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Voluntad y compromiso, la esencia de un bombero: Jaime Muñoz

ENTREVISTA: LUCERO ALMANZA Y ANDONI GURREA/ LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

El umbral de dolor se define como la intensidad mínima a partir de la cual una persona soporta un estímulo doloroso, pero ¿cuánto puede uno aguantar, incluso más allá de la sensación física? Ese umbral para un bombero se curte con los años, con el día a día de ayudar, de proteger a su comunidad, de prevenir, eso lo mantiene en activo, vivo.

“¿Has oído del umbral del dolor? Aquí pasa algo así, hay gente que aguanta mucho dolor, le pueden estar pegando y aguanta; y tú como persona, puedes aguantar muchas cosas diferentes que no son ‘normales’”, comenta Jaime Muñoz, retirado del cuerpo de Bomberos de San Juan del Río.

Ver un fuego encendido, descontrolado. Acudir a apagar un pastizal que te empieza a rodear, o asistir a un autobús, por ejemplo, donde entras y hay 8 o 10 personas gritando, pidiendo ayuda, es impactante, menciona.

“Todo eso te va haciendo un poquito más tenso el cuero, te lo va formando, aun así, sigue siendo un tema”, asegura en entrevista con LaLupa.mx Para él, ser bombero es una cuestión de voluntad, compromiso y fortaleza.

“¿Qué se necesita para ser bombero?”

En los años 80, Jaime ingresó como voluntario en los Bomberos de San Juan del Río. Antes de eso, trabajó en la iniciativa privada y en negocios propios. Estudió mercadotecnia, y vivió en León, Guanajuato; Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y la Ciudad de México.

“En unas vacaciones que venimos a Querétaro a ver a mis papás —estamos hablando del año 79, había nacido mi hijo mayor— se me hizo fácil quedarme a vivir aquí. Jaime cierra los ojos y rememora el Querétaro de aquellos años: “Había paz, había tranquilidad. Me acuerdo qué íbamos a misa a San Francisco y se estacionaba uno afuera y se quedaban los vidrios del auto abajo. Era la forma de vida que coincidía conmigo.

“En ese tiempo Querétaro tendría 80 o 100 mil habitantes. En 1980, cuando llegué a San Juan del Río, tenía 5 mil habitantes. Desde la carretera se veía nada más un grupo de arbolitos por ahí.” Jaime recuerda con añoranza el San Juan de esa época. La gente se sentía diferente; más cercana. Todos se conocían entre vecinos, en el trabajo todos interactuaban entre sí. A pesar de que la mayoría de la gente eran mayores que él y que su familia, no tuvieron ningún problema en hacer amistades y adaptarse.

Por aquellos primeros años en Querétaro, Jaime entró a trabajar a Montoya Automotriz, entonces era una agencia Renault, en el año de 1980 y “me mandan a San Juan del Río como gerente de la agencia”, recuerda.

Durante la presentación del modelo Renault 18, en la agencia, la vida de Jaime da un giro, pues conoce a Sergio Pesquera, en ese entonces jefe de bomberos. Tras él término del evento automotriz, en su objetivo de buscar fondos, Sergio platicó a los invitados acerca del trabajo que los bomberos realizaban. En un corto periodo de tiempo, Jaime se encontraría con Pesquera algunas veces más. De esas charlas nacería el gusanito por ser apagafuegos.

“Son pláticas de vida donde sale siempre el anecdotario. ‘¿Te acuerdas de este accidente o del día que fuimos a apagar aquello’. Son charlas que se empiezan a volver interesantes, y empieza uno a encontrarle la razón de ser de las cosas, empiezas a querer saber más, a aprender más y así es como va uno participando hasta que se vuelve una afición”.

Un día, Jaime simplemente le preguntó “¿Qué se necesita para ser bombero?”. “Voluntad” respondió el bombero. “Y ¿cómo demuestro voluntad?, pues fui a la central y les dije quiero ser bombero”, comenta. En la estación le tomaron la palabra y así comenzó la historia. Jaime estuvo ocho años en activo en el cuerpo de bomberos de San Juan del Río, en un tiempo en el que esta actividad era cien por ciento voluntaria.

En aquella época, señala, se daban capacitaciones a quienes estaban interesados en ingresar al equipo, pero no era sencillo atender los llamados, debido a que la mayoría de los bomberos también laboraban en otras actividades como la industria, en el comercio o el transporte (taxistas) y tenían que encontrar a alguien que pudiera salir de su trabajo para acudir a la emergencia.

“Dentro de las primeras cosas que hice fue capacitarme como operador de unidad, o sea, como maquinista conductor y como operador de bombas. Entonces, a mí me hablaban porque que yo estaba en la agencia (…) inclusive, alguna vez salí en el periódico con el traje de bombero y abajo traía el saco y corbata, había cosas así que pasaban”.

Don Jaime, ahora con 71 años de edad, recuerda su primera experiencia como bombero, cuando se quemó la Industria Mueblera López-Morton, donde se incendió el área de pintura; y la última, que fue un incendio la fábrica Industrias Artísticas, donde había siete tanques de 5 mil litros de gas LP. “Ese día tardamos más de 12, 14 horas para controlar el incendio. Tuvimos que enfriar todo, acabamos montados arriba de los tanques, metiendo desagüe para eliminar cualquier problema. Fue algo muy riesgoso”, narra.

Adrenalina también tras el volante

Un bombero vive en un estrés constante, con jornadas de trabajo de hasta 14 horas en algunas ocasiones, atendiendo casos en cualquier momento del día. Por ello, Jaime además de esto, y las responsabilidades en casa con su familia, fue corredor de autos en el Campeonato de Resistencia. Eran carreras de autos sedán modificados.

“Empecé a correr en la Ciudad de México en el autódromo Hermanos Rodríguez, luego nos íbamos a León, a Pachuca, en Querétaro estaba el autódromo antiguo en Saldarriaga y ahora el nuevo”, menciona. “Formamos el Querétaro Automóvil Club en 1994, y como club organizamos las carreras y nos divertimos mucho.”

La situación de los bomberos hoy

Jaime Muñoz reconoce el trabajo que se ha hecho en los últimos años para mejorar las condiciones laborales y económicas de los bomberos en San Juan del Río.

Si bien, todavía se considera el voluntariado, debido a la falta de presupuesto para cubrir las necesidades de la ciudad, hoy en día son 32 elementos que reciben un sueldo.

También, se construyó la nueva central de bomberos, aunque todavía se tiene la necesidad de reponer máquinas, el equipo de protección personal, y atender otras necesidades.

Así, para don Jaime ha transcurrido una vida llena de emociones, de dificultades y satisfacciones, en la que si bien ha estado en situaciones de peligro, siempre ha actuado con responsabilidad, con valor y atención. “Mi papá un día me dijo: tú no sabes hacer cosas que no impliquen peligro, por los bomberos, por las carreras de coches”.

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Last modified: 19 septiembre, 2024
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