Letra, y por tanto las letras, es cada uno de los signos gráficos-fónicos que le dan unidad a la escritura y al sostenimiento de su habla, lo que engloba a un idioma. Mientras más abarque su capacidad de interpretación por medio de su unidad de escritura y del habla, tendrá los elementos para interpretar, observar y, en su caso, transformar la realidad. No quiere decir que alcance la verdad, pero sí un acercamiento, porque el uso de las letras en su idioma es con lo que el pueblo se comunica, una comunicación gráfica-fónica, indisoluble.
Las letras se desenvuelven y se transforman, pero al surgir la tipografía establecen la mayor de las capacidades de expresividad y dan el sustento a toda la evolución y transformación de la comunicación humana, por medio de la imprenta: “La voz tipografía se aplica genéricamente para denominar los procedimientos de impresión con formas en relieve, como la letra de imprenta (suelta o en línea bloque de linotipia), el molde estereotípico (cuando se usaba) y el grabado en relieve. Comprende dos tipos principales de impresión: la tipográfica y la flexográfica”. Palabras expuestas por José Martínez de Sousa, en su Diccionario de bibliografía y ciencias afines, en su cuarto término, donde expone una de las definiciones de tipografía, procedimiento que revolucionó las formas de comunicación gráficas y le dio al pensamiento la capacidad de democratización y la división del trabajo.
Se argumenta, sin poseer todos los elementos certeros, que fue Gutenberg de Maguncia el iniciador de este procedimiento de gran complejidad para lograr, por medio de la imprenta, esa capacidad de presionar sobre un soporte un conjunto de letras con sus signos gráficos (numerales y gramaticales) ya entintadas para dar a luz un texto de gran belleza en cada uno de los elementos que lo componen.
Muchos son los nombres que logran darle a los tipos gráficos una solidez y transformación para que el libro impreso llegara a establecer su técnica en cada uno de los idiomas, porque cada uno conforma y le da sentido a sus letras y se requiere entonces personalidad gráfica. Nombres como Jenson, Garamond, Bodoni, Caslon, Van Dyck, Didot, Goudy y muchos otros, que le dieron cambios significativos a los tipos móviles y a la imprenta.
Pero me quiero detener para escribir sobre uno de los grandes tipógrafos en la historia del siglo XX que llegó a México –recordando que la imprenta hizo su arribo a la Nueva España (1539) con Juan Pablos al frente, trabajador de Juan Cromberger, establecido como maestro impresor en Sevilla, España–, me refiero al maestro holandés Alexandre A. M. Stols. Sobre el trabajo del maestro Stols (1900-1973), dicho en una conferencia por el sublime grabador y excelso maestro en las artes gráficas Francisco Díaz de León en la Escuela de las Artes del Libro (se convertirá en 1957 en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, donde se agrupaba a los mejores maestros y maestras del área gráfica), se expresó para recibirlo en México en 1956:
“Un libro salido de las prensas de Stols se reconoce por su tipografía pura; es decir, desposeída de preciosismo e indiscreta ilustración. Para lograrlo su fórmula ha sido, en primer término, su gusto exquisito y los conocimientos que tiene del libro de todos los tiempos…”.
La obra del maestro Stols era de gran precisión al establecer la más clara tipografía, sin ornamentaciones que “manchaban” el impreso, eran sencillas respuestas a sus impresos que permitían la libre lectura y realzar al máximo el equilibrio de todo el impreso que nacía con gran belleza. Pero el maestro Stols, bibliófilo empedernido, después de diversidad de impresos realizados en Europa y estar considerado como uno de los más destacados conocedores de las artes gráficas, por circunstancias de la Segunda Guerra Mundial, queda devastado al ser destruida su imprenta. Realiza impresos de forma clandestina y siempre manteniendo su gran calidad y precisión antes del nacimiento de un texto; la tinta y el papel en equidad con una tipografía de gran belleza que lo caracterizaron.
Por los años de 1951 fue llamado por la Unesco para desarrollar planes culturales e impulsar las artes gráficas en los países de Latinoamérica.
Llega a México en 1956, donde tiene una gran actividad; da clases, escribe textos incólumes sobre tipografía, da cursos y realiza investigaciones fundamentales para aquellos que estudian las letras y la literatura, como la obra de Antonio de Espinosa El segundo impresor mexicano.
Si desconocemos la historia de la imprenta, traeremos siempre la cojera de no saber qué es una simple y llana letra, qué es el habla, qué es la escritura (el lenguaje y sus respectivos idiomas), qué representan los impresos, en fin, el libro sólo será adorno cuyo contenido va dejando en el olvido la Historia de la Estampa.