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“Recetario para la memoria” reúne platillos, gustos y voces de personas desaparecidas en México

TEXTO: ARANTZA HAZEL / CENTRO UNIVERSITARIO DE PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN (CUPI)

FOTOS: ERNESTO VERDUGO

INFOGRAFÍAS: MARIO ORTEGA

Formar parte del Recetario para la memoria (www.recetarioparalamemoria.com/) ha sido “una manera de no olvidar, de recordar su presencia, dentro de su ausencia, con cada sabor. El hecho de que exista una silla vacía en casa es triste, pero reconforta cuando haces un guisado que a él le gustaba”, consideró María Helena Rodríguez Vega, madre buscadora que pertenece al colectivo ¿Dónde están? Acámbaro, al recordar a su hijo Adán Zavala.

María Helena estuvo presente en el marco del programa “Docs & Tonic”, que entrelazó el cine documental con la gastronomía y el periodismo de investigación como parte del Festival Internacional de Cine y Narrativas de No Ficción, Doqumenta, el viernes 9 de agosto.

“El hecho de que esté esa receta en un libro es trascender de una forma bonita, no nada más un: “ah, fue el hijo de María Helena”. No, fue una persona que tuvo muchos sueños, muchas metas y que le gustaba comer eso”, expresó.

Durante años, las madres buscadoras no habían sido capaces de cocinar los platillos favoritos de sus seres queridos desaparecidos, sino hasta que las invitaron a formar parte del proyecto Recetario para la memoria, impulsado por Zahara Gómez Lucini, quien estuvo en el evento de Doqumenta.

En la cocina encontraron una manera de conmemorarlos a través de las experiencias que sí estuvieron llenas de alegría cuando se sentaban a la mesa con ellos y ellas.

“La última vez que las comimos con él fue un 10 de mayo. Fue el 10 de mayo del 2019 y después ya no las volví a hacer hasta que me invitaron, en el 2021. Y ya del 2021 para acá, sí. ‘¿Y si comemos quesadillas de flor de calabaza? Ay, sí, para acordarnos de Adán’, manifestó la madre buscadora.

No ha dejado de lado el acompañamiento para otras madres que siguen activas en la búsqueda de sus hijos e hijas.

“Si les da miedo salir a campo, que lo ocupen escribiendo para él o para ella, guisando, recordándolo en lo que a él le agradaba comer, en lo que a él le agradaba hacer […] En los colectivos ya hicimos los 100 pensamientos para el ausente, un librito. Ya bordamos cada quien el nombre de su familiar”.

Foto: Zahara Gómez Lucini

Adán Zavala Rodríguez desapareció el 25 de agosto del 2019. Sus restos fueron entregados a su familia el 16 de julio del 2021.

María Helena recordó que a Adán Zavala lo querían utilizar para trabajar con un cártel dada su preparación en la milicia, en la cual era sargento primero en la brigada. Sin embargo, al negarse a colaborar con ellos fue que las preocupaciones se hicieron presentes en sus vidas.

Pero María Helena no sólo encontró simbólicamente a Adán en la comida, pudo dar con su paradero en el 2021:

“Sí lo encontré sin saber que era él, porque no iba a reconocer la osamenta, pero ya el ADN coincidió con el de sus hermanos, más con el hermano varón porque mi genética no daba el hit del 99.9%, mas que el de su hermano. Entonces ahí fueron 23 meses de espera, pero sí me entregaron el cuerpo de Adán, gracias a las buscadoras que estuvieron ahí, la comisión de búsqueda y a Dios”, precisó Rodríguez Vega.

“En la tierra que nos dio de comer ahora te busco” es parte del prólogo del Recetario para la memoria, y una de las frases que emitió María Helena Rodríguez Vega para verbalizar el dolor y los contrastes del lugar que vio crecer a quien amaba y el mismo que lo ocultó por última vez.

Recetario junta “trabajo gastronómico y social desde la perspectiva de familias”

La fotógrafa documental Zahara Gómez Lucini, de origen argentino, criada en España y actualmente radicada en la Ciudad de México, se ha especializado en problemáticas sociales como la desaparición forzada, en colaboración con otras disciplinas de investigación que van más allá de su lente.

Como una persona que se ha cuestionado incesantemente sus propias narrativas, es que ha propuesto la idea de crear un Recetario para la memoria a partir de su experiencia trabajando con las madres Rastreadoras de El Fuerte, en Sinaloa. 

“Después de muchos años de trabajar con ellas, de ir a fosas clandestinas, pasan varias cosas: pasa que yo me empiezo a cuestionar mucho la narrativa (nuestra narrativa) como narradores […] con la sensación de que el desaparecido, la desaparecida entra en la esfera pública; empieza a existir públicamente cuando lo desaparecen, antes no existe. Ese fue el punto de partida para empezar a pensar cuál podría ser otra narrativa que invitara a hablar de cada uno de los desaparecidos en vida”, reflexiona la fotógrafa. 

Madres Rastreadoras de El Fuerte

Es en esa cotidianidad en la que nota qué otras cosas se cuentan sobre la vida de los desaparecidos: lo que les gusta, la ropa que les gusta, su manera de compartir las tardes los domingos y, por supuesto, su comida favorita.

El recetario cumple con la función de conglomerar el trabajo gastronómico, fotográfico y social desde la perspectiva de las familias que continúan en la búsqueda de sus seres queridos a través de la conmemoración de sus platillos preferidos; mismos que antes del proyecto las rastreadoras no habían vuelto a cocinar. 

El recetario se ha expandido a Guanajuato; no obstante, en comparación con el primer estado en el que se desarrolló, Gómez Lucini comenta: “Las señoras en Guanajuato tenían mucho menos tiempo en colectivo que en Sinaloa. La desaparición a esa escala se desata mucho durante la pandemia, entonces muchas de ellas se conocieron vía Zoom. Fundaron colectivos con mucha menos comunidad. Después, hay una propuesta de hacer las cocinadas colectivas, ya no de una a una en su casa, sino más bien entre compañeras (…) cambia un poco la metodología y por lo tanto la narrativa”. 

Pero en los cambios de la narrativa también están involucradas las autoridades y la sociedad: “Cuando empecé a trabajar y a ir con colectivos al territorio, a fosas, no había comisión de búsqueda; en ese momento no existía. No había un reconocimiento, no había ley del desaparecido, no había formatos legales que pudieran recoger esa realidad. Ahora, aunque todavía hay mucho que hacer y eso aún no es una solución, también es cierto que desde 2014 a 2024, en diez años… siento que la sociedad está mucho más dispuesta a hablar, a compartir, a ser parte que hace diez años”, señala Gómez Lucini. 

Para Zahara, quien ha estado tan presente con las madres buscadoras, es de vital importancia hacer proyectos en colectivo para que su impacto trascienda las esferas de aquellos que directamente lo están atravesando.

“Unir fuerzas hace que los proyectos sean más grandes. En el caso del recetario, cuando Daniela Rea viene con todo el trabajo de investigación que ella tiene, el proyecto crece. Crece en un sentido de, de repente no sólo es imagen, también es investigación”.

Pero no sólo por parte de los creadores, sino también de las audiencias: “Cuando se desaparece a alguien, se rompe el tejido social, y creo de eso sí somos todos responsables. Cuando se dice ‘nos faltan a todos’ es que realmente nos faltan a todos. Si dejamos que la estructura se vaya rompiendo, no sé muy bien que queda. Construir tejido social, buscar formatos que aporten o que apoyen en ese sentido, también es crear resistencia”. 

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Last modified: 13 agosto, 2024
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