Existen diferentes causas por las cuales una persona puede perder una extremidad inferior; dentro de estas una de las principales es la diabetes, otras son los accidentes de tránsito o de trabajo, enfermedades vasculares, amputaciones congénitas, entre otras. El hecho de perder una extremidad inferior compromete la movilidad y la independencia de una persona, causando un grado de discapacidad física que lleva a utilizar una silla de ruedas, muletas, caminadoras y, en el mejor de los casos, una prótesis.
Desafortunadamente, hay un gran porcentaje de la población con amputación que no cuenta con los recursos para poder obtener una prótesis que cumpla con sus necesidades. ¿Cuál es el tratamiento para las personas que han perdido una extremidad inferior?
Antes de hablar de las fases de preparación física por las cuales debe pasar una persona que ha perdido una extremidad, es importante mencionar que haber pasado por esta situación no es nada fácil y que se deben atender todos los aspectos que se ven afectados por esta pérdida, empezando por la parte emocional, para la cual se requiere de un apoyo social, familiar y psicológico, cuya función será conseguir el mejor afrontamiento de la amputación por parte del paciente y una mayor adaptación personal y psicosocial a la nueva situación.
El acompañamiento psicológico idealmente debe ser en todas las fases, antes, durante y después del tratamiento protésico, con el fin de ir identificando y tratando la existencia de conductas emocionales tales como la ansiedad, depresión, problemas de identidad y adaptación social.
El tratamiento enfocado en el aspecto físico del paciente tiene varias fases, iniciando con la postoperatoria, que se centra en el cuidado de la herida, el vendaje para favorecer la cicatrización y reducir el dolor del muñón (parte remanente de la pierna después de una amputación). Se comienza con enseñar al paciente las transferencias de cama a sillas de ruedas, baño, etc.; en caso de ser posible, la bipedestación y la marcha con bastones.
La fase preprotésica
Para el uso correcto de una prótesis, el paciente debe prepararse y ser orientado hacia el fortalecimiento muscular del muñón y de la extremidad contralateral a la amputación; evitar posturas inadecuadas, realizar ejercicios para conservar equilibrio. Aprender a vendarse el muñón es un aspecto muy importante, porque el vendaje adecuado contribuye a reducir el edema (hinchazón), controlar el volumen del muñón y dar una forma adecuada del tejido para la adaptación de una prótesis. Dentro de esta fase, el paciente debe lograr su mayor independencia sin necesidad de una prótesis, mejorando su funcionalidad. El profesional encargado de esta fase es el fisioterapeuta.
Fase protésica
Una vez terminada con éxito la fase preprotésica, el protesista realiza una valoración de fuerza muscular, la condición de las articulaciones, el nivel de actividad del paciente, que va de cero a cuatro según la escala medicare, donde cero es el nivel más bajo, teniendo en cuenta las restricciones y limitaciones con las que cuenta el paciente para realizar actividades de manera independiente, y cuatro es el nivel más alto, en el que se encuentran clasificados los deportistas. El nivel de actividad más común que podemos encontrar es el tres, en el cual se clasifica a los pacientes que pueden tener una actividad de manera independiente en espacios abiertos, los cuales pueden utilizar una prótesis sin algún tipo de ayuda técnica como bastón, y podrán superar obstáculos que haya en la calle.
El nivel de actividad con el que se clasifica al paciente es clave para la selección de los componentes protésicos con los cuales debe ser adaptada una prótesis. Los componentes son las partes de las prótesis como: los pies protésicos, que pueden ser en diferentes materiales como la fibra de carbono, polímeros, entre otros. También las rodillas protésicas, que pueden ser mecánicas, hidráulicas, neumáticas y controladas electrónicamente. La selección de cada uno de estos está en función del nivel de actividad del paciente, las expectativas y los recursos económicos que tenga para adquirir la prótesis.
Contrario a lo que se podría pensar, los componentes más caros o avanzados no son los mejores para todos los pacientes, es necesario evaluar todos los aspectos antes mencionados para hacer una configuración adecuada de las prótesis que cumpla con las necesidades individuales de cada persona.
El socket es la parte de la prótesis en la cual va alojado el muñón. Se elabora de manera individual, iniciando con la toma de medidas antropométricas del muñón, toma de un molde con vendas de yeso o escaneando el muñón; posterior a esto, se obtiene un molde positivo en el que se realizan rectificaciones de las medidas tomadas al paciente y modificaciones que permiten mantener adaptado el socket al muñón.
En principio, se hace un socket de prueba que permite observar los apoyos y contacto adecuado del muñón al socket, y de ser necesario realizar modificaciones; con este socket se ensamblan las rodillas y los pies protésicos conectados por medio de un tubo protésico; todas estas partes de la prótesis son unidas bajo criterios de alineación propios del paciente y considerando parámetros que puedan permitir la bipedestación y la marcha del paciente. Se enseña al paciente la colocación adecuada y uso de la prótesis.
Fase postprotésica
Una vez adaptada la prótesis con el socket de prueba, se inicia el entrenamiento del paciente para trabajar en la descarga de peso, aprender las fases de la marcha identificando cómo debe apoyar y mover la prótesis en cada una de ellas, aprender a dar pasos simétricos, mirar al frente e ir adquiriendo seguridad y confianza en un ambiente controlado dentro de barras paralelas. Cuando el paciente ha mostrado evolución es enfrentado a nuevos retos, hasta tener el control de la prótesis en diferentes terrenos, subiendo y bajando escaleras y rampas; adaptándose de manera progresiva a las diferentes actividades de la vida diaria y de su entorno.
Después de este entrenamiento y habiendo realizado los ajustes necesarios en el socket de prueba y la alineación, se procede a la elaboración del socket definitivo y los acabados de la prótesis, en la que se coloca una cosmética, dándole una apariencia según la anatomía del paciente y un diseño de acuerdo con sus preferencias.
El tratamiento después de una amputación involucra la participación de un equipo multidisciplinario, iniciando con el medico rehabilitador, psicología, fisioterapia, protesista, nutriólogos, familia y paciente; es necesaria la intervención de cada uno de ellos en la rehabilitación integral y es la base del éxito del tratamiento de una persona que ha perdido una extremidad.
En la Unidad de Investigación de Órtesis y Prótesis (UIOYP) de la ENES Juriquilla de la UNAM, en Querétaro, desde septiembre de 2022 se cuenta con la atención y prestación de estos servicios a las personas que han perdido una extremidad y requieren de un tratamiento integral.
La maestra Alejandra Santos Borráez es técnica académica asociada C en la Escuela de Nacional de Estudios Superiores Campus Juriquilla de la UNAM
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