El mundo ha cambiado después de la pandemia por Covid-19. La población mundial no sólo se dio cuenta de lo vulnerable que puede ser como especie, sino también del gran ingenio que llega a surgir ante las adversidades. Fue sencillo reconocer que, durante los largos periodos de confinamiento, muchas de las cosas que creíamos indispensables en realidad no lo eran y, además, fue una sorpresa descubrir que gracias a la tecnología existen alternativas para prácticamente todas las necesidades actuales.
Hoy es común hablar sobre el home office, las clases a distancia, hacer compras en línea o la realidad aumentada; y los avances tecnológicos siguen revolucionando la manera en que interactuamos con la vida moderna.
No es sorpresa que ahora también el acceso a las drogas sea posible a través de la tecnología y se encuentre disponible a sólo un “clic” de distancia, bien sea por una app, redes sociales o cualquier herramienta de Internet. A pesar de que la mayoría de compañías tecnológicas tienen restricciones respecto a los temas que involucren violencia, drogas, sexo y otros aspectos, lo cierto es que, en la práctica, tales restricciones son únicamente un adorno.
Sigue siendo sencillo crear una cuenta anónima para entrar a las redes sociales y utilizarlas como medio para ofrecer o adquirir sustancias ilegales, facilitando las interacciones para contactar a un vendedor o cliente cercano, realizar el pago acordado e incluso recibir las sustancias ilícitas a la puerta por medio de un repartidor, pues muchas veces se disfraza la entrega como la venta de algún otro producto para evitar levantar sospechas.
Esto es especialmente riesgoso en el caso de las y los jóvenes, quienes, por su naturaleza curiosa, pueden caer en la tentación de abrirle las puertas al consumo de sustancias de todo tipo. Lamentablemente, las estadísticas señalan que el consumo de estupefacientes por parte de la población más joven ha incrementado notablemente en lo que va de esta década.
Existe la creencia equivocada de que las drogas difícilmente pueden destruir la vida de alguien. Tan grave pueden llegar a ser que al combinarse con factores de riesgo como la depresión, violencia familiar, bullying, el estrés laboral o las presiones sociales pueden ser letales; orillan a las personas, especialmente las más jóvenes, a caer en una espiral catastrófica que puede ser mortal.
Así como en la mitología griega la Hidra de Lerna era un monstruo del inframundo con forma de serpiente de múltiples cabezas, que poseía la capacidad de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada; será casi imposible evitar que la tecnología sea un medio para que las y los jóvenes puedan conseguir drogas, pues cada intento por prohibirlo originará innovadoras ideas para que la compra-venta de estas sustancias continúe.
Es tiempo de usar el poder de la tecnología para contrarrestar la amenaza de las drogas: las campañas de información por medio de las redes sociales, el control parental en los dispositivos y un sistema educativo vanguardista que facilite a las presentes y futuras generaciones reducir las vulnerabilidades de las edades tempranas ante el peligro por el consumo de las drogas y otros males.
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
Confucio
Webgrafía
- https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/El-consumo-de-drogas-en-adolescentes-en-Mexico-aumento-un-15-durante-la-pandemia–20220315-0047.html
- https://elpais.com/elpais/2016/10/06/ciencia/1475752826_096528.html