ENTREVISTA: LORENA ALCALÁ/LALUPA.MX
FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX
Mientras converso con el ingeniero, escritor, periodista y narrador cultural Naief Yehya (Ciudad de México, 1963), no puedo evitar que vengan a mi mente las imágenes postapocalípticas de The Last of Us, el videojuego que luego se transformó en serie de televisión, en donde los seres humanos se convierten en zombies pero no a causa de un virus, sino por arte y obra de la mutación de una especie de hongo, el Cordyceps; que, en la obra de ficción, transforma el cuerpo humano y lo convierte, precisamente, en un conjunto de estructuras fungiformes.
“Comencé a ver que el hongo no era esta cosa bonita que nos representamos, con su cabecita y demás; sino que el hongo es una estructura extensa, extrañísima, una red, un micelio constituido por miles o millones de fibras, que son las hifas, que se extienden casi como de ciencia-ficción, recorriendo la tierra, buscando, explorando. Imagínate un organismo que tiene omnivisión, es como un rollo de Dios, porque las hifas no son raíces, tienen inteligencia”, afirma.
Yehya, autor de El planeta de los hongos (Anagrama, 2024), es un experto en tecno cultura que ha escrito desde libros que versan sobre el impacto de la tecnología y la guerra, hasta aproximaciones al fenómeno pornográfico en los medios de comunicación.
Sin embargo, dice en entrevista para LaLupa.mx —realizada en el marco del pasado Hay Festival Querétaro—, que no siente que al escribir esta “historia cultural de los hongos psicodélicos”, como dice en la portada de la obra, se haya alejado de los temas tecnológicos, pues al realizar la investigación para el libro encontró una gran semejanza entre la complejidad de la Web y la forma de subsistencia de los hongos.
“Cuando comienzo a pensar en qué se parece… pues digo, se parece a Internet, porque esas hifas lo que hacen es aportar nutrientes, llevarlos, traerlos, agua, aire, estímulos eléctricos y quien sabe más cosas que no entendemos. Ahora todavía no sabemos por qué el hongo tiene miles de millones de años creando sustancias psicodélicas, psicoactivas. Las muchas versiones que hay para tratar de explicar son siempre limitadas. No hay una teoría general del hongo. Ya desde ese momento en que no podemos explicar por qué el hongo invierte recursos inmensos para generar una sustancia que no sabemos para qué le sirve al hongo, en qué beneficia al hongo. El hongo tiene esa capacidad de tener una inteligencia, que rompe con el esquema clásico de la idea de la inteligencia centrada en un cerebro, en extremidades, porque la inteligencia es básicamente resolver problemas, eso los hongos lo hacen a diario”, señala.
En “El planeta de los hongos”, Naief Yehya —quien vive en Nueva York desde hace 30 años— comienza describiendo algunas de sus experiencias personales como consumidor de hongos alucinógenos; sin embargo, dice, le tomó tres décadas escribir este libro precisamente para distanciarse de cualquier sensación de éxtasis o de descubrimiento personal.
“Lo primero fue salirme de cualquier sensación de euforia, temerle mucho a la evangelización de cualquier cosa, temerle a la superchería, al chamanismo, tener muchas reservas de eso y tratar de ver el lado científico, pero a la vez el lado humano. Para poderlo hacer necesitaba un proceso largo de poderme distanciar, pensarlo y luego regresar a él. Y regresé a él a través de otros canales, específicamente el de la celebración de un organismo tan inquietante y desconocido”, afirma el escritor, quien bromea que a pesar de todo lo investigado, él mismo sigue siendo un ignorante del tema “pero un ignorante que ha leído muchísimo”.
Es así que, aunque las primeras páginas del texto se abordan desde la primera persona del autor, poco a poco comienza una descripción antropológica y cultural sobre el reino Fungi, cuyos primeros indicios datan de hace 2 mil 400 millones de años.
“Yo siento que nuestra relación con el hongo comienza antes del homo sapiens. Probablemente contribuyeron al desarrollo del cerebro, pero todo es pre data de la historia, pre data a cualquier sistema de escritura y representación”, comenta el escritor, quien aventura que las sustancias psicotrópicas quizá ayudaron a los primeros hombres a experimentar con la música, el arte y también la comunicación con lo divino.
“La gente come hongos y ve a Dios, estas sustancias que nos permiten el contacto con lo divino, con lo otro, con la totalidad del universo, comienzan a dar una visión de cosmogonía antes de la cultura. Después se comienza a convertir no sólo en cultura sino en religión, hasta que eventualmente vienen las grandes religiones monoteístas y comienzan una gran guerra contra las drogas. La Inquisición es la primera gran guerra y nos toca a los mexicanos ser herederos de ese cisma, de ese pavor que les dio a los inquisidores de que hubiera algo que permitiera el contacto con Dios sin tener que atravesar por la religión. Una competencia desleal que llevó a los conquistadores a una rabiosa y desenfrenada lucha para erradicar el consumo de estas sustancias. Entonces en México, tenemos mucho más que cualquier otro lado y más cultos que tenían que ver con sustancias. Esto lo sepultaron, lo llevaron a la clandestinidad durante siglos, hasta que llega la contracultura, el hippismo, el rock, y luego vuelve otra guerra contra las drogas”, explica Yehya, quien sin embargo afirma que en la época contemporánea hay una tendencia a recuperar el consumo que viene de las corrientes de la ultraderecha, por curiosidad.
Y a pesar de que su libro puede aportar a esta curiosidad, el periodista indica que no es manual de consumo, ni una guía para identificarlos, sino algo más complejo, visto también desde la perspectiva de la divulgación científica.
“Mi reto es planear de donde viene, donde hemos estado y a dónde vamos. Toco varias aristas: biológicas, culturales, históricas, antropológicas, médicas, científicas y espirituales. Me interesaba hablar de todo esto, pero contarlo como un panorama desde alguien escéptico. Lo que a mí me interesa es todo lo contrario a lo que el chamán te quiere decir. Yo no sé si lo que al lector le conviene es ir a buscar un chamán o darle la vuelta y decir esto para mí no tiene sentido o irse a buscar un terapeuta que utilice psicodélicos. Pero conocerlo y entenderlo es importante para formarte una opinión. Mi libro no intenta convencer a nadie de absolutamente nada, lo que quiero mostrar es un panorama histórico, cultural, antropológico, de lo que son los hongos en esta historia humana”.
Para cerrar esta fascinante conversación con Naief Yehya, queda claro que su obra El planeta de los hongos es mucho más que una simple exploración de estas enigmáticas formas de vida. Yehya nos invita a un viaje que trasciende la ciencia, la cultura y la historia, desafiándonos a reconsiderar nuestra comprensión del reino Fungi y su relación con la humanidad. En su búsqueda por desmitificar el tema, el autor no sólo nos ofrece un análisis profundo desde una perspectiva escéptica, sino que también nos recuerda la importancia de abordar estos temas con curiosidad y una mente abierta, alejándonos de cualquier dogma, incluso de lo que consideramos netamente científico:
“Cuando hablamos de la ciencia, no podemos hablar de ella como lo hacíamos hace 30 años; ahora cuando hablamos de la ciencia tenemos que ponernos en la cabeza la tecnocultura, que tiene un origen científico y un destino capitalista y comercial y tenemos que tener mucho cuidado con lo que aceptamos y que rechazamos”, concluye.
Dónde puedo conseguir el libro?, se ve muy interesante .
En Amazon, Mercado Libre o en Buscalibre.com.mx