de una respuesta a lo que necesitaba, a lo que estaba atravesando, y ahí me puse a darle cátedra de todos los hechizos y rituales que me sé de la Santa Muerte, porque él necesitaba ayuda, estaba en un punto de su vida que necesitaba que la Santa Muerte lo ayudara”, platica y agrega que le gustaría regresar a Bogotá a buscar a ese joven y ver si sus consejos sirvieron para mejorar su calidad de vida.

“Es que dije, ‘¿qué me cuesta dar un poquito de esperanza?’. Sí llega un momento en que te metes mucho en el papel, porque es lo que espera ver la gente”.

Es imposible hacer una entrevista a quien ha personificado a la Catrina por 25 años y que la plática no derive en su filosofía sobre la muerte, la vida y el gran después.

“Yo antes pensaba que nunca me iba a morir, ahora pienso diferente, tal vez por mi edad. Siempre pensé que yo iba a ser joven ‘forever’, pero vas cambiando tu manera de pensar”.

“Ahora veo que la vida es complicadísima. Aunque yo haya hecho lo que he hecho y aunque he viajado por el mundo, veo que mantenerse cuerdo en esta vida es complicadísimo. Antes me extraña que no haya más locos perdidos en el mundo. Ahora yo digo ‘tanto trabajo que me está costando llevar mi vida hasta ahorita, como diría Lupita D’Alessio, con dudas y soluciones, con defectos y virtudes, con amor y desamor… para que haya otra vida, y sea eterna… ¡no gracias! Yo de verdad, no’. Yo creo que te mueres y ya, ahí muere”, afirma enfáticamente.

Eso sí, dice Erik que la idea de que un día o dos al año puedan regresar los muertos, y con la emoción infantil del Día de Reyes descubran qué les dejaron en los altares sus familiares vivos, le gusta mucho.

Sin darnos cuenta, hemos pasado toda la mañana en la conversación. Nos despedimos con la seguridad de conocer a un gran ser humano que, más allá de sus caracterizaciones y el personaje que le ha dado fama mundial, es un artista cuya trayectoria es una declaración de resistencia, paciencia y trabajo.

Efectivamente, Erik de Luna es la primera Catrina de Querétaro y lo seguirá siendo para siempre, porque seguramente cuando Doña Osamenta venga por él la hará su amiga para irse de parranda por la eternidad.

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Last modified: 31 mayo, 2024
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